Esta intimidación coincide con una “incursión” que Estados Unidos habría hecho sobre aguas chinas, según denuncia Pekín

China amenaza a EE. UU. con “un conflicto militar” por su postura respecto a Taiwán

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Las tensiones entre China y Estados Unidos continúan acrecentándose. El nuevo orden mundial ya ha puesto de manifiesto el papel que juega China como una de las principales potencias mundiales junto con Rusia y Estados Unidos, algo que hace tambalear el establecimiento y el mantenimiento de los valores occidentales, además del del propio poder estadounidense, una situación que el país norteamericano no está dispuesto a contemplar.

Por esta razón el enfoque de Estados Unidos ha virado hacia una de sus principales zonas de interés actuales: el Asia-Pacífico, donde confluyen los intereses de China por seguir expandiendo su influencia en la zona. Es aquí donde Washington y Pekín mantienen una de sus principales desavenencias: la cuestión sobre la soberanía china sobre la isla de Taiwán.

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El pasado noviembre, a través de una reunión virtual, el presidente estadounidense, Joe Biden, junto con su homólogo chino, Xii Jinping, demostraron los pocos o casi nulos puntos en común que mantenían ambas potencias sobre la cuestión de Taiwán. Por un lado, Estados Unidos continúa suministrando armas a Taiwán y reafirma su postura sobre la defensa de su soberanía “en caso de un ataque armado”. Por otro lado, China reivindica la soberanía de la isla y amenaza con represalias a cualquiera que “se meta en los asuntos relacionados con Taiwán”.

Ante esta situación el tono bélico y amenazador no se ha rebajado y hace tan solo un mes Estados Unidos y Japón esbozaron un “plan de respuesta” que se libraría de manera conjunta en caso de que China decidiese atacar el país taiwanés. El hecho de que Estados Unidos escogiese a Japón como socio en este plan no es algo baladí ya que Washington y Tokyo mantienen unas relaciones muy estrechas después de que se aliaran tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

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Tras la aprobación del plan y con el establecimiento temporal de una base militar en la isla japonesa de Nansei, China se ha visto amenazada pero no por ello ha rebajado la tensión. Así, el embajador China en Estados Unidos, Qin Gang, ha advertido que el país norteamericano podría enfrentar “un conflicto militar” por el futuro de Taiwán.

El diplomático ha avisado que, en caso de que Taiwán “envalentonado por Estados Unidos”, decidiera proseguir por el camino de la independencia, las dos potencias “se verán enfrentadas en un conflicto militar”. Estas declaraciones se producen, además, días después de que China denunciara que el destructor estadounidense USS Benfold navegara “de forma ilegal” por aguas chinas sin la previa “autorización del gobierno”. 

Asimismo, una semana después de esta “incursión”, un caza F-35C se estrellaba contra la cubierta de un portaaviones estadounidense, el USS Carl Vinson, en el mar Meridional. El accidente dejó siete personas heridas y tres de ellos tuvieron que ser evacuados al hospital de Manila.

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Tras el incidente, ahora Estados Unidos trata de recuperar su avión de combate, un caza que ahora se erige como la aeronave más avanzada del mundo a nivel tecnológico, con un precio que alcanza los 100 millones de dólares. Sin embargo, esta operación de rescate no esta exenta de dificultades debido a que Pekín está supervisando muy de cerca los movimientos estadounidenses ya que reclama como suyos los más de tres millones de kilómetros cuadrados de agua correspondientes al mar Meridional.

Según el exdirector de operaciones en el Centro de Inteligencia Conjunta del Comando del Pacífico de EE. UU, Carl Schuster, en declaraciones para la CNN, China estaría “muy interesada” en este modelo de aeronave para tratar de copiar sus detalles en sus propios cazas. Por ello afirma que China estaría “intentando localizarlo y examinarlo a fondo utilizando submarinos y uno de sus sumergibles de inmersión profunda”. Por otra parte, desde el ministerio de Exteriores chino, subrayan que “no tendrían ningún interés en el avión estadounidense” y niegan incluso haberlo buscado.

Este clima ilustra las principales tensiones que viven las dos potencias como consecuencia de las rivalidades que mantienen tanto por mantener su influencia (por parte de Estados Unidos), como para, en el caso de China, extenderla y ganar el pulso a Washington.

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Las relaciones entre ambas naciones viven sus momentos más complicados. Lejos de tratar de “generar consenso, tomar medidas activas y avanzar en las relaciones en una dirección positiva”, como anunció el mandatario chino, las tensiones se acentúan y los dos “viejos amigos”, forma a la que se refirió Biden en su encuentro virtual, se alejan cada vez más de la cordialidad.

Taiwán es la piedra angular que enfrenta a las dos naciones y el enclave donde más se pueden vislumbrar los intereses estratégicos de ambas. La isla se mantiene en un limbo mientras que China cada vez se muestra más amenazadora de una “posible invasión”.

En caso de producirse, Estados Unidos ha dejado claro que “responderá”, un escenario que se une a las actuales tensiones que Europa está viviendo por la crisis ruso-ucraniana, sumado a la crisis europea por su escasa influencia en el panorama internacional. 

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