El rápido crecimiento de la población refugiada siria en Turquía preocupa enormemente a las autoridades otomanas, quienes todavía no han sido capaces de “garantizar un futuro” en que se cubran todas sus necesidades básicas

El “oscuro futuro” que afrontan los jóvenes sirios en Turquía

AFP/ BULENT KILIC - Un grupo de refugiados espera en la frontera entre Turquía y Grecia, cerca del paso fronterizo de Pazarkule en Edirne (Turquía), el 5 de marzo de 2020

Turquía se ha convertido en el país que más población refugiada acoge del mundo. Según la Asociación de Refugiados turca, de los cerca de 4 millones de desplazados que se encuentran en el territorio otomano, 3,6 millones son refugiados de origen sirio que abandonaron su país tras el inicio de la guerra civil en el año 2011. No obstante, pese a la importancia demográfica de esta población desplazada, el Gobierno turco todavía no ha aprobado ningún plan de medidas que garantice todas sus necesidades básicas, tales como la sanidad, la educación o la estabilidad económica.

Concretamente, uno de los colectivos que más preocupaciones han despertado entre las autoridades otomanas es el grupo de los jóvenes sirios. Se calcula que, del total de los refugiados presentes en el país, más de 2,6 millones son hombres y mujeres sirios que aún no han cumplido los 30 años, y que, al menos, un millón de estas personas no han alcanzado todavía los 10 años. Esto supone que cerca de un millón de refugiados sirios no han conocido su país natal antes del estallido de los conflictos armados a causa de las protestas antigubernamentales contra el presidente Bashar al-Assad.

Un informe publicado en 2019 por la fundación política alemana Konrad-Adenauer-Stiftung estimaba que alrededor de 500 niños sirios nacen cada día en territorio turco sin que las autoridades de Ankara ni de Damasco les garanticen un documento de identidad nacional en ninguno de los dos territorios.

Refugiados sirios

Ante esta situación, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha manifestado su inquietud por el establecimiento cada vez más permanente de la población siria en Turquía. Y, aunque las autoridades ya han comenzado una campaña para convencer a la ciudadanía otomana de que los refugiados regresarán cuanto antes a sus países de origen, los observadores internacionales ya han afirmado que estos temores son injustificados.

Sin embargo, la precaria situación de los jóvenes en el país es una cuestión generalizada que afecta tanto a la población desplazada como a los nacionales turcos. “La realidad es que Turquía no puede garantizar un buen futuro para su juventud, y mucho menos para los jóvenes refugiados”, afirmaba la periodista destinada en Estambul, Alexandra de Cramer, para el medio Al-Arab News. En la actualidad, las cifras oficiales del tercer trimestre del 2021 indican que la tasa de desempleo juvenil en el territorio asciende a un 22% – más de 11 millones de personas entre los 15 y los 34 años –, motivando a los jóvenes turcos a abandonar en masa su país natal.

Así, a pesar de que Ankara haya afirmado dar la bienvenida a las personas migrantes y desplazadas que llegaron a Turquía, lo cierto es que el Gobierno todavía no ha desarrollado un plan de acción unificado para dar respuesta a sus necesidades básicas y garantizar el respeto de sus derechos. Las cuestiones sanitarias y educativas son los principales focos del problema. Según la Iniciativa de Reforma Educativa, tan solo la mitad de los niños refugiados sirios acude al colegio de forma regular, lo que se debe – según de Cramer – “en primer lugar, a que el sistema educativo central de Turquía no permite que las escuelas individuales adapten la educación a las necesidades de los estudiantes sirios y, en segundo lugar, no hay suficientes profesores calificados para enseñar un plan de estudios en turco y árabe”.

Refugiados sirios
El sentimiento anti-sirio

La crisis económica que asola al país –agravada por la depreciación de la lira turca– ha propiciado, también, la aparición de un fuerte movimiento anti-sirio. Ya son muchos los partidos políticos que han aumentado el tono hostil hacia los refugiados, reclamando abiertamente su regreso a sus países de origen.

Son varios ya los episodios en los que ciudadanos turcos han agredido, e incluso acabado con la vida, de desplazados sirios. Uno de estos ejemplos lo hizo público el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, que denunció la muerte de tres jóvenes refugiados después de que prendiesen fuego a la habitación en la que dormían. Del mismo modo, según un estudio de la Plataforma de Infancia para la protección de los derechos de los niños, al menos la mitad de los padres y madres turcos entrevistados están en contra de que sus hijos tengan amigos de origen sirio.

La posición europea

Si bien el movimiento refugiado hacia Europa a través de Turquía fue una constante desde el año 2011, la llegada de estos desplazados se intensificó a partir del año 2016 con la firma del acuerdo de migración entre Ankara y la Unión Europea. A través de este tratado, Turquía se comprometía a dar asilo a todos los migrantes y refugiados que tratasen de cruzar el mar Egeo y entrar ilegalmente en Europa a través de Grecia. Esto incluía a la población siria que huía de la guerra, a cambio de una aportación económica mayor por parte de la UE. Por su lado, Bruselas aceptaba suprimir la exigencia de visado a los turcos que visitasen Europa, además de acelerar el proceso de negociación para que Ankara ingresase en la Unión.  

Erdogan Unión Europea

En un primer momento, las ayudas financieras al país otomano ascendieron a 6.000 millones de euros, con lo que se pretendió dar soporte económico a la gestión turca de la oleada migratoria. Sin embargo, en junio de 2021 la Unión Europea y Ankara renovaron el acuerdo por una nueva partida de un valor de 3.500 millones de euros. El grueso de este presupuesto espera ser destinado a proyectos educativos como la integración de los menores sirios en el sistema educativo turco o la financiación de la estructura docente, tal como recoge la agencia de noticias Europa Press.

No obstante, el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, ha alegado que Turquía ha gastado más de 40.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros) en la prestación de servicios básicos para la población refugiada, y ha solicitado a la UE que la transfusión de los fondos se realice directamente al Gobierno de Ankara. Frente a ello, es previsible que la posición de Bruselas sea la de rechazar esta exigencia, ya que el creciente autoritarismo turco y el descenso del respeto de los derechos humanos en el país son cuestiones que preocupan a las autoridades europeas. Sin olvidar, además, la implicación militar de Turquía en el conflicto sirio.

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