Al menos 847 personas pertenecientes a comunidades indígenas han perdido la vida durante los últimos meses por la pandemia de la COVID-19

Comunidades indígenas en América Latina: resiliencia o cómo crecer en la adversidad

AP/FELIPE DANA - En este combo de fotos tomadas del 27 de mayo al 1 de junio de 2020, indígenas de varios grupos étnicos posan para retratos con el vestido tradicional de sus tribus y máscaras faciales en medio de la propagación del nuevo coronavirus en Manaus, Brasil

“Más que vulnerabilidad, los pueblos indígenas hemos demostrado resiliencia en varios siglos de pandemia y ésta no será la última vez”. Con estas palabras abre el informe ‘Los pueblos indígenas ante la pandemia de la COVID-19’ elaborado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC).  El pasado 17 de junio moría por este patógeno Paulo Paiakan, un importante líder indígena brasileño de la década de los años ochenta. Sin embargo, no ha sido el único. La enfermedad de la era de la globalización se ha adentrado en diversas comunidades de este y otros países de América Latina y ha provocado la muerte de cientos de personas, poniendo en evidencia las desigualdades que se viven en el mundo. 

“Las pandemias afectan de manera diferenciada a los distintos grupos poblacionales, exacerbando las desigualdades ya existentes en la sociedad. Entre esos sectores, sin duda, se encuentran los pueblos indígenas”, advertía el Consejo Directivo de FILAC el pasado mes de marzo.  Según esta institución, en América Latina, la población indígena supera los 45 millones de personas, poco menos del 10% de la población total de la región. En este escenario se han registrado hasta 826 comunidades diferentes, de las cuales, alrededor de 100 tienen un carácter transfronterizo. 

El pueblo indígena tikuna colombiano posa con máscaras faciales, en medio de las preocupaciones del coronavirus COVID-19, en Leticia, departamento de Amazonas, Colombia, el 8 de junio de 2020

Brasil es el país donde más pueblos indígenas viven (305), seguido de Colombia (102), Perú (85) y México (78). En el otro extremo se encuentran Costa Rica y Panamá, con 8 y 9 Pueblos Indígenas cada uno, El Salvador (3) y Uruguay (2). Esta realidad multicultural está marcada por la vulnerabilidad extrema que azota a los miles de personas que viven en estas áreas; una vulnerabilidad que se manifiesta principalmente a través de altas tasas de desnutrición, dificultad para acceder a servicios de salud o la precariedad en la infraestructura. A ello se suma ahora la amenaza de la COVID-19, que afecta a varias comunidades de la región, y que podría diezmar la población indígena del continente, tal y como ha advertido el grupo de Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), que además ha acusado al Gobierno de Jair Bolsonaro de “no haber hecho nada” para contener la propagación de esta enfermedad en áreas donde viven hasta 750.000 indígenas. 

“La propagación de la COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas: una situación en la que ya abundan las desigualdades y la discriminación. El aumento de las recesiones a nivel nacional y la posibilidad real de una depresión mundial agravarán aún más la situación, causando un temor de que muchos indígenas mueran, no sólo por el virus en sí, sino también por los conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, y en particular de agua potable y alimentos”, según ha señalado el Mecanismo de Expertos de la ONU. 

Fotografía de archivo del jefe indígena Paulinho Paiakan frente a la policía antidisturbios durante el Campamento de Tierra Libre, una movilización indígena nacional organizada por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), en Brasilia, el 27 de abril de 2017

En este escenario, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC) junto al Foro Indígena de Abya Yala (FIAY) y organizaciones indígenas de la región, entre otras acciones, crearon la Plataforma Indígena Regional Frente a la COVID-19 llamada ‘Por la vida y por los Pueblos’. Esta plataforma pretende promover el intercambio de información, análisis y coordinación para potenciar el diálogo con los gobiernos e impulsar respuestas adecuadas para mitigar el impacto de esta pandemia en los pueblos indígenas del continente. 

En la Amazonia, un informe de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), ha denunciado la situación que viven los pueblos indígenas en situación migratoria y ha anunciado el aumento de casos en algunos de los nueve países que forma la cuenca (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guayana, Guyana Francesa y Surinam).

Indígenas brasileños de la etnia Marubo esperan para ver a los médicos del equipo médico de las Fuerzas Armadas Brasileñas en un puesto de salud en Atalaia do Norte, estado de Amazonas, al norte de Brasil, en la frontera con Perú, el 20 de junio de 2020, en medio de la pandemia COVID-19

Según el último informe elaborado por FILAC, a principios del mes de junio de 2020 al menos 7.246 personas indígenas han sido contagiadas por coronavirus, de las cuales han fallecido 847. En total, alrededor de 163 pueblos de diez países han sido afectados por la pandemia.  En Belice, Costa Rica, Paraguay y Uruguay no se han registrado durante las últimas semanas personas contagiadas por este patógeno en comunidades indígenas. 

“Más allá de los números, este informe destaca la gravedad de la situación para las comunidades. Muchas de ellas están en alto riesgo, incluso de desaparecer. Así se evidencia en varios casos que se explican en el informe y en los testimonios contenidos en el mismo”, aseguró la presidente del FILAC, Myrna Cunningham durante la presentación de este informe. “Los pueblos indígenas con población reducida, los pueblos aislados o en contacto inicial, algunos transfronterizos, entre otros, enfrentan situaciones extremadamente graves que, si no se atienden de manera urgente y apropiada, corren serio riesgo de ver afectada su propia existencia. El rápido ritmo de avance del contagio y la pérdida de vidas en los territorios indígenas de América Latina dan cuenta de un escenario de alerta máxima”, ha alertado el secretario técnico de esta misma organización, Álvaro Pop. 

La resiliencia que caracteriza a estas comunidades se ha vuelto a poner de manifiesto una vez más con la aparición de esta enfermedad. El último informe elaborado por FILAC resalta acciones llevadas a cabo por estas personas que van desde la vigilancia comunitaria hasta la divulgación de información en sus propios idiomas o acciones solidarias para evitar la inseguridad alimentaria. 

No obstante, el rápido ritmo de contagio en América Latina y la pérdida de vidas en determinados territorios indígenas puede llevar a la desaparición o extinción de determinadas comunidades, tal y como ha alertado la Organización Panamericana de la Salud (OPS). “El peligro está tanto en aldeas aisladas, con difícil acceso a los servicios de salud, como en ciudades densamente pobladas, como Manaus, Iquitos y Leticia…Tomando en cuenta que la cantidad y el ritmo del contagio es dos veces mayor al que se produce en otras zonas de los países que comparten la cuenca del Río Amazonas, sin una acción inmediata, estas comunidades enfrentarán un impacto desproporcionado”.

El pueblo indígena tikuna colombiano posa con máscaras faciales, en medio de las preocupaciones del coronavirus COVID-19, en Leticia, departamento de Amazonas, Colombia, el 8 de junio de 2020

Las carencias en los servicios de salud y la situación epidemiológica son otras dos de las amenazas a las que se enfrentan estas comunidades. Por un lado, existen determinados factores sociales como la dificultad de acceder a agua potable o vivir en una vivienda saludable, que se entremezclan con otros factores ambientales, como la variación climática o la contaminación de los ríos y bosques, creando el campo de cultivo perfecto para la propagación de este patógeno. 

“La gente tiene que caminar entre 6 y 7 horas para llegar al Hospital de San Félix, pero cuando al fin llegan se encuentran con que no hay personal médico, insumos ni materiales suficientes. Ante esta situación, las autoridades indígenas y oficiales han tenido que habilitar colegios y escuelas como albergues para que las personas que han dado positivo reciban tratamiento y hagan la cuarentena. En la comunidad de Chiriquí Grande, en las afueras de la comarca, las autoridades contrataron hoteles, pero los vecinos (no indígenas) se opusieron a la atención de indígenas por miedo a ser contagiados”, recoge el informe elaborado por FILAC en el que describe la situación de la comarca Ngöbe-Buglë en Panamá, entre otras comunidades. 

Las comunidades indígenas de América Latina han demostrado a lo largo de la historia su capacidad para convertir las adversidades en oportunidades. Sin embargo, la resiliencia que les caracteriza debería de ir acompañada de determinadas políticas y acciones de prevención y protección de esta realidad multicultural que define a la región. “Ante un mal común que no entiende de fronteras o límites geográficos, los Estados no han logrado unificar o al menos coordinar respuestas, como si el enfoque soberano pudiera tener posibilidades de éxito ante una pandemia que, por definición, es global”, concluye la FILAC tras advertir de los peligros que esconde esta enfermedad. 

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