Impuesto por el Gobierno birmano

El bloqueo de internet más largo del mundo, un "agujero negro" en Birmania

photo_camera AFP/SAI AUNG MAIN - Un miembro de la guardia de honor militar de Myanmar (Birmania) participa en la ceremonia de izamiento de la bandera para conmemorar el 72º Día de la Independencia de Myanmar, en Yangon, el 4 de enero de 2020

El bloqueo de internet más prolongado del mundo, impuesto por el Gobierno birmano en el oeste del país por su conflicto con la organización armada del Ejército de Arakán (AA), se ha adentrado en su segundo año, lo que ha creado un "agujero negro" que impide la llegada de ayuda humanitaria e información sobre la COVID-19.

Impuesto el 21 de junio del año pasado y prologado hasta el próximo 1 de agosto, el apagón más largo del mundo, según Human Rights Watch (HRW), ha suscitado críticas de organizaciones de derechos humanos internacionales y domésticas, e incluso de varias embajadas occidentales en el país, que el domingo emitieron un comunicado demandando su levantamiento.

"El bloqueo de internet ha creado un agujero negro. Información básica para el funcionamiento de la sociedad desaparece y hace difícil evaluar el volumen de la ayuda que se necesita", señala a Efe Laetitia van den Assum, diplomática holandesa que formó parte de una comisión encargada por el Gobierno birmano y liderada por Kofi Annan para hallar soluciones a los múltiples conflictos en Arakan.

Un conflicto enquistado

El conflicto entre el Ejército birmano (conocido como Tatmadaw) y la guerrilla etnonacionalista del AA se recrudeció a partir de enero del año pasado y desde entonces no ha hecho más que enquistarse; por el momento ya ha desplazado a más de 130.000 personas en las remotas zonas del norte de Arakan y el sur del estado Chin, donde el bloqueo a internet no ha logrado doblegar a los insurgentes.

"El Tatmadaw cree que parte del mando y el control del AA se realiza mediante aplicaciones de mensajería encriptadas. Eso es probablemente cierto, pero hay medidas mucho más específicas que se podrían emplear para responder a ello, en lugar de un bloqueo total de internet", señala a Efe Richard Horsey, analista político radicado en Rangún, la ciudad más populosa del país.

El apagón, que está acompañado de restricciones al acceso de organizaciones de ayuda humanitaria, está provocando que los habitantes de algunos pueblos ni siquiera sean conscientes de la pandemia de la COVID-19 y que se desconozcan las carencias de alimentos y agua en una de las zonas más empobrecidas de Birmania, según informaba Human Rights Watch en un comunicado.

Tropas armadas del Gobierno cruzan un puente dañado por una bomba en el recinto de la Comisaría de Policía de Gote Twin en el estado de Shan, el 15 de agosto de 2019, después de que fuera atacado por grupos étnicos rebeldes
Apoyo popular a la guerrilla

No obstante, y a pesar de las penurias de un conflicto cuya resolución parece cada día más lejana, no han disminuido los apoyos de la población local al AA, que fue declarado "organización terrorista" por el Gobierno el pasado 23 de marzo.

"Todo parece indicar que el AA tiene una amplia popularidad entre las comunidades (de la etnia) rakáin, y el apoyo parece haber aumentado, ya que los rakáin han sido marginados políticamente a medida que han aumentado los combates y los abusos de los derechos humanos vinculados a los mismos," comenta Horsey.

El AA, que cuenta con unos 6.000 efectivos, fue creado en 2009 por un grupo de estudiantes de la etnia rakáin, predominantemente budista y mayoritaria en Arakán, para luchar por la autonomía del estado, como tantos otros grupos armados que representan a minorías étnicas del país, muchos de los cuales llevan luchando contra el Gobierno central desde la independencia de Birmania en 1948.

El AA, excluido del proceso de paz

El Gobierno birmano, liderado desde 2016 por la premio nobel de la paz Aung San Suu Kyi, lleva embarcado en un complejo proceso de paz con muchas de esas guerrillas desde hace años, pero el AA está excluido del mismo por ser considerado una organización terrorista.

Sin embargo, señala la diplomática Van den Assum, "no hay una solución militar a un conflicto cuyas raíces estaban ya plantadas mucho antes de la independencia y que se ha ido enconando desde que la gente tiene memoria".

"El pueblo rakáin quiere una mayor autonomía. En última instancia eso implica una reforma constitucional y más poder autonómico dentro del proceso de paz más amplio. Pero ese proceso no parece estar progresando, así que a corto plazo es necesario encontrar otras maneras para dar a los rakáin una voz mayor en el gobierno de sus zonas", comenta Horsey por su parte.

Aung San Suu Kyi, consejera de Estado de Myanmar
Un estado convulso

El conflicto con el AA no es el único que ha librado el Ejército birmano en el estado de Arakán en los últimos años; en 2016 se alzó en armas también el Ejército Rohignyá de Salvación de Arakán (ARSA), para luchar por los derechos de la minoría predominantemente musulmana rohingyá, a los que las autoridades niegan la ciudadanía y califican como "inmigrantes bengalíes".

Después de una oleada de ataques de ARSA en agosto de 2017 en el norte del estado, el Tatmadaw lanzó una brutal campaña militar tras la que más de 730.000 personas, la mayoría de la población rohingyá, huyeron al vecino Bangladesh, por la que los militares y el Gobierno se enfrentan a una acusación de genocidio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya.

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