Si logra arrancar muestras de la superficie lunar y traerlas a la Tierra se convertirá en la tercera potencia en conseguirlo, tras Estados Unidos y Rusia

China vuela a la Luna para traer de regreso muestras de su suelo

photo_camera PHOTO/Mingfang Lu - El profesor Ouyang Ziyuan, fundador del programa lunar chino, está convencido de que la Luna puede convertirse en una fuente de energía y recursos para los seres humanos, algo crucial para el desarrollo sostenible de la Tierra, asegura.

China acaba de dar un gran salto adelante en la carrera que mantiene con Estados Unidos en su afán por situarse en cabeza de la exploración del espacio. El presidente Xi Jinping ha autorizado y presenciado el despegue de la primera misión no tripulada del siglo XXI que debe traer a la Tierra un lote de muestras de suelo lunar, la primera vez que ocurre desde el ya lejano año 1976.

El despegue se ha producido el 23 de noviembre, a las 21:30 hora peninsular española, ‒las 04:30 de la madrugada del 24 de noviembre en Pekín‒ desde Centro Espacial de Wenchang, en la isla de Hainan, a 2.700 kilómetros de la capital china. Lo ha protagonizado un lanzador Larga Marcha 5, el más potente del arsenal espacial chino. En su interior transportaba la astronave robótica Chang’e-5 ‒la diosa de la Luna de la mitología china‒, que debe cumplir la misión más arriesgada de cuantas ha llevado a cabo la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), la organización estatal equivalente a la NASA de Estados Unidos.

En esencia, lo que pretenden los ingenieros y científicos chinos es que Chang’e-5 alunice en el lado visible de la Luna, recoja hasta 2 kilos de suelo y rocas de la superficie y del subsuelo y lo traslade a la Tierra. Para darse una idea de la dificultad de la tarea encomendaba, conviene recordar que Luna 24, la última misión robótica soviética, viajó en agosto de 1976 y regresó poco después con tan solo 170 gramos de muestras.

La misión Chang’e-5 que acaba de despegar con éxito debe cumplir la misión más compleja y arriesgada de cuantas ha llevado a cabo la Administración Nacional del Espacio de China

Para conseguir que Chang’e-5 pueda cumplir su labor, el lanzador Larga Marcha 5 seguirá una trayectoria que debe posicionar a la astronave alrededor de la Luna el 27 de noviembre. De 8,2 toneladas, consta de cuatro componentes: el módulo orbital, el de superficie y el llamado “de servicio”, encargado de propulsar al conjunto descrito una vez que el cohete Larga Marcha 5 haya depositado en el espacio a la sonda china.
 
Chang’e-5 no incorpora ningún pequeño vehículo de exploración todoterreno como tenían sus antecesores Chang’e-3 y Chang’e-4, que se posaron en la Luna en diciembre de 2013 y diciembre de 2018, respectivamente. En cambio, cuenta con un cuarto elemento, que es el más crítico de la misión. Se trata del vehículo de ascenso, que acompañará al módulo de superficie hasta la Luna, pero al que abandonara para ir al encuentro del módulo orbital llevando las muestras recogidas y tomar juntos el camino a la Tierra.

El módulo de superficie de Chang’e-5 dispone de dos brazos robóticos, uno con una pala y el otro con una taladradora. En su parte superior se encuentra el vehículo de ascenso, que debe trasladar las extraer el material recogido en la Luna
Aterrizará en Mongolia a mediados de diciembre

El destino del módulo de superficie son las inmediaciones del Monte Rümker, una elevación de 70 kilómetros de diámetro situada en el noroeste de la cara visible de la Luna. El lugar ha sido elegido por los científicos chinos porque estiman que el suelo de esa región es mucho más joven y contiene minerales de mayor interés que los traídos a la Tierra por norteamericanos y soviéticos.

Si el alunizaje previsto se produce de forma correcta y el módulo de superficie logra posarse de forma suave y con éxito a últimos de noviembre, Chang’e-5 tomará muestras durante unos 14 días terrestres, equivalentes a una sola jornada lunar. En ese tiempo, sus paneles solares estarán iluminados por el Sol de forma continua, con lo que sus baterías estarán cargadas y sus instrumentos y equipos podrán funcionar. En especial, el taladro para acceder al subsuelo y la pala para recoger muestras de regolito, el manto de fragmentos de minerales y piedras que cubren la superficie lunar.

China practicó un ensayo en octubre de 2014 para probar la reentrada en la atmosfera de la pequeña capsula de retorno de 335 kilos, en cuyo interior deben llegar a tierra las muestras de suelo lunar capturadas por Chang’e-5

Cumplida la misión, desde la parte superior del módulo de superficie despegará el vehículo de ascenso con las muestras en su interior, para volar al encuentro del módulo orbital que, unido al de propulsión, le esperan alrededor de la Luna. Antes de abandonar la órbita lunar en su camino hacia el planeta azul, las muestras se transferirán a una pequeña cápsula de 350 kilos, que es la única que debe retornar sana y salva a la Tierra. 

La cápsula con la preciada mercancía deberá aterrizar a mediados de diciembre en una región desértica de la Región Autónoma de Mongolia Interior, la misma donde se posan las capsulas chinas Shenzhou con astronautas a bordo.

Si los planes de la CNSA se desarrollan según lo planeado, la China de Xi Jinping se convertirá en la tercera nación en apuntarse el éxito de traer pequeños pedazos de la Luna para su análisis en laboratorios terrestres. Con anterioridad, los astronautas norteamericanos de las seis misiones Apolo que descendieron sobre la Luna entre 1969 y 1972 trajeron un total de 382 kilos. Tres capsulas automáticas no tripuladas de la Unión Soviética ‒las misiones Luna 16, 20 y 24‒ también lo lograron en la década de los 70, pero recolectaron unos escasos 301 gramos.

Un lanzador Larga Marcha 5 disparado desde Centro Espacial de Wenchang, a 2.700 kilómetros al sur de Pekín, ha colocado en órbita a la astronave Chang’e-5 en la noche del 23 de noviembre, hora peninsular española
Pasos previos para los astronautas

Las misiones lunares no tripuladas de Pekín son una etapa de la gran ambición del Partido Comunista que rige los destinos del país. Según ha declarado en reiteradas ocasiones el jefe de proyecto del programa Chang’e, el profesor Wu Weiren, su finalidad es dar paso a un asentamiento “permanente” sobre la superficie lunar. El modelo elegido por la CNSA es levantar una base internacional de investigación para mediados o finales de la década de 2020, paso previo para que sus primeros astronautas pisen el suelo de nuestro satélite natural a mediados de 2030.

El impulsor y fundador del programa lunar chino es el profesor Ouyang Ziyuan. En su opinión, la Luna está destinada a convertirse en una “fuente de energía y recursos para los seres humanos”, lo que desde su perspectiva resulta “crucial para el desarrollo sostenible de la Tierra”. Xi Jinping sigue sus postulados y considera que “el primero que conquiste la Luna será el primero en beneficiarse de ella”.

La línea blanca representa de forma resumida la trayectoria de ida a la Luna. La anaranjada, la permanencia del orbitador alrededor de nuestro satélite. La amarilla, el regreso a la Tierra de la capsula de retorno con las muestras de suelo lunar

La misión Chang’e-5 está siendo controlada desde la Tierra por un amplio número de estaciones de seguimiento tanto al inicio del vuelo, durante su estancia en la Luna y en su tramo final. Además de la red de antenas terrestres y navales que China tiene desplegadas en su extenso territorio y en barcos que surcan los mares cada vez que hay un lanzamiento espacial, las autoridades de Pekín han solicitado el apoyo de la red de estaciones de espacio profundo de la Agencia Espacial Europea (ESA). 

De 8,2 toneladas, la imagen muestra las grandes dimensiones de Chang’e-5, que incorpora un vehículo de ascenso que debe separarse del módulo de superficie para trasladar las muestras hasta el orbitador que las debe encaminar hacia la Tierra

La ESA cuenta con antenas parabólicas de 35 metros de diámetro en Nueva Norcia (Australia), Cebreros (España) y Malargüe (Argentina), a las que se une la antena española de Maspalomas, que el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) posee al sur de Gran Canaria, la mayor de las islas del archipiélago canario.

El lugar de alunizaje de Chang’e-5 está muy alejado de la zona de descenso de la misión Apolo 11 en 1969 y de las rusas Luna 16, 20 y 24 en los años 70. Allí estiman los chinos que hay minerales de mayor interés que los traídos a la Tierra por norteamericanos y soviéticos

También observará la evolución de Chang’e-5 la antena de 35 metros de diámetro de la Estación de Seguimiento de Neuquén, en la Patagonia Argentina. Operada por técnicos chinos, entró en servicio en abril de 2018, a tiempo para seguir la trayectoria de vuelo de Chang’e-4, lanzada en diciembre de ese mismo año. 

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