Dos facciones dentro del régimen
Irán se encuentra en su peor situación económica desde hace 42 años, y la amenaza de un levantamiento generalizado que puede llevar al derrocamiento del régimen es más grave que nunca. Cuando Jomeini vivía, ninguna autoridad se atrevía a discutir sus órdenes y decisiones, y todos debían obedecerle. En el Irán actual, Jamenei sigue teniendo la última palabra en todos los asuntos internos e internacionales. Pero, a diferencia de Jomeini, no ha sido capaz de mantener a raya a todas las facciones políticas de Irán.
Aunque Jamenei no ha perdido ni un momento en reprimir a sus opositores, incluso a aquellos muy cercanos a él y a sus ideas, como por ejemplo, uno de los ex primeros ministros de Irán, Mir Hossein Mousavi y el ex presidente del parlamento iraní, Mehdi Karroubi, que han permanecido bajo arresto domiciliario durante más de 12 años por no obedecer sus deseos. Otro ejemplo es el ex presidente durante dos mandatos, Mohammad Jatamí, al que se le ha prohibido cualquier actividad política. A pesar de lo anterior, el faccionalismo dentro de este régimen se ha vuelto más intenso que nunca. Muchos políticos y autoridades actuales que creen en el régimen islámico han mostrado su falta de voluntad para obedecer todas las órdenes de Jamenei y creen que mantener el régimen en esta situación es imposible. Esto ha dado lugar al nacimiento de dos facciones dentro del régimen, los llamados reformistas y los leales a Jamenei que se autodenominan fundamentalistas o conservadores.
Sin embargo, la diferencia entre los puntos de vista y las políticas de la facción reformista y la facción fundamentalista radica únicamente en las soluciones propuestas para mantener el mismo sistema, y no para buscar un cambio fundamental en el sistema de gobierno. Es decir, la lucha de poder entre las dos facciones es para ganar más poder para avanzar en sus políticas en línea con sus propios intereses. Aunque estas diferencias pueden observarse en algunas políticas internas, se manifiestan principalmente en las políticas exteriores. Por lo demás, no hay diferencias entre las dos facciones en cuanto a la represión interna, ya que durante la presidencia de Mohmmad Khatami, que fue uno de los fundadores y líderes de la facción reformista, se cometieron la mayoría de las represiones y crímenes en Irán, incluso contra estudiantes y profesores universitarios. En un suceso conocido como los "asesinatos en serie", más de 80 disidentes fueron brutalmente asesinados, o en el ataque de 1999 a una residencia universitaria de Teherán por parte de las fuerzas de seguridad, que contaban con la aprobación de Jatamí, se arrojó a los estudiantes desde el tercer piso de la residencia, matando a varios de ellos y deteniendo y enviando a decenas a prisión.
En cuanto a la política exterior de Irán, los reformistas creen que el establecimiento de relaciones con Occidente y la apertura de las puertas del país a las inversiones extranjeras podrían reforzarla. Esto podría repercutir en la mejora de la vida de la población y disuadirla de rebelarse. Por otro lado, los fundamentalistas se oponen firmemente a cualquier relación con Occidente. Piensan que se puede sobrevivir al régimen elevando la represión interna, la injerencia en los países de la región y la extorsión de los mismos por parte de sus fuerzas de representación. También creen que la adquisición de armas nucleares podría reforzar su posición en la región y en el mundo.
El gobierno de Hassan Rouhani, afiliado a la facción reformista, inició sus negociaciones con Estados Unidos en 2015. Esta ronda de negociaciones dio lugar al JCPOA. Como resultado, la economía de Irán se benefició parcialmente y, en menos de dos años, varias empresas extranjeras volvieron a Irán y comenzaron a invertir. El gobierno también firmó algunos grandes contratos para comprar aviones de Airbus y Boeing con el fin de modernizar la dilapidada flota aérea de Irán. Por supuesto, en todos estos contratos, debido a la corrupción generalizada que existe en el régimen de Irán en su conjunto y en ambas facciones del régimen, se vertieron enormes beneficios en los bolsillos de los afiliados a la facción gobernante. Por ejemplo, un tiempo después se reveló que Fereydoun Rouhani, hermano del presidente Hassan Rouhani, se había beneficiado de varios miles de millones de tomans (la moneda de Irán) en estos contratos. La corrupción de Fereydoun Rouhani se convirtió en un problema entre ambas facciones y al final se llegó a un acuerdo mutuo. Fereydoun Rouhani fue condenado a 5 años de prisión por soborno e influencia en varios contratos, pero al cabo de poco tiempo, y por ser hermano del presidente, sólo pasó un tiempo en la cárcel y fue liberado.
Jamenei es muy consciente del frágil estado de su régimen y está haciendo todo lo posible para fingir que sigue teniendo el control total de los asuntos de Irán. Por ejemplo, sigue de cerca la reciente ronda de negociaciones de Irán con los países occidentales. Siempre que es necesario, aconseja al gobierno de Rouhani que siga adelante con las negociaciones, pero intenta disimular su papel en la administración de las mismas, por si acaso la negociación no fuera tan fructífera como él hubiera querido. De este modo, Jamenei podría negar su papel en las negociaciones y culpar a otros de su fracaso. Esta postura puede verse claramente en relación con las recientes conversaciones del JCPOA en Viena. Aunque, según Mohammad Javad Zarif y Hassan Rouhani, Jamenei estaba al tanto de todos los detalles de las conversaciones iniciales en 2015 y el acuerdo se firmó con su aprobación, cuando Estados Unidos se retiró del acuerdo durante la era Trump, Jamenei dijo que había dicho desde el principio que no se debía confiar en Estados Unidos y que no había aceptado las negociaciones.
Las recientes conversaciones de Viena son otra escena del mismo conflicto entre facciones. Especialmente porque las elecciones presidenciales de Irán están programadas para junio de este año, y la banda reformista quiere mejorar su muy débil posición llegando a un acuerdo con Estados Unidos antes de las elecciones. Por otro lado, los fundamentalistas, que tienen la sartén por el mango en estas elecciones, no dejan de crear obstáculos en las recientes negociaciones del JCPOA. Los fundamentalistas no quieren que los reformistas lleguen a un acuerdo definitivo con los países occidentales. Mientras tanto, está claro que lo único que ninguna de las dos facciones tiene en cuenta son los intereses del pueblo iraní. El beneficio del pueblo de Irán nunca fue considerado en el acuerdo de 25 años firmado el mes pasado con la propuesta de Khamenei también con China. El pueblo de Irán piensa que el reciente acuerdo entre Irán y China es similar al "acuerdo de Turkmenchay" en el que grandes partes de Irán fueron cedidas a Rusia a finales del siglo XIX. Ninguna de las facciones de Irán se opuso al acuerdo Irán-China.
Pero hay muchos miembros de la facción reformista que son conscientes del descontento del pueblo y han advertido en repetidas ocasiones a la facción rival que todos estamos en el mismo barco y que si éste se pincha, nos hundiremos todos juntos. El último ejemplo es el de Hamid Reza Jalaeipour, sociólogo y profesor de la Universidad de Teherán, afiliado a la facción reformista. El 16 de abril advirtió sobre el peligro de una revolución en Irán. Cabe mencionar que, durante su mandato como gobernador de la ciudad de Naghadeh, fueron ejecutados en la ciudad 59 jóvenes contrarios al régimen, algunos de los cuales eran incluso menores de 18 años, y la gente le considera responsable de su ejecución.
Cyrus Yaqubi es un analista de investigación y comentarista de asuntos exteriores iraníes que investiga las cuestiones sociales y la economía de los países de Oriente Medio en general y de Irán en particular.
