Las relaciones favorables entre Rusia e Irán podrían colocar Moscú en el centro de la escena de Oriente Medio tras el fortalecimiento de las fuerzas proiraníes en el Parlamento de Bagdad

El acercamiento entre Irán e Irak aumenta la influencia rusa en Oriente Medio

PHOTO/SERVICIO DE PRENSA MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES RUSO - El Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, durante su primera visita a Irán desde el pasado 2021, junto al Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdollahian, durante una conferencia de prensa conjunta posterior a la reunión que mantuvieron

La renuncia en masa de los más de 70 diputados del bloque Saadrista en el Parlamento iraquí –fuerza liderada por el clérigo Muqtada Al-Sadr que se había erigido como el grupo mayoritario tras las elecciones de octubre de 2021– parece haberse convertido en uno de los detonantes transformadores del escenario de Oriente Medio

Esta dimisión, que tuvo lugar hace escasas semanas, unida a la hoja de ruta en ciernes entre Teherán y Bagdad, así como a la ratificación de los lazos ruso-iraníes tras la visita a la capital persa del ministro de Relaciones Exteriores del Kremlin, Sergei Lavrov, han dado a Rusia, de nuevo –según el autor y periodista financiero Simón Watkins, para el medio digital Oil Price –, un papel protagonista en los acontecimientos de la región. En detrimento de Estados Unidos

Bagdad “sin cabeza”

La salida del bloque de Al-Sadr del Parlamento de Irak ha dejado a Bagdad sin un líder claro en el horizonte. El propósito del clérigo chií era el de conformar el primer gobierno de mayoría real desde la caída de Saddam Hussein en 2003, poniendo fin a cualquier influencia extranjera en el territorio, pero el estancamiento de las negociaciones con el resto de partidos –entre las que están las fuerzas chiitas de tendencia proiraní– para nombrar a un presidente terminaron por provocar su dimisión y la de todo su equipo. Ya este jueves varias decenas de miembros de estas fuerzas proiraníes han jurado frente al Parlamento de Bagdad sustituyendo a los saadristas retirados. 

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En este sentido, los intereses del Kremlin en la salida de Al-Sadr estarían relacionados, según Simón Watkins, con el control de la producción energética de la región. “Rusia básicamente ha controlado el sector petrolero del Kurdistán (iraquí) desde el año 2017, y buscó construir sobre esta base para extender su influencia en el sur del país, y formar (‘de facto’) un estado cliente Irán-Irak. Si el plan de al-Sadr (en cooperación con sus socios parlamentarios) hubiera tenido éxito, habría destruido esto”, recogía el autor en Oil Price. 

Para Irán, abiertamente próximo al régimen de Putin, esto se presentaría como una oportunidad de acercarse de nuevo a Bagdad e influir en su política. Aquí es donde Watkins sitúa la creación de una nueva hoja de ruta cooperativa entre ambas potencias, que pone en el foco de atención –igual que Moscú– a la producción y la distribución de electricidad, petróleo y gas. Especialmente sobre la producción iraquí.

Esta situación no es nueva. Y es que Teherán lleva ya largo tiempo influyendo en su vecino Bagdad a través del control de sus suministros de electricidad y gas. Ahora se espera que las propuestas de esta nueva hoja de ruta incluyan “sinergias con los acuerdos ya discutidos por (el viceprimer ministro ruso) Alexander Novak y las autoridades iraníes a finales del mes de mayo, que abarcan proyectos de energía, agricultura y transporte, y una mayor cooperación en el sector financiero, bancario y en el del petróleo, el gas y los productos petroquímicos y nucleares”, fueron las palabras del viceministro de Exploración de Petróleo iraquí, Bassem Mohammed Khazir, según Oil Price. 

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Se evidencia así la proyección de los lazos ruso-iraníes en el escenario iraquí tras el acercamiento entre Teherán y Bagdad. Sobre todo, en el sector energético, que –como ya evidenció la dependencia europea de Rusia a raíz de la invasión en Ucrania – es uno de los métodos más efectivos para garantizarse una suerte de poder sobre el resto de potencias de cualquier región. En este caso, de Oriente Medio, donde ahora Rusia podrá presentarse con una estrategia política y comercial común para los dos países. 

El entendimiento entre Teherán y Moscú

Las relaciones entre Irán y Rusia, históricamente positivas por el rechazo mutuo a la injerencia estadounidense en la región, se han materializado en numerosos acuerdos y memorandos de entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés) a lo largo de los últimos años. Ya antes del año 2018, el Kremlin trató de utilizar el sector petrolero para aumentar su presencia en el territorio persa, pero, concretamente, fueron las negociaciones de un MoU de 22 puntos en 2018 las que impulsaron más significativamente los lazos ruso-iraníes en materia de energía.

El memorando –acordado entre el viceministro de Petróleo iraní, Amir-Hossein Zamaninia, y el entonces ministro de Energía ruso y actual asistente jefe de la Administración Presidencial, Kirill Molodtsov– incluía planes de exploración y extracción de petróleo, de trasvases gasísticos, y demás operación de permuta y comercialización de petroquímicos. Pero la utilización de los puertos y aeropuertos iraníes por parte de Moscú, para fines tanto militares como civiles, un punto también incluido en el memorando, despertaron importantes recelos internacionales que terminaron por paralizar el MoU. Hasta ahora.

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La visita de la semana pasada del ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a Teherán –donde se reunió con el presidente y el canciller iraníes, Sayyid Ebrahim Raisi y Hossein Amir-Abdollahain, respectivamente– puede revitalizar el memorando de 22 puntos. “Lavrov y Raisi (presidente iraní) discutieron la extensión de la cooperación a todos los campos, en línea con el MoU original”, decían fuentes próximas al Ministerio de Petróleo de Irán tras la primera visita del ministro ruso a la decimotercera administración iraní, según Simón Watkins. 

“Entre los temas en consideración está el acuerdo de cooperación estratégica integral a largo plazo entre los dos países. Esperamos tener reuniones de expertos pronto para finalizar las disposiciones de este pacto”, declaró Amir-Abdollahian durante una rueda de prensa conjunta con su homólogo ruso. Algo sobre lo que el encuentro entre Raisi y Putin, en enero de este año, ya había dado alguna pista al abordar el envío de los sistemas de defensa antimisiles S-400 y los aviones de combate Sukhoi Su-35 que Moscú prometió dar a Irán hace varios años. 

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