Acusan al gigante tecnológico de prácticas ilegales en dispositivos Android para potenciar su motor de búsqueda

Comienza el juicio a Google por la multa de 4.300 millones por parte de la CE

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Ayer lunes dio comienzo el que posiblemente sea el juicio más esperado de todo el año. Uno de los gigantes empresariales más grandes del mundo, como es Google, se enfrenta desde la jornada del 27 de septiembre a la Comisión Europea (CE) ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en Luxemburgo. El motivo son los 4.300 millones de euros de multa que la CE impuso a Google en el año 2018 por considerar ilegal la firma de contratos con los fabricantes de dispositivos Android. Según la Comisión, Google pretendía fortalecer su poderío como motor de búsqueda preinstalando Chrome en los teléfonos móviles y tabletas, además de tener seleccionado de serie Google como motor de búsqueda predeterminado.

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La vista se alargará hasta el viernes de esta semana, dando así cinco días a la multinacional para presentar sus argumentos con el objetivo de evitar la milmillonaria multa. Se trata, además, de una cifra récord. Es la multa más cuantiosa que se haya aplicado nunca contra una compañía desde la creación de la Unión Europea. No obstante, los abogados de Google intentan defender las prácticas de la empresa para intentar evitar o, al menos, reducir, el montante de una sanción altísima incluso para una organización como la estadounidense.

Google deberá argumentar el porqué de la preinstalación de su navegador, así como la abolición de fabricación de aparatos con sistemas operativos AOSP – también conocido como Android Puro – (Android Open Source Project). Para comprender este veto se debe conocer que AOSP es, a fin de cuentas, el mismo sistema operativo que el de Android, pero sin Google. No cuenta con su buscador ni con servicios de la tienda de Google Play. Por esos motivos, es muy utilizado en ocasiones por desarrolladores para crear custom ROMs, es decir, una memoria de almacenamiento totalmente personalizada.

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Desde la empresa dirigida por Sundar Pichai niegan rotundamente que existiese una obligación a ninguna compañía de preinstalar sus aplicaciones en otros dispositivos. Dentro de las que de por sí son suyas, defienden su postura argumentando que cada teléfono móvil suele llevar incorporadas una media de 40 aplicaciones y que sus servicios “equilibran el ecosistema Android”. Explican, además, que esta herramienta supone una importante fuente de ingresos para solventar los gastos derivados de ofrecer su sistema operativo sin coste alguno a sus socios, algo que no convenció hace tres años a la Comisión Europea y que acabó con una sanción histórica, si no consiguen remediarlo esta semana.

“También son libres para preinstalar aplicaciones de la competencia junto con las nuestras. Solo ganamos dinero si están instaladas y la gente decide utilizarlas”, dice Pichai. Se apoyan también en uno de sus máximos rivales en el mercado, como es Apple. Mientras que en los dispositivos Android se puede instalar cualquier aplicación, en los de la manzana tan sólo se pueden descargar aquellos que la propia empresa permite. Un argumento que se convierte en un ataque directo a la filosofía de la empresa liderada por Tim Cook, que lleva décadas destacando por aspectos que siempre les han diferenciado de la competencia, como este.
 

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