El carácter líquido de las variables geopolíticas, geoeconómicas y geoestratégicas del siglo XXI

Irene Infante

Pie de foto: Imagen de la complejidad del multipolar mundo actual en el ámbito geopolítico

Los diversos cambios producidos a nivel mundial en el plano económico, social y político están provocando el agrietamiento de lo tradicional e institucionalmente establecido en las sociedades occidentales, según se indica en la monografía del CESEDEN titulada ‘La geopolítica líquida del siglo XXI’, coordinada por Antonio de Oyarzabal.

Su título se inspira en las palabras del profesor Zygmunt Zaugman, que con esta expresión indicó el permanente estado de cambio de la sociedad actual y la complejidad para comprender el mundo que nos rodea en su totalidad, realizando un símil entre esta y los líquidos, que son “informes, adaptables, se transforman constantemente: fluyen”.

En la monografía se analizan cinco temas de elevada importancia estratégica para la supervivencia del ser humano y que actualmente son el detonante de numerosos conflictos: el acceso al agua y los recursos naturales, el mar y el control de los océanos, el cambio climático y sus consecuencias y, finalmente, el espacio, el ciberespacio y el control de las redes de información y telecomunicación.

La importancia del agua, el control de los océanos y los recursos naturales

El acceso al agua y los recursos naturales es primordial para el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, el desigual reparto de estos recursos, especialmente el gas y el petróleo, son el origen de multitud de conflictos de orden geopolítico y geoeconómico. El interés en controlar los recursos radica en la posibilidad de variar su precio en el mercado y protegerlos frente a una posible carencia de los mismos.

De esta forma, los recursos son “causa primera de los impulsos de dominio de unas naciones sobre otras, o de unos territorios sobre otros”, según indica Eduardo Olier. Los intereses económicos han provocado el paso a un mundo tremendamente complejo, cuya multipolaridad demuestra que el centro de gravedad económico mundial ya no lo ostentan exclusivamente Estados Unidos y Europa, sino que países como India, China, Irán o Rusia desempeñan un papel crucial en el reparto de poder en este siglo. Los datos indican que el centro de gravedad de la economía a nivel mundial se está desplazando hacia el Este, motivo por el cual Estados Unidos hace tiempo extendió en la zona del Asia Pacífico sus influencias mediante las alianzas con Corea del Sur o Japón.

Los mares y océanos constituyen una fuente de recursos minerales y orgánicos inestimable en el mundo actual y un espacio de conexión entre personas y mercancías. De hecho, el 90% del comercio mundial tiene lugar a través del mar, lo que refleja la dependencia del mercado actual de la gran masa azul. Asimismo, el tráfico de la energía por medio de los oleoductos y gaseoductos, del crudo en los buques petroleros y una parte esencial de las comunicaciones tiene lugar mediante vía marítima.

De ahí la importancia de garantizar la seguridad en los océanos, especialmente en las zonas marítimas más cercanas a la costa y en los lugares frecuentados por los buques de pesca. Sin embargo, esta es relativa pues es imposible controlar la ingente masa de agua que nos rodea en su totalidad.

El medioambiente y la amenaza del cambio climático

El cambio climático y sus consecuencias están sujetos, como indican los autores del capítulo, a un elevado grado de incertidumbre. Es una amenaza que se dilata en el tiempo, y que deriva del “actual modelo socio-económico, basado en el consumo de combustibles fósiles”. El medioambiente tiene un valor en sí mismo, pero también como base sobre la cual se sustentan las relaciones del conjunto de los seres vivos del planeta tierra.

Los datos que se facilitan en la monografía del CESEDEN indican que, de mantenerse las actuales tendencias de consumo a nivel mundial, las emisiones de gases de efecto invernadero continuarán aumentando, lo que provocará, entre otros aspectos, el colapso de los casquetes polares y de la Amazonía, el aumento del nivel del mar del agua.

De este modo, la visión cortoplacista “de explotación de los recursos y presentación de beneficios en las cuentas de resultados anuales deja de lado las consideraciones medioambientales”. Por este motivo, la sostenibilidad del entorno es necesaria para la habitabilidad del planeta tierra por parte de las generaciones futuras, de forma que “la gobernanza del medio ambiente y su regulación internacional tendrá que adoptar, con toda probabilidad, modelos novedosos en el Derecho Internacional”, ya que los modelos empleados con anterioridad se han revelado ineficientes en lo relativo al cambio climático.

El creciente protagonismo del espacio y el ciberespacio

Los dos tipos de espacio existentes –espacio aéreo y exterior– presentan una diferencia clara. El primero de ellos es objeto de la pugna de los diferentes países, mientras que el espacio exterior excede los límites de las soberanías estatales.

La ‘carrera hacia el espacio’ continúa en la actualidad, en busca de conocimiento, expansión de los sistemas de vigilancia de comunicaciones y la navegación por satélite, lo que demuestra el interés de los países por el control ya no del espacio aéreo, sino también del exterior. En la actualidad, nueve son los países que tienen presencia en el espacio exterior: Rusia, Estados Unidos, Francia, China Japón, Reino Unido, India, Israel e Irán.

Asimismo, el ciberespacio y el control de las redes de comunicaciones constituyen probablemente la muestra más clara de la continua evolución que presenta la realidad actual. Estas, a su vez, derivan en variaciones en las estructuras de poder e influencia y cambios en los conceptos de cercanía y lejanía.

La constante necesidad de evolución en algunos ámbitos, como la sanidad, muestra la sistemática subordinación de los avances sanitarios al control de las redes. “Flujos de pacientes, redes de enfermedades y prevención de las mismas, difusión de epidemias, optimización de costes y contratación son algunos de los usos concretos”, indica Alberto Calero, autor del quinto y último capítulo.

Puede leer la monografía completa aquí.