El país norteafricano “es ahora el nuevo destino para los terroristas que huyen de las zonas de conflicto en Siria, Irak, Somalia y el Sahel”

Combatientes marroquíes vinculados a Daesh entran en la guerra de Libia

photo_camera AFP/BULENT KILIC - Combatientes sirios respaldados por Turquía

El Centro Europeo para la Lucha contra el Terrorismo y el Centro para el Análisis del Terrorismo francés (CAT), han revelado que han llegado a Libia “docenas de combatientes marroquíes”, como ha recogido el medio Al Ahdath Al Maghribia, para batallar en las filas del Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj y apoyado por Turquía, Qatar y los Hermanos Musulmanes.

Estos mercenarios, procedentes de Siria, Irak y de “otros países en crisis”, como Somalia, o de la región del Sahel, han entrado en la nación norteafricana por medio de la ruta marítima, por lo que la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas se ha visto obligada a “intensificar las rondas de vigilancia costera desde el este de Libia hasta el oeste de Gibraltar”.

“Libia es ahora el nuevo destino para los combatientes de la organización terrorista Daesh, que huyen de las zonas de conflicto en Siria, Irak, Somalia y el Sahel. Docenas de marroquíes se encuentran entre esos luchadores de Daesh”, explica el analista Mohamed Younsi en el medio local Le360.

Cabe mencionar, en este punto, que el envío de yihadistas a Libia no es nuevo. La nación euroasiática presidida por Recep Tayyip Erdogan ha sido acusada de entrenar en suelo turco a decenas de miles de mercenarios que posteriormente eran trasladados al país norteafricano para luchar contra la facción rival, el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por el mariscal Jalifa Haftar. Entre ellos, terroristas pertenecientes a Daesh y otras marcas extremistas. Ya en el pasado mes de abril, un miembro de la organización yihadista que fue detenido por las autoridades iraquíes aseguró “haber recibido cursos de entrenamiento administrativo y militar en Turquía antes de comenzar sus acciones en Irak”. En el marco de esta política, Ankara ha gestionado los movimientos de estos milicianos entre los países en guerra de la región MENA -Middle East&North Africa-, a los que utiliza para reforzar sus campañas nacionales como, por ejemplo, en territorio iraquí y sirio contra los kurdos y en suelo libio contra el Ejército de Haftar, que es apoyado por Francia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. En esta línea, también el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) revelaba la semana pasada que Turquía había enviado a Libia en los últimos meses hasta 2.500 integrantes de la rama de Daesh en Túnez. 

La organización con sede en Londres recoge que, en total, más de 16.000 mercenarios sirios han llegado a Libia para engrosar las filas del GNA, que se unen a otros combatientes procedentes de Yemen o Sudán, todos ellos financiados por Ankara y Doha. Según el LNA, la cifra de milicianos al servicio del GNA se dispara hasta los 19.000.

También en el suelo del país norteafricano, se ha registrado cómo estos insurgentes han llevado a cabo operaciones de liberación de compañeros yihadistas que se encontraban detenidos en la prisión de Sorman, localidad cercana a la capital, Trípoli. Según informaron fuentes de seguridad libias entonces, incluso “la fuerza aérea turca ofreció el respaldo necesario para realizar esta misión, en el marco de cooperación entre Erdogan y Sarraj”. 

Para Europa, esto ha supuesto la apertura de una importante brecha de seguridad: cabe recordar que tan solo 400 kilómetros separan a Libia de territorio comunitario. Ya en el pasado mes de enero se documentó cómo un grupo de 17 mercenarios con vínculos con el terrorismo habían huido hacia Europa desde Libia, utilizando las rutas migratorias y entrando por Italia. En el mes de marzo, se contabilizaron hasta 150. Y en el mes de mayo, SOHR situó en 2.000 el número de combatientes que habían abandonado el país norteafricano con destino a suelo europeo.  

Pero para Marruecos también representa un desafío. Ya en el año 2018, Younsi advertía en Le360 de que 300 mercenarios inscritos en Daesh se encontraban entonces en territorio libio, “esperando poder llegar a países de Europa del Este con pasaportes iraquíes o sirios falsificados”, una situación que puso “en alerta máxima a las autoridades de seguridad marroquíes”, que estaban trabajando “con sus homólogos libios y turcos para monitorear los movimientos de estas personas e identificarlas”. 

Según el medio Akhbar Al Yaoum, las fuerzas de seguridad alauís comenzaron a “recopilar tanta información como fuese posible” para poder “anticiparse a cualquier acción de estos combatientes a su regreso a Marruecos”. “Desde el colapso de la organización terrorista en el terreno en Siria e Irak, muchos yihadistas, incluidos varios integrantes marroquíes, se han convertido en bombas móviles en busca de un nuevos destino para la yihad o con la expectativa de recibir instrucciones de sus líderes de Daesh”, concluye Younsi. 
 

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