China e Irán: una unión que amenaza a Estados Unidos

En los últimos años, China se ha convertido en un jugador clave en el tablero de Oriente Medio. Las miras de Pekín en la región están puestas, sobre todo, en las empresas energéticas. En 2015, China se convirtió en el mayor importador de petróleo, con casi la mitad de su suministro proveniente de la zona de Oriente Medio.
Pero no solo esto. La filtración de un documento ha puesto de manifiesto la nueva alianza entre China e Irán. Ambos países habrían firmado una asociación estratégica de 25 años en materia de comercio, política, cultura y seguridad.
Ya en julio, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, había anunciado que Teherán estaba cerca de firmar un acuerdo de asociación estratégica largo plazo con Pekín, pero no se conocían los detalles.

Tanto China como Irán poseen ambiciones globales y regionales y ambos mantienen grandes tensiones con Estados Unidos, por lo que comparten enemigo común.
Según The New York Times, el acuerdo hará que China invierta un total de 400.000 millones de dólares en la banca, transportes y el desarrollo de Irán y a cambio, Pekín recibirá un suministro regular y a precio de amigo de petróleo iraní.
Este acuerdo forma parte de la iniciativa Belt and Road (BRI, por sus siglas en inglés), que el presidente chino, Xi Jinping, tiene como objetivo para extender su influencia económica y estratégica por Asia y Europa.
Este megaproyecto fue puesto en marcha por Xi Jinping en 2013 y bautizado como la ‘Nueva ruta de la Seda’. Atravesará diversos países de la zona, convirtiéndose en una destacada ruta estratégica, tanto por vía marítima como terrestre, para unir Asia, Europa, África y Oriente Medio.

El líder supremo iraní, Ali Jomeini ha dado el visto bueno a este acuerdo de cooperación, por lo que ha otorgado vía libre al presidente Hassan Rohani y al ministro de Relaciones Exteriores para negociar el acuerdo.
Esta unión bilateral Teherán-Pekín, preocupa especialmente a Washington sobre todo en el aspecto militar del acuerdo. La mayor influencia del gigante asiático en el este de Asia como en áfrica ha desafiado los intereses de Estados Unidos.
Para Irán, este acuerdo puede significar el reflote de su economía, ya que después de las sanciones internacionales y los problemas de liquidez, el tener una garantía de comprador de petróleo además de un gran inversor ha servido para calmar las bolsas.
La política de “máxima presión” y las sanciones impuestas a Irán por la Administración Trump ha logrado asfixiar al régimen iraní. La inflación y las tasas de desempleo en cifras récord ha hecho necesaria una salida para la economía iraní. El giro de Teherán hacia Pekín ha sido una de las consecuencias y China está aprovechando al máximo las tensiones entre Estados Unidos y la República Islámica.

Los medios de comunicación iraníes ya han comenzado su campaña de propaganda pro-China y es habitual leer y escuchar la narrativa de que a la nación iraní le conviene ponerse de lado de China. Pero a pesar de las buenas noticias para la economía iraní, China el gran ganador de este acuerdo.
Después de que se hiciera público este acuerdo entre China e Irán, el diario indio The Hindu informó que Teherán había decidido excluir a India, un aliado histórico de la República islámica, de un megaproyecto ferroviario que iba a conectar la ciudad portuario iraní de Chabahar con Zahedan, una ciudad cercana a su frontera con Afganistán. Irán negó estas informaciones del periódico india y argumento que “no había firmado ningún acuerdo con India con respecto al ferrocarril Zahedan-Chabahar”.
Durante los últimos 20 años, la República islámica ha apoyado los proyectos indios para establecer nuevas rutas comerciales, pero la decisión de Nueva Delhi de dejar de comprar petróleo iraní y así complacer los deseos de Washington.

Esta nueva asociación sin duda afectara a los intereses de India en su principal enemigo, Pakistán. La introducción de China en los proyectos iraníes hará que Pekín se aproveche la oportunidad de conectar el puerto o de Chabahar, al sureste de Irán, con Gwadar en Pakistán.
Estos lazos chino-iraníes redibujarán el tablero político de la región y socavarán aún más la influencia estadounidense en la zona. El declive y la incapacidad norteamericana de dar forma a la nueva realidad en Oriente Medio ha dejado un vacío que está siendo llenado por otras potencias como Rusia, Irán, Turquía, y ahora China. A diferencia de Estados Unidos, el gigante asiático ha adoptado una posición apolítica en sus nuevas alianzas, primando más sus beneficios económicos y comerciales que la presencia o no de democracia, o el cumplimiento o no de los derechos humanos.