Las violaciones de los derechos de las mujeres al impedirles trabajar y tener una educación superior están generando unas pérdidas de 1.000 millones de dólares al año en el país afgano, generando una grave crisis económica y social en toda la nación

El alto coste económico de excluir a las mujeres en Afganistán

photo_camera PHOTO/FILE - Solo la prohibición de que las mujeres trabajasen generó un aumento del desempleo del 21%

El 15 de agosto de 2021, los talibanes tomaron de nuevo el control de Afganistán. Los logros en igualdad que se habían conseguido durante dos décadas se esfumaron en pocas semanas. Se prohibió que las mujeres trabajasen, excepto en algunos sectores y puestos de trabajo, que accediesen a la enseñanza secundaria y superior y que se desplazasen fuera de su hogar sin ir acompañadas de un varón.

Las restricciones de los talibanes han mermado la economía en Afganistán desde que llegaron al poder en 2021. Al haber excluido a la mitad de la población del país del mercado laboral y de la vida pública en general se ha sumido todavía más al país en una grave crisis económica y humanitaria. El PIB ha disminuido un 5% en un año solo por la prohibición de no dejar trabajar a las mujeres. Estas restricciones no solo han tenido repercusiones sociales y psicológicas en las afectadas, sino que ha agravado la situación en todo el país, haciendo que 25 millones de afganos dependan de la ayuda de Naciones Unidas para sobrevivir.

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El país se enfrenta a una grave crisis humanitaria con altos niveles de inseguridad alimentaria en toda la nación debido a las continuas sequías, un invierno extremo o el aumento de los precios de los fertilizantes, los pesticidas y de las semillas importadas. A pesar de ser un país eminentemente agrícola, donde el 33,5% del PIB en 2021 provenía del sector primario, la cesta de los alimentos aumentó un 35% en 2022, lo que obligó a los hogares a endeudarse más o vender sus bienes solo para sobrevivir.

En 2020, el PIB de Afganistán, según el Banco Mundial, fue de 20.400 millones de dólares, de los cuáles, 9.000 millones fueron ayuda humanitaria. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el PIB ha disminuido aún más en un 3,6% en 2022 después de la contracción del 20,7% en 2021. El año pasado, la ayuda fue de tan solo 3.700 millones de dólares.  En un país donde cuando estalló la pandemia el 44% del PIB dependía de la ayuda humanitaria, la fragilidad del sector económico es enorme. Depender de la ayuda extranjera y no tener un tejido productivo sólido ni una diversificación de los sectores productivos somete al país a una vulnerabilidad insólita.

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Hasta mediados de 2022, una de cada tres empresas había dejado de operar temporalmente y se habían perdido cerca de 700.000 puestos de trabajo, según estima el último informe del PNUD sobre la situación económica en Afganistán. Solo la prohibición de que las mujeres trabajasen generó un aumento del desempleo del 21%.

Se han congelado 9.000 millones de activos extranjeros y las sanciones al país han generado una grave crisis de liquidez viéndose afectados gravemente el sector bancario y financiero.

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A pesar de que, en 2022, ha habido un aumento de las exportaciones; de los ingresos fiscales internos, la recuperación es débil. Las estimaciones del PNUD prevén que el PIB aumente un 1,3% en 2023 y un 0,4 % en 2024. Ambos están muy por debajo de la tasa de crecimiento de la población que supera el 2%, lo que implica que los ingresos per cápita seguirán disminuyendo.

Dejar a la mitad de la población de un país fuera de la economía, la educación etc., no permitirá que el país se desarrolle ni a corto ni a largo plazo. “La vuelta de las mujeres por completo al trabajo es clave para transformar la economía de Afganistán y sacar al país de la pobreza y la crisis”, afirmó Alison Davidian, representante de Naciones Unidas Mujeres en Afganistán. 

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