La Resolución 2602 del 29 de octubre 2021 no varía mucho con las anteriores sobre el conflicto, aunque sí hay aspectos que la diferencian claramente

Consejo de Seguridad sobre el Sáhara Occidental: un nuevo diseño estratégico en la región

photo_camera PHOTO/ONU/LOEY FELIPE - Fotografía de archivo de una reunión del Consejo de Seguridad

Es la primera vez que el Consejo de Seguridad de la ONU se reúne tras los cambios estratégicos operados en la región del oeste mediterráneo y del Sáhara-Sahel. El motivo de la reunión era el de prorrogar o no el mandato de la MINURSO en el Sáhara, y bajo qué condiciones: un tema que se encuentra en el centro del equilibrio geopolítico y estratégico en la región.

El reconocimiento por los Estados Unidos de “la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental”; la llegada de Israel al panorama político en la región tras el reconocimiento diplomático entre Rabat y Tel Aviv, y la entrada de Israel en la Unión Africana con el estatuto de observador; la influencia creciente de Gran Bretaña, económica, financiera, militar y de seguridad, en el noroeste africano; la instalación de sedes diplomáticas consulares en Dajla, la antigua Villa Cisneros del Sáhara español; la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos; los intentos de asfixiar la industria marroquí por parte argelina, al dar por finalizado el contrato de suministro de gas de Argelia a España y Portugal, dejando un remanente en Marruecos, como peaje por el gasoducto Magreb-Europa que transcurre por territorio marroquí con 540 kilómetros; la entrada de la fuerza militarizada independiente rusa Wagner en la región del Sáhara-Sahel; las repetidas maniobras militares bilaterales y multilaterales lideradas por Estados Unidos y Gran Bretaña con Marruecos y otros países del región. Todo esto no estaba en el orden del día de la reunión del Consejo de Seguridad, pero, sin embargo, ha pesado en los debates de la Resolución sobre el Sáhara Occidental.

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Hay un nuevo orden geopolítico y estratégico en la región, y así hay que entender las propuestas e intervenciones de los principales actores: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, China y Rusia, además de los países concernidos, Marruecos y Argelia. Así hay que entender la idea formulada por el proyecto estadounidense sometido al Consejo de Seguridad sobre la necesidad de “alinear el enfoque estratégico de la MINURSO”, que puede entenderse como una revisión de sus fundamentos, del formato de su aplicación y de objetivos de la misión onusiana.

La Resolución 2602 del 29 de octubre 2021 no varía mucho con las anteriores sobre el conflicto, aunque sí hay aspectos que la diferencian claramente.

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Es cierto que, tras los intensos debates previos a la votación, ha sido incluido en la misma “la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el contexto de los acuerdos y en conformidad con los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, y tomando nota del papel y las responsabilidades de las partes a este respecto”. Sin embargo, ni el Frente Polisario, ni Argelia a través de su extensa red de influencias, han podido incluir “el referéndum de autodeterminación” como forma incuestionable de expresar este consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental. Es decir, que el Consejo de Seguridad deja abiertas otras opciones para expresar esa “libre determinación”, como pueden ser la participación de la población en elecciones políticas libres tal como se ha realizado en el territorio del Sáhara en los pasados comicios en septiembre; e incluso la opinión de “las asambleas y órganos electos” como fue en su tiempo la djemaa en el momento de la descolonización, o el posicionamiento sobre el mismo de ayuntamientos, consejos provinciales y regionales en la parte marroquí, y de organismos populares, sindicatos, organizaciones juveniles sean o no del Frente Polisario en los campamentos de refugiados en Tinduf y en la diáspora.

Pero quizás lo más llamativo de la resolución es que rechaza en el fondo y en la forma “las medidas unilaterales” adoptadas por el Frente Polisario en los últimos meses, al romper unilateralmente el acuerdo de cese el fuego firmado en 1991 y la reanudación de acciones guerreras.  La declaración insta a las partes “a respetar los acuerdos militares firmados en 1991”.

Igualmente significativo es la reiteración en la declaración del apoyo del Consejo de Seguridad, del secretario general de la ONU y de su enviado especial Staffan de Mistura, que toma el mando el 1 de noviembre, a la fórmula adoptada por el exenviado especial anterior Kohler de realizar “mesas redondas con la participación de Marruecos, Argelia, Mauritania y el Polisario” para buscar soluciones “realistas y duraderas” al conflicto. Pocos días antes de la reunión del Consejo, Argelia declaró públicamente que “rechaza la fórmula de las mesas redondas”; a pesar de ello, el Consejo ha reiterado que es el esquema idóneo para avanzar en las discusiones.

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En cuanto al controvertido tema de “los derechos humanos” el Consejo insta a las dos partes a avanzar en el respeto de los derechos y libertades, tanto en el territorio del Sáhara en Marruecos, como en los campamentos de refugiados en Tinduf, algo esto último que ni el Frente Polisario ni Argelia, puesto que se trata de su territorio, admitían. De cualquier manera, el Consejo de Seguridad no incluye la supervisión de los derechos humanos como tarea de la MINURSO, como pretendía el movimiento independentista saharaui.

Un aspecto igualmente interesante es el derecho de la MINURSO “a reunirse con todos los interlocutores”, sin especificar cuáles. ¿Puede hacerlo con los miembros de la delegación de Marruecos que ha participado en las discusiones de Suiza y que incluía saharauis electos en las instituciones existentes en el Territorio? ¿Puede hacerlo con otros representantes de facciones saharauis, como el Movimiento de Saharauis por la Paz, o la fracción disidente del Polisario Jat Achahid?¿Puede hacerlo con los argelinos? ¿Con los mauritanos?

De cualquier manera, aunque esos cambios son algo cosméticos y no varían en el fondo con las resoluciones sobre la cuestión tomadas en reuniones anteriores, quien ha salido más beneficiado en conjunto ha sido Marruecos, frente al Frente Polisario y Argelia, que no han conseguido prácticamente ninguno de sus objetivos.

AFP/FADEL SENNA - Puesto fronterizo entre Marruecos y Mauritania en Guerguerat, situado en el Sáhara Occidental, el 24 de noviembre de 2020

Llama por ello la atención el voto emitido este viernes pasado. La resolución ha sido aprobada por 13 miembros, con los otros dos, Rusia y Túnez, que se han abstenido. Moscú no ha querido dejar en mala posición a su tradicional aliado Argel; y Túnez ha optado por abstenerse para no enemistarse con su vecino del oeste, en estos momentos críticos que atraviesa el panorama político tunecino. Lo llamativo, sin embargo, es que 5 de los 10 miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que han apoyado la Resolución 1602, han reconocido en el pasado, y algunos lo sigue en la actualidad, a la República proclamada por el Frente Polisario (RASD): Kenia, Vietnam, India, México y San Vicente y las islas Granadinas. Lo que puede interpretarse como un llamamiento al pragmatismo, al realismo y a la solución consensuada del conflicto

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