Cronología de una crisis sanitaria mundial que deja centenares de miles de muertos y millones de afectados en todo el mundo

COVID-19: la pandemia que llegó para instalarse, de momento

AFP/NICOLAS ASFOURI - Un ingeniero muestra un modelo plástico del coronavirus en el Laboratorio de Control de Calidad de las instalaciones de Sinovac Biotech en Pekín, China

Lo que empezó siendo como una ‘especie de gripe’ con punto de partida en China se ha convertido en una pandemia global que está asolando al mundo entero, con 344.000 fallecimientos y más de cinco millones de casos diagnosticados a lo largo y ancho del globo terráqueo. Los últimos meses muestran una siniestra cronología que llega hasta el punto actual, tratando de llevar a cabo un proceso de desescalada mitigando las medidas de confinamiento y distanciamiento social impuestas por los gobiernos para atajar este problema de salud global. 

Oficialmente, todo arrancó el pasado 31 de diciembre, cuando China notificó por primera vez a la Organización Mundial de la Salud (OMS) casos de un tipo de gripe, o neumonía incluso, desconocida hasta ahora; los cuales se confirmaron entre el 12 y el 29 de diciembre. El epicentro se situó en Wuhan, localidad de la provincia de Hubei, donde las autoridades del gigante asiático sellaron un mercado de mariscos tras identificarlo como posible fuente del brote de coronavirus causante de la actual enfermedad COVID-19.

Mercado de mariscos de Wuhan cerrado, en la provincia de Hubei, China, el 10 de enero de 2020; está vinculado al brote de la neumonía causada por la nueva cepa del coronavirus

El 7 de enero el país asiático ya declaró que la enfermedad estaba causada por el nuevo tipo de coronavirus y el 11 de enero informó de la primera muerte, un hombre de 63 años que había estado en el citado mercado de Wuhan. El 21 de enero el Gobierno chino reveló que el virus se había transmitido ya de persona a persona y Estados Unidos anunció su primera infección, lo que era el primer caso oficial fuera de Asia. Ya en este punto la OMS empezó a evaluar la consideración de un estado de emergencia ante el nuevo enemigo de la salud. 

Policías paramilitares en la Plaza de Tiananmen en Pekín, China

En esta etapa inicial ya hubo propagación a otros núcleos de China, como Shanghái o Pekín, y a otros países asiáticos como Tailandia, Corea del Sur o Taiwán. Poco después, el 23 de enero, ya había 17 muertes contabilizadas por el régimen comunista, que decretó el aislamiento de tres ciudades. 

El 30 de enero, la OMS ya declaró la emergencia sanitaria mundial porque el número de víctimas mortales ascendió en China a 170. Ya el día siguiente, el número de casos superaba los 9.900 y desde la vecina Hong Kong, se señalaba que solamente en Wuhan podría haber hasta 75.000 afectados. 

Por estos días, Reino Unido comunicó su primer contagio por la COVID-19, un estudiante de York; entre la alerta sobre que la situación podría estar fuera de control, como señaló el responsable médico Chris Witte. Justo cuando ya se conocían casos en España, Suecia y Rusia. En territorio español, el primer contagio detectado se dio en la isla canaria de La Gomera justo en el inicio del mes de febrero. 

El presidente de China, Xi Jinping

El 2 de febrero llegó el primer deceso fuera de China, concretamente, en Filipinas. Mientras, China decidió ‘cerrar’ prácticamente el país, afectando a la movilidad de más de 60 millones de personas. En este punto, varios países habían enviado ya aviones para evacuar a compatriotas que estaban en Wuhan, instaurando a su vez restricciones de viajes al país asiático. 

El 6 de febrero Reino Unido anunció tres casos de coronavirus y se confirmaron 1.000 en la provincia china de Zhejiang y más de 10.000 en Wuhan. Además, se anunció la muerte del doctor Li Wenliang, quien advirtió al mundo sobre el coronavirus y se enfrentaba a cargos acusado por el Estado chino de difundir rumores y amenazar la seguridad nacional. 

Ya el 15 de febrero se produjo la primera muerte fuera de Asia, la de un turista chino de 80 años en Francia y, además, se detectaron 355 afectados a bordo del famoso crucero Diamond Princess, lo que significaba el mayor grupo de contagiados fuera de China. Una cifra que ascendió rápidamente a más de 600 y que empezó a dejar muertes, como la de dos pasajeros japoneses que fueron trasladados a Japón y que acabaron pereciendo allí. 

A finales de febrero los expertos ya hablaban de pandemia mundial, con dos países muy afectados que vieron cómo el número de afectados crecía a pasos agigantados en su seno: Italia y Corea del Sur. Dos naciones que tuvieron una respuesta a la crisis sanitaria bien diferente, ya que los surcoreanos lograron atajarla de una manera más eficiente. Por estas fechas, cerca de 50.000 personas de 12 ciudades italianas fueron puestas en cuarentena. 

Personal médico traslada a un paciente hacia un helicóptero en el Hospital Emile Muller de Mulhouse, Francia, el 22 de marzo de 2020

El 27 de febrero, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, advirtió que la epidemia estaba en marcha, al tiempo que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, declaraba que el riesgo para los norteamericanos era bajo, lo cual luego se demostraría que no era verdad. Por su parte, el reino de Arabia Saudí anunció la prohibición de entrar en su territorio para visitar la Mezquita del Profeta. 

Reino Unido publicó un plan de emergencia el 3 de marzo, cuando el número de víctimas superaba las 50; y el 9 de marzo Italia anunció restricciones y cierres de todas las tiendas del país, excepto las de alimentación y farmacias. 

El 11 de marzo, la OMS declaró la pandemia global, después de que los casos mundiales superaran los 100.000, con un elevado número de fallecimientos. El director general de la entidad, Tedros Adhanom Ghebreyesus, indicó que el número de casos fuera de China se había multiplicado por 13 en dos semanas, condenando la inacción en varios países para enfrentar la problemática. Mientras, en EEUU los casos ya superaban los 1.000, con un Donald Trump que empezaba a ver que el problema era mucho mayor de lo que decía y que, además, se enfrentó con la propia OMS por la gestión que se estaba haciendo de la crisis. 

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus

Precisamente, la Administración Trump ya declaró el 13 de marzo la emergencia nacional en la nación, asignando 50.000 millones de dólares para luchar contra el virus. 

Otra autoridad política de relieve que se había mostrado bastante despreocupado, como Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, se empezó a dar cuenta de la gravedad del asunto y el 16 de marzo instó a evitar lugares públicos para frenar los contagios. Cabe reseñar que incluso el propio dirigente británico se contagió y estuvo ingresado en el hospital con una fuerte neumonía. El cierre total en Gran Bretaña fue decretado el 23 de marzo, justo cuando Italia superaba en víctimas a China incluso. 

El 25 de marzo, las muertes en España superaron las oficialmente declaradas por China e Italia (aunque hay divergencias sobre los casos que realmente eran cuantificados, dependiendo de si se habían realizado pruebas de detección o no; e incluso dudas sobre las cifras aportadas por el régimen chino).

Y ya por estas fechas, EEUU anunció ya un paquete de medidas de estímulo de 2 billones de dólares, tras superar a Italia y España en número de casos por coronavirus, y Francia extendió los cierres.

El 3 de abril los casos en todo el mundo superaban el millón, con más de 52.000 muertes y el 6 de abril España e Italia veían cómo el número de muertes descendía de forma alentadora. Mientras, en EEUU esta cifra llegaba a los 10.000 y en el mundo a 72.000. El 10 de abril el país norteamericano registró el mayor número de muertes con 1.858 y Reino Unido el suyo con 980. 

Ya el 13 de abril, la OMS alertó que había informes sobre pacientes que volvían a dar positivo en las pruebas de detección del coronavirus a pesar de su recuperación. Y el 15 de abril, EEUU ocupaba el primer lugar del planeta con 636.000 casos registrados, mientras la cifra global llegaba a los dos millones. 

A finales de abril, los expertos criticaron duramente la postura de Donald Trump. Llegando, por otro lado, el Ramadán, que obligó a medidas restrictivas como limitación de viajes y cierre de mezquitas en países del ámbito musulmán. 

El 28 de abril, el número de afectados llegaba a los tres millones, con 200.000 decesos. Y el Ejecutivo norteamericano de Donald Trump anunció la suspensión de fondos para la OMS. A mediados del mes pasado ya había cierto relajamiento de medidas de movilidad y confinamiento en países como España e Italia, a pesar de las advertencias de la OMS sobre la precaución que todavía se debía tener. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la sesión informativa sobre la COVID-19 en la Casa Blanca, el 15 de abril de 2020

El 4 de mayo Reino Unido contabilizó el menor número de muertes desde el 30 de marzo, con 288, e Italia reabrió parques, bares y restaurantes, con la vuelta al trabajo de unos cuatro millones de personas. Mientras, España confirmó la menor tasa de mortalidad desde marzo. 

El 6 de mayo, Gran Bretaña se situó a la cabeza de muertes en Europa, con 30.000; y el 13 de ese mismo mes, la Unión Europea presentó un plan para aliviar las restricciones fronterizas durante el verano para favorecer el importante sector turístico, algo aprovechado por el Gobierno español de Pedro Sánchez, que anunció este mismo fin de semana la intención de recibir turistas ya el próximo mes de julio. A mediados de este mes ya había preocupación por un elevado número de víctimas en EEUU, Brasil y Rusia y científicos de diversas partes del mundo indicaban que el coronavirus podría no haber sido detectado en uno de cada cuatro personas con síntomas. 

Sala de cultivo de células en las instalaciones de Sinovac Biotech en Pekín, China

Precisamente, a finales de este mes de mayo hay mayores signos de relajación en cuanto a las medidas implementadas por los gobiernos para frenar la propagación de la COVID-19, ante el descenso de las tasas diarias de contagios, mientras se sigue investigando a marchas forzadas para encontrar un fármaco o vacuna útil, con progresos como el de la farmacéutica Moderna Therapeutics o el desarrollado en China con buenos resultados incluso en primeras fases de pruebas hechas en humanos. 

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