Descontento ante la falta de democracia interna en el Partido Justicia y Desarrollo
Tras el batacazo del Partido Justicia y Desarrollo en las elecciones legislativas, regionales y municipales del pasado 8 de septiembre, su secretario general, Saad Eddine El Othmani, junto a toda la cúpula de la formación, anunciaron la dimisión en bloque. Este descalabro electoral ponía fin a una década de gobierno de los islamistas, que, cercanos a la esfera ideológica de los Hermanos Musulmanes, alcanzaron el poder en el escenario de la Primavera Árabe y consiguieron hacerse con holgadas victorias en tres comicios diferentes.
Algunas de las políticas que más impulsaron la pérdida de popularidad del exjefe de Gobierno, El Othmani, fueron la normalización de relaciones diplomáticas con Israel –en el marco de los Acuerdos de Abraham –, el refuerzo del francés en la educación o la legalización del cannabis por cuestiones médicas. Varias medidas de las cuales muchas eran totalmente contrarias a la ideología del partido. Además, el seguimiento casi religioso de las directivas del monarca Mohamed VI, junto a las dificultades derivadas de la crisis sanitaria del coronavirus, terminaron por llevar al PJD a abandonar el poder, el cual ahora ostenta la formación Reagrupación Nacional de Independientes (RNI).
En este contexto, el pasado mes octubre, tras la celebración de un congreso extraordinario para escoger al nuevo secretario general, el carismático y popular expresidente de Marruecos, Abdelilah Benkirán, regresaba a la dirección del PJD. El político fue designado por una aplastante mayoría – más de un 81% de los votos –, como el encargado de solucionar las discrepancias internas y mejorar la posición del partido en el escenario político nacional.
No obstante, la llegada de Benkirán al partido –que traía consigo amplias expectativas sobre la restauración de los “mecanismos democráticos internos”– ha resultado ser decepcionante para las filas de base y los miembros de la formación. Los integrantes del PJD esperaban el comunicado de una fecha y un programa definido de cara al siguiente congreso ordinario del partido, previsto para el próximo mes de diciembre. Sin embargo, la postura del nuevo secretario general ha sido la de conferirse a sí mismo un mandato abierto, en el que la fecha de la conferencia nacional todavía no ha sido fijada. Esta actitud ha sido denunciada por diversos miembros de la organización, que sostienen que afecta directamente a la democracia interna y a la deliberación sobre el funcionamiento y gestión del partido.
Según ha recogido el medio emiratí Al-Ain News, diversas fuentes del propio Partido Justicia y Desarrollo han cuestionado el “chantaje” de Benkirán, al que acusan de posicionar a los seguidores y miembros del PJD ante una disyuntiva. U optan por un dirigente “malo” (que continúe desarrollando su política de control del partido y excluyendo a sus disidentes), o por uno “peor” (que termine por dejar al PJD sin representación parlamentaria); sin considerar, en ningún caso, la entrada de figuras jóvenes y renovadas en la cúpula del partido.
De este modo, el secretario general se ha promocionado como el “salvador” de la formación islámica frente al fracaso electoral de septiembre, pese a que parece estar posicionándose en la línea de subordinación de todas las decisiones a su propia autoridad.
Ahora bien, la estrategia de Abdelilah Benkirán ha variado razonablemente desde que en 2017 abandonase la Presidencia del Reino. Mientras que, por aquel entonces, su postura era más bien distante de la Casa Real marroquí –lo que le valió el apoyo popular durante las elecciones de 2011 y 2016, y quedó claramente de manifiesto en una entrevista en 2016, donde declaró en que "no estaba obligado a complacer al rey, solo a Dios que me creó a mí y a mi madre"–, en la actualidad el secretario está tratando de presentar al partido de forma algo más moderada. Así, Benkirán pretende seguir una senda algo más cercana a la Monarquía, responsable y sin tanto ruido mediático.
