El difícil camino hacia la paz

Diplomacia, un concepto a rescatar

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“Los hombres de Estado serán juzgados por la historia en función de su habilidad para asumir los cambios y, sobre todo, por su capacidad para preservar la paz.” Henry Kissinger, Diplomacia.

1. Introducción.

En su acepción clásica “la DIPLOMACIA consiste en acercar puntos de vista divergentes a través del camino de la negociación.” Y ésta, a su vez, solo podría ejercerse dentro del contexto de un orden internacional reconocido como legítimo.1.

El mundo de hoy se caracteriza por la ausencia de un equilibrio estable2. Hay varias definiciones de equilibrio y una que parece darse hoy en día, es la de: “Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente”. Sin embargo, existe otra a la que deberíamos aspirar; “Actos de contemporización, prudencia o astucia, encaminados a sostener una situación, actitud, opinión, etc., insegura o dificultosa”.

El sistema de equilibrio de poder no se proponía evitar crisis o guerras pues cuando funciona debidamente limita la capacidad de unos estados para dominar a otros y, al mismo tiempo, reduce el posible alcance de los conflictos. Su meta no es tanto la paz sino la estabilidad y la moderación.
El hecho es que rara vez se han dado sistemas de equilibrio de poder a lo largo de la historia. Excepciones serían los equilibrios entre las ciudades-estado en la antigua Grecia, la Italia del renacimiento y la generada con la Paz de Westfalia en 1648 (estados con fuerzas equiparables, rectores del orden mundial).

2. ¿Dónde queda la diplomacia en ambos supuestos? 

La diplomacia es una profesión y esta profesión, requiere un largo aprendizaje. ¿Existen hoy interlocutores válidos para restablecer el equilibrio? ¿Existe hoy un Castlereagh; ministro de Asuntos Exteriores inglés, artesano de la negociación o un Metternich, ¿su homólogo austriaco, como en aquel congreso de Viena de 1815? Es decir, ¿existen constructores de un sistema en donde las fuerzas se equilibren y una doctrina de la legitimidad que abogue por ser guardián de la misma?

Podemos señalar algunos valores fundamentales que constituyen el marco del trabajo diplomático. Hacer prevalecer la justicia sobre la fuerza, porque la fuerza es la madre de la anarquía y la violencia. El diplomático interviene a través de la discusión, la negociación, y la paciencia. La esencia de la diplomacia es entender al “otro”, ya sea un socio comercial, un adversario estratégico o un aliado ideológico, y siempre es el “otro” el que está en cuestión. Ya sea que negocie, presione, amenace, intercambie o haga la guerra, el Estado siempre está en relación con “el otro”. El instrumento privilegiado para el encuentro con el “otro” es, en el escenario internacional, la negociación diplomática.

Ser diplomático es ponerse en el lugar de su interlocutor y esto, de entrada, no es así y es una ardua tarea. Se ha señalado que la guerra es autodeterminada, mientras que la paz, como todo acuerdo comercial, se negocia.

Para llevar a cabo una política exterior eficaz, es esencial ser consciente del carácter exterior de otras naciones, del hecho que tienen objetivos y preocupaciones, experiencias y esperanzas, reflejos y recuerdos diferentes. Una diplomacia hábil no sólo sabe burlar los designios hostiles, sino también aprovechar las diferencias.

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3. El momento ruso

“Estamos listos para negociar soluciones aceptables con todos los actores involucrados, pero depende de ellos. No somos nosotros los que nos negamos a negociar, son ellos”, insistió Vladimir Putin en una entrevista emitida por la televisión pública rusa. (Guerra en Ucrania. Putin asegura querer negociar la paz con Ucrania 22diciembre 2022).

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Mal comienzo para una negociación y todo un desafío a la diplomacia, si realmente alguna vez tuvo intención de iniciar ambas, teniendo en cuenta que fue Putin quien empezó el camino de la guerra. Si bien insistió en que fueron los complots extranjeros y Occidente, presentó esta ayuda no como el resultado, sino como la causa del conflicto. Putin, que es el agresor se posiciona ahora como defensor presentando al agredido como agresor.

Hay otro factor importante; el económico, caracterizado por un gran estancamiento. Moscú simplemente no está en condiciones de garantizar a sus ciudadanos una provisión de bienes esenciales -prosperidad y perspectiva de progreso- que igualen a a los de países occidentales. Ya lo reconoció Gorbachov, la URSS no estaba rodeada por ejércitos invencibles, sino por economías superiores.

"No tengo forma de defender mis fronteras sino extendiéndolas” Catalina la Grande3

Restaurar Rusia a su estatus histórico como imperio.

Zbigniew Brzeziński4 lo escribió en los años 90: sin Ucrania, Rusia ya no es un imperio. Putin era bien consciente de ello ya que el plan para Ucrania de 2014, derivó en la anexión de Crimea, a la que denomina “Nueva Rusia”; término tomado de la era de la colonización en el siglo XVIII de la zona Sur. 

Rusia nunca formó parte de Europa; según algunos analistas el Imperio Ruso ha llevado sus fuerzas militares a suelos extranjeros más que ninguna otra potencia. ¿Sentimiento de inseguridad, vocación mesiánica? ¿Hay límites geográficos para la nación rusa? Como le ocurrió a Europa, tendrá que dedicar gran parte de su energía a redefinir su propia identidad5.

El hecho es que desde Washington hasta París, desde Berlín hasta Kiev, todo el mundo sigue proclamando que hay que dar una oportunidad a la diplomacia. Este lenguaje, de hecho, ni siquiera es auto persuasivo: es razonable pensar que ni Emmanuel Macron, ni Joe Biden, ni Volodymyr Zelenskyy, en realidad, creen que la diplomacia tenga alguna esperanza de éxito. Esta ronda actual de diplomacia tiene un solo propósito: ganar tiempo. No pretende resolver los problemas relacionados con la agresión del Kremlin, sino ralentizar los acontecimientos hasta el punto de posponer o abandonar un ataque militar masivo contra Ucrania6. Según Timothy Garton Ash7, "lo peor que podemos hacer es impulsar las negociaciones de paz con Vladimir Putin, lo mejor que podemos hacer por la paz es aumentar nuestro apoyo militar, económico y humanitario a Ucrania, para que algún día poder negociar desde una posición de fuerza”.

4. ¿Es necesaria una reconstrucción del orden, así como del sistema internacional? 

Esta necesidad es quizás el desafío último para estadistas de nuestro tiempo. La Europa de otro tiempo; la que inventó los conceptos de Nación-Estado, soberanía y equilibrio de poder durante el largo periodo de casi tres siglos, hoy no existe. La Europa de hoy se ve, obligada por sus fundamentos, intentando lograr una Europa unificada; un esfuerzo que absorbe gran parte de sus energías8.

La responsabilidad primordial de Estados Unidos, Rusia, China e incluyo a la UE es construir un sistema internacional moderado; tarea titánica sin estadistas preparados y concienciados con este propósito. Y digo preparados porque hoy no existen y los que existen no están concienciados.

Las amenazas provienen del lado ruso y del lado chino pues estamos en manos de los dos dictadores corruptos más peligrosos del siglo XXI. Pero ni siquiera un golpe militar en Rusia, me temo, cambiaría el panorama, pues los posibles sucesores de Vladimir Putin asustan.

Xi Pin está detrás de apoderarse de Taiwán y controlar así el Mar de China y sus rutas marítimas. La percepción de China como amenaza no es la misma en Bruselas que en Washington.

Para los europeos del Este, la guerra entre Moscú y Kiev es fundamental. Para los estadounidenses, el conflicto en Ucrania es un epifenómeno. El objetivo prioritario de toda su estrategia es China y el problema de Taiwán. Esta diferencia de percepción es importante porque enfatiza un punto que conocemos desde hace mucho tiempo: los estadounidenses dan prioridad a Asia, no a Europa. Entonces los occidentales no forman un bloque y no tienen la misma visión estratégica. Aunque también hay similitudes entre Ucrania y Taiwán al ser los dos países más directamente expuestos a la amenaza de una hegemonía autoritaria (guerra de alta intensidad para los ucranianos, guerra de desgaste, ciberataques, provocaciones por violación de sus espacios aéreos y marítimos, para Taiwán) ambas naciones tienen la desgracia, de estar gobernadas por dos déspotas sin moral alguna.

Pero sigamos con la diplomacia término que no puede descansar en cualquiera.

5.    El arte de ser diplomático: persuasión9 , elocuencia, conocimiento y, paciencia.

Ser débil es dejarse desestabilizar por una situación. La diplomacia, por el contrario, significa mantener el control y eso comienza con mantener el control de uno mismo. Cuidado, por tanto, con las reacciones impulsivas. La diplomacia se basa principalmente en conocer y escuchar a los demás. Requiere empatía real. Aprender a negociar es fundamental para ejercer la profesión de diplomático. La diplomacia es “la gestión de las relaciones internacionales a través de la negociación”. Henry Kissinger escribirá que: "en su sentido clásico, la diplomacia consiste en reunir puntos de vista divergentes a través de la negociación". Nunca dejas de aprender cuando eres diplomático. Tienes que empezar por conocer los intereses específicos del país que representas. Esto suena obvio, pero requiere una actualización constante, ya que los intereses de un estado cambian con el tiempo.

Conocimiento: Luego, el diplomático debe tener un buen conocimiento del país en el que va a trabajar, su historia, su entorno natural y su vida política. Es imposible para quien estudia las relaciones internacionales llegar a una conclusión significativa sino ha sabido de antemano identificar el contexto histórico. La historia es la memoria de los estados (H.Kissinger,LE CHEMIN DE LA PAIX. 1973).

Elocuencia: Aprender la profesión de diplomático también requiere dominar la expresión oral. Como acertadamente señaló el ex ministro de Asuntos Exteriores francés Dominique de Villepin, “la diplomacia es performativa: sus palabras son hechos. Las palabras tienen importantes consecuencias legales y políticas”. Se trata de transmitir un mensaje. Y sobre todo para evitar malentendidos.

Paciencia: Dominar los tiempos en la negociación saber en definitiva administrar el tiempo. Hay negociaciones que duran meses, incluso años, alternando bloqueos y avances, pensemos que el tiempo es un aliado con el que se negocia.

La diplomacia, en la era de la globalización, es más útil que nunca y su aprendizaje es aún más necesario.

6.    Diplomacia y Opinión publica

Existe un nuevo factor que dificulta el desarrollo de está compleja disciplina; la opinión pública. Se han establecido regímenes democráticos en un gran número de países, y cada gobierno, en el ejercicio de su diplomacia, está obligado a tener en cuenta su propia opinión pública. Esta opinión publica condiciona el normal desarrollo diplomático en numerosas ocasiones y lamentablemente ocurre que aquellos que se dejan influenciar por quienes no están implicados en las labores y ejercicio de la diplomacia están destinados a fracasar en el ejercicio de su dinámica. La propaganda, por lo tanto, juega un papel considerable y, a veces, parece tener prioridad sobre la diplomacia misma. Pero ambos no pueden dirigirse solos a la opinión nacional: encuentran sus repercusiones hasta en los países más lejanos. De modo que, a la larga, con un público bien informado, una contradicción fundamental entre diplomacia y propaganda conduciría a un doble fracaso: político en el ámbito doméstico y diplomático en el ámbito mundial10. Por todo ello, cuidado con las voces de quienes no están letrados en diplomacia pues no debemos dejarnos llevar por “su palabrería” y sí trasladar a los diplomáticos el verdadero trabajo pues está en juego la consecución de acuerdos de negociación y la posición cualquier país ante el resto de las naciones. 

7.    Conclusión:

La misión de La diplomacia es de abnegación, de sacrificio, silenciosa. El prestigio solido no se adquiere con propaganda ficticia sino con la realización de hechos que pasen a la posteridad y nada más hermoso que servir los intereses de tu país, callada y desinteresadamente. (Francisco Gómez-Jordana Sousa; Milicia y Diplomacia Los diarios del Conde de Jordana)11

Examinar cómo los estadistas se han enfrentado al orden mundial y analizar qué funcionó bien y qué no, y por qué, no es el fin de comprender la diplomacia contemporánea, aunque si pueda ser su principio. (Henry Kissinger ; Diplomacia)


1 Henry A. Kissinger. Le chemin de la paix. Ensayo; editorial Denoël Paris 1972.
2 En el siglo XVIII, Gran Bretaña introdujo el concepto de equilibrio del poder que domino la diplomacia europea durante los siguientes doscientos años.
3 Catalina II de Rusia. Bajo su mando Rusia se extendió en todos los frentes, ganando espacio en el Báltico a expensas de Polonia y logrando acceso al Mar Negro a costa del Imperio Otomano. En la segunda mitad del siglo XVIII, bajo su gobierno el país expandió sus dominios y se convirtió en la potencia hegemónica de Europa oriental. Pero también plantó, queriéndolo o no, la semilla de muchos problemas que estallarían en el futuro.
4  Zbigniew Kazimierz Brzezinski fue un politólogo estadounidense de origen polaco. Fue consejero de Seguridad Nacional del gobierno del presidente de Estados Unidos Jimmy Carter.
5  Henry A. Kissinger. Diplomacy 1996
6  February 14,2022 Nicolas Tenzer non-resident senior fellow at CEPA, is the editor of Desk Russie. 
7  Timothy Garton Ash es un historiador, editorialista y periodista británico, autor de ocho libros como analista político, documentando la transformación de Europa durante el último cuarto de siglo
8  Henry Kissinger,Diplomacia 1996
9  Entre las cualidades de un diplomático, podemos citar la capacidad de persuasión, es decir, la capacidad de convencer al interlocutor de los méritos de la posición que defiende. Pero para persuadir hay que conocer a la persona con la que se habla, su entorno político y cultural, su margen de maniobra. Saber su idioma es una ventaja. Entonces parece que la diplomacia es un cuerpo de conocimiento combinado con un saber hacer específico.
10  Claudio Julien. Le Monde Dilomatique
11 Ministro de Asuntos Exteriores de España. Tras la formación del primer gobierno franquista, en 1938, Gómez-Jordana ocupó el puesto de Vicepresidente del gobierno y ministro de Asuntos Exteriores, dirigiendo la política exterior del incipiente régimen franquista. Cesado tras el final de la contienda, en 1942 volvió a ocupar la cartera de exteriores, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

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