Francia puede y debe apoyar a África en la gestión de la nueva pandemia

COVID-19 en África, el otro reto francés

AFP/JOHANNA GERON - El presidente de Francia, Emmanuel Macron (segundo izq.) junto a los presidentes de Mali, Ibrahim Boubacar Keita (izq.), Chad, Idriss Deby, y el de Níger Mahamadou Issoufou (dcha.) en el Palacio del Elíseo

La forma en que la COVID-19 está afectando a países desarrollados lanza los peores presagios de lo que se cierne sobre el continente africano. Un continente que, en regiones como la de los Grandes Lagos, acaba de decir adiós tras años de lucha a otro virus, el del ébola. La forma en la que los organismos internacionales y los países con más capacidades apoyen a aquellos con sistemas sanitarios más frágiles será clave para que la mortandad de esta pandemia no se dispare allí. 

En el caso de una parte importante de África, Francia tiene la posibilidad, y también el deber, de encabezar el apoyo en la lucha contra la COVID-19. Francia mantiene, en el marco de acuerdos bilaterales, importantes fuerzas de presencia – alrededor de 3.700 efectivos – en algunos países de África occidental como Senegal, Costa de Marfil o Gabón, además de las que tienen desplegadas en Yibuti, de manera independiente de otras misiones, como la operación Barkhane. A través de esta presencia permanente, pero también con las capacidades de otras misiones y operaciones europeas o internacionales, se puede contribuir a las labores de contención, de desinfección y, en su caso, de formación en esos ámbitos específicos a los países en los que se encuentren desplegadas, aparte del apoyo logístico y sanitario que puedan prestar. La influencia de Francia como antigua metrópoli coincide además con muchos de los países cuyo sistema de salud público presenta una mayor debilidad, como con los de la zona de África occidental y África central. 

Fortaleza de los sistemas de salud pública en África

Hasta ahora, en África las cifras oficiales apenas superan los 11.000 casos confirmados, concentrándose la mayoría de ellos en Marruecos, Argelia, Egipto y Sudáfrica, que son precisamente los países que mejores sistemas sanitarios han desarrollado. Eso plantea la duda de si una menor capacidad sanitaria implica una peor detección y, por tanto, que la situación en algunos países sea, a día de hoy, más grave de lo que las cifras oficiales muestran. 

Países de África occidental como Burkina Faso, Costa de Marfil o Ghana, y otros de África central, como Camerún, acumulan ya varios centenares de casos confirmados, según datos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de la Unión Africana (Africa CDC). De hecho, el Africa Center for Strategic Studies (ACSS, por sus siglas en inglés), en un estudio publicado el pasado 3 de abril, señalaba múltiples factores que podrían afectar al desarrollo de la pandemia en el continente. El estudio indicaba que los países que se verían más afectados, en una primera fase, serían aquellos con una mayor exposición al turismo – Marruecos, Sudáfrica y Egipto – y que, en fases posteriores, entrarían en juego el resto de factores, por lo que se debería prestar atención a otros países de cara a la prevención y contención de la COVID-19.

Factores y riesgo en la próxima fase de la pandemia

Entre las posibilidades que la presencia militar de misiones internacionales o europeas puede ofrecer, por número de efectivos las europeas son las más limitadas, que no por capacidades o preparación de su personal. Con respecto a las misiones tipo EUTM, las tareas de formación ya están, de hecho, suspendidas, y algunos países se plantean incluso la retirada de sus contingentes. Las misiones de Naciones Unidas, mucho más numerosas, tanto en el continente como por efectivos y número de contribuyentes, podrían quizás adaptar su mandato para incluir en él el apoyo en el control de la propagación de la epidemia, poniendo a disposición de los países en los que se ubiquen las misiones sus medios sanitarios y logísticos (dentro de las capacidades disponibles). 

A esto se le podría sumar las citadas fuerzas de presencia francesas, cuyos contingentes más grandes se encuentran en Costa de Marfil y Yibuti. Es necesario esperar al desarrollo de las próximas semanas para ver si se producen avances políticos y militares para la posible utilización de estos medios humanos y materiales, que tienen la ventaja de estar ya sobre el terreno. 

Desde el ámbito económico y sanitario, Francia también está anunciando medidas para apoyar al continente africano en la lucha contra la pandemia. Este miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores Jean-Yves Le Drian anunciaba en la comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional la movilización de entre 1.200 y 1.500 millones de euros para respaldar económicamente a África y otras regiones vulnerables, de los que alrededor de un 75% serán en concepto de préstamos y el resto en donaciones. 

Los receptores de esta ayuda económica serán los 19 países – 18 africanos más Haití – que la diplomacia francesa considera prioritarios: Benín, Burkina Faso, Burundi, Chad, Comoras, Yibuti, Etiopía, Gambia, Guinea, Liberia, Madagascar, Mali, Mauritania, Níger, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Senegal y Togo. Si vamos de lo macro a lo micro, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) junto con el Instituto Nacional de la Sanidad y la Investigación Médica (Irsem), están también implementando un proyecto denominado Aphro-Cov que han dotado con 1,5 millones de euros. A través de este mecanismo, se busca el fortalecimiento de las capacidades de tratamiento de enfermedades infecciosas, la mejora del sistema de alerta temprana y el seguimiento de casos sospechosos. Aphro-Cov se llevará a cabo en cinco países del África francófona: Burkina Faso, Costa de Marfil, Gabón, Malí y Senegal. Sin embargo, como en toda crisis, no solo debe haber hechos y resultados, sino que deben ir acompañados de una buena comunicación.

El 1 de abril, dos científicos franceses dieron paso a la polémica cuando, de forma muy desacertada, propusieron probar algunos de los tratamientos y vacunas en desarrollo en el continente africano. La casi unanimidad de la crítica a tan desafortunadas palabras vino de la mano de la desinformación que propicia la inmediatez y el anonimato de las redes sociales. El debate, aunque tenía a Francia y su relación con las antiguas colonias como principal objetivo, enseguida se extendió al conjunto de los países desarrollados – y occidentales –, a grandes empresas farmacéuticas y todo tipo de teorías de la conspiración que la crisis de la COVID-19 tanto está estimulando. Este tipo de errores debe evitarse con una narrativa adecuada. 

Tratamientos que se están probando en los diferentes países

Como se puede observar en la tabla de más arriba, ningún tratamiento de los que están siendo probados en pacientes con COVID-19 se realiza en algún país africano. Lo mismo ocurre con las posibles vacunas, cuyas pruebas más avanzadas se están realizando en China, Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos y Australia. Junto a los datos relativos a este nuevo virus, el investigador Fred Eboko, muy vinculado a las políticas públicas relacionadas con el ámbito sanitario y, en particular, con el continente africano, aportaba una visión mucho más amplia sobre la relación entre las pruebas de vacunas y medicamentos y África. 

En una tribuna, en Le Monde, el investigador defendía que no hay un vínculo en la actualidad entre el continente y la preferencia de llevar a cabo en él ensayos clínicos, pues es este un ámbito en el que África suele quedar bastante marginada. Añade, incluso, que estar tan relegada de los ensayos clínicos resulta incluso perjudicial para la sanidad africana, que debe profundizar en el establecimiento de protocolos, también éticos, para llevarlos a cabo, y eso solo puede suceder siendo también parte interesada en el desarrollo de los ensayos. La pandemia de la COVID-19 dejará muchas lecciones por aprender en ámbitos muy diferentes: desde el sanitario al laboral, pasando por las cuestiones relacionadas con la logística, pero también con el liderazgo y la comunicación, éstas últimas, lecciones imprescindibles para todas las crisis.

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