El empoderamiento económico ofrece a las mujeres las herramientas para poder vivir solas y cuidar de sus familias sin necesidad de estar sometidas a un hombre

Desarrollo económico e independencia de la mujer en África

AFP PHOTO/FLORENT VERGNES - Mujer africana

En muchas partes de África subsahariana a las mujeres se les ha inculcado durante siglos que deben tolerar los malos tratos, servir al hombre y sus caprichos y aguantar todas las injusticias y abusos que pueda cometer. Él es el cabeza de familia y mujer e hijos están sometidos a él. A pesar de eso, tradicionalmente, ha sido el marido el que más a menudo se ha divorciado de su pareja. Esto, en muchas ocasiones, suponía dejar a la mujer en la indigencia, sin medios para subsistir y, posiblemente, imposibilitada de acceder a sus descendientes. Las mujeres eran más reticentes a solicitar el divorcio. La sociedad tradicional lo veía con malos ojos. Pero era sobre todo la falta de medios económicos para mantenerse lo que retenía a la mayoría de ellas, atrapadas en matrimonios que podían resultar una auténtica pesadilla.

Por eso, cuando algunas mujeres, gracias a proyectos de desarrollo, acceden a ingresos propios y ven que los maridos mantienen sus actitudes y, además, quieren manejar las ganancias de las esposas, ellas optan por dejarles.

Este es un fenómeno que se aprecia por todo el continente. Sirva de ejemplo la historia de Hawoua, casada a los 14 años con un hombre de 30. Ella quería seguir estudiando, pero su marido le dijo que eso era una pérdida de dinero y tiempo. Entonces le pidió que le permitiera aprende un oficio, a lo que él también se negó alegando que su trabajo era darle hijos y cuidar de la casa. No podía salir de ella sin el permiso de él, ni incluso para ir al mercado. Si desobedecía, el castigo que le esperaba solía ser bastante severo. Tras dos hijos y cinco años de matrimonio, no aguantó más. Huyó del hogar, volvió al de sus padres. Estos le dijeron que estaba casada y debía obedecer y ser paciente con su marido, que ese era el rol de la mujer. No se resignó. Con la ayuda de una amiga conoció a una ONG que la formó como costurera. Hoy, Hawoua gestiona su propio taller y vive de su trabajo. Es independiente. Tiene un novio y dice que lo más posible es que nunca se case con él, que pueden estar juntos sin formalizar la unión y, si a él no le gusta la idea, tendrá que irse.

Este ejemplo sirve para mostrar las decisiones que muchas mujeres toman en el momento en el que tienen acceso a medios económicos que les permiten gozar de independencia y decidir sobre su propia vida. Es verdad que este fenómeno se aprecia más en las zonas urbanas que en las rurales, donde la tradición se encuentra más presente y coarta la libertad de las mujeres.

Y a pesar de esta tendencia, las estadísticas afirman que la cifra de divorcios en África subsahariana no ha aumentado en la última década. Que se mantiene estable o que incluso ha disminuido ligeramente en algunos países. La verdad es que no son muchos los datos existentes, pero los pocos estudios realizados sobre este tema así lo aseguran.

¿A qué se debe esta aparente contradicción? A la mayor escolarización de las chicas. Esto permite su acceso al mercado de trabajo otorgándoles más libertad de elección. De igual manera, influye el cambio sociocultural que se experimenta en muchas partes del continente, especialmente en las zonas urbanas. Poco a poco desaparecen los matrimonios convenidos entre familias o los de menores. Ahora, las mujeres se casan más tarde y eligen a sus parejas, lo que conduce a una mayor estabilidad del matrimonio e igualdad entre los cónyuges.

En la lucha contra los matrimonios precoces, que a menudo son los que más terminan en divorcio, bastantes Estados africanos han dictado leyes que los penalizan, lo que ha facilitado su reducción paulatina. Aunque con la pandemia de COVID-19 se ha registrado un ligero aumento de estos.

Pero también son muchas las jóvenes que optan por no casarse. Tienen un trabajo que les otorga la independencia económica necesaria para mantenerse y criar a sus hijos si deciden tenerlos. El cambio social que se vive en muchas de las grandes urbes del continente también facilita estos nuevos modelos de familia que tradicionalmente no se toleraban.

La mujer se empodera y la educación está en la base de este fenómeno, pero los efectos negativos que la pandemia de COVID-19 ha tenido sobre la escolarización de las niñas y en las medidas para la reducción de la pobreza pueden revertir, también, estos logros.

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