Dajla, el punto de encuentro entre religiones
Dajla está siendo escenario del entendimiento, tanto de culturas como de religiones. La ciudad, ubicada en la zona del Sáhara Occidental y considerada por Marruecos como una provincia del sur, ha sido el lugar elegido para que nacionalidades, pertenecientes a los países del norte de África y Oriente Medio, se reúnan con un fin: confraternizar y aunar en el entendimiento entre culturas y religiones.
El evento, organizado por URI MENA, celebra su decimoséptima edición en un contexto en el que las diferencias entre las religiones siguen siendo un elemento de discordia. Por esta razón con iniciativas como las propuestas por URI MENA se brinda la oportunidad de dar paso a medidas que unen al ser humano en un momento en el que las divisiones son más que notorias. La celebración de eventos que apuesten por el entendimiento y la convivencia implican necesariamente la lucha y la apuesta por la tolerancia, y así lo han querido demostrar.
A través de conferencias, coloquios, trabajos conjuntos y convivencias, la Organización ha organizado una serie de jornadas con las que se quiere aportar ideas, claves y proyectos para poder conseguir este fin.
Ejemplo de esto ha sido una de las partes del congreso en el que se ha invitado a representantes de la religión tanto islámica como hebrea para exponer la necesidad de trabajar de forma conjunta, bajo el espíritu de la convivencia pacífica. Con este encuentro se pretende fomentar ese entendimiento cultural y religioso que alcanzó su auge en los Acuerdos de Abraham. Sin embargo, estos acuerdos ni siquiera fueron el inicio para dar paso al entendimiento y a la convivencia cultural entre musulmanes y judíos. Los acuerdos abrahámicos fueron una escenificación, de forma oficial, de lo que diferentes países árabes e Israel querían conseguir y por lo que llevaban trabajando diversos años: el acercamiento y el entendimiento mutuo. Precisamente es en Marruecos donde existe todavía una importante comunidad judía, sobre todo de judíos sefardíes, por lo que la cercanía y la comprensión conjunta siguen siendo piezas claves tanto para la cultura marroquí como para la hebrea.
Además de tender puentes entre culturas, el evento pretende recoger las claves para frenar y hacer frente al extremismo violento y al terrorismo a través de una herramienta clave: el diálogo interconfesional. En la actualidad, el terrorismo sigue siendo una de las principales amenazas para la seguridad internacional. A pesar de que el Daesh consiguió erradicarse de países como Siria e Irak, este está despertando de su letargo, lo que amenaza directamente a la estabilidad de estos países, ya de por sí volátiles y frágiles.
Cada vez son más los estados y las instituciones que apuestan por el diálogo religioso como herramienta de cambio. A pesar de que la violencia sigue ligada de forma intrínseca a los conflictos, el diálogo y la diplomacia ya han demostrado ser las vías más humanas para tratar de poner una solución a cualquier desavenencia.
Por otro lado, el Sahel es una de las regiones que más terroristas está albergando en la actualidad. Su proximidad con el norte de África, incluso con Europa es clave para que estos grupos cumplan uno de sus cometidos: sembrar la discordia junto con el caos y atentar contra la convivencia pacífica a través del terror. A pesar de las actuales y necesarias medidas de seguridad y defensa que velan por la integridad de todos los ciudadanos, la educación y el conocimiento son dos conceptos que necesitan ser cultivados y difundidos a la sociedad.
Por ello, en eventos como estos se reflejan nuestras herramientas más necesarias: la educación y el diálogo para alejarse del conflicto, la no convivencia y la intolerancia. La confrontación y la violencia jamás han sido los medios para conseguir la estabilidad de los países, aunque a veces esta haya sido la opción imperante. Con este espíritu, Marruecos hace de anfitrión de un evento cargado de importancia debido a los objetivos que desea cumplir: apostar por el diálogo y por la convivencia en un mundo volátil y multipolar que a veces olvida estas dos herramientas fundamentales. El fin continúa siendo el mismo: seguir trabajando en ese camino de hacer un mundo más pacífico y, en definitiva, más humano.
