A sus 47 años, el líder iraquí del movimiento sadrista cambia de opinión y se presentará a las elecciones del 10 de octubre 

El clérigo chií Muqtada al-Sadr, dispuesto a gobernar Irak

AFP/ AHMAD AL-RUBAYE - El boicot de la enigmática figura religiosa y política es un golpe a los planes electorales del primer ministro Mustafa al-Kadhemi, que había convocado la votación anticipada en respuesta a las demandas de los activistas prodemocráticos

El líder chií iraquí, Muqtada al-Sadr, ha cambiado su decisión de presentarse a las próximas elecciones parlamentarias de octubre. El influyente clérigo revirtió la decisión tomada el mes pasado de boicotear las elecciones parlamentarias en Irak y anunció que se presentará a los comicios, partiendo como uno de los favoritos. Al-Sadr encabezó la coalición política Sairun en los pasados comicios de 2018 consiguiendo 54 escaños de 329. 

El influyente clérigo chií Muqtada al-Sadr también ha venido pidiendo la expulsión de las tropas estadounidenses de Irak y manteniendo sus lógicos vínculos fraternales con Irán, cabeza visible de la rama chií del islam en Oriente Medio. Su influencia se basa en su capacidad de agitación. A sus 47 años, el clérigo chií encabeza el movimiento sadrista, un conglomerado difuso que incluye en su órbita desde el bloque parlamentario Al Ahrar (que le considera su líder espiritual) hasta una milicia (la teóricamente disuelta Ejército del Mahdi renacida como Brigadas de la Paz tras la eclosión del Daesh), pasando por una extensa red de organizaciones caritativas, que cubren la ausencia del Estado entre los desheredados chiíes y que están en el origen de su popularidad.

PHOTO/REUTERS - Un hombre iraquí recibe su nuevo carné de votante en un centro de la Alta Comisión Electoral Independiente en Bagdad, Irak, el 20 de enero de 2021

Hijo y sobrino de dos venerados ayatolás asesinados por Sadam, Al Sadr aprovechó el prestigio de su linaje y actuó con rapidez a la caída de la dictadura. Utilizó las redes de caridad establecidas por su padre para poner en pie un sistema de servicios sociales, al estilo del que Hezbolá gestiona en el sur del Líbano, en uno de los arrabales chiíes más pobres de Bagdad, Ciudad Sadam. Sus agradecidos habitantes lo rebautizaron Ciudad Sadr. También se apresuró a nombrar imames para las mezquitas desertadas por los clérigos afectos al régimen depuesto, lo que le permitió ampliar sus bases y reclutar milicianos.

Precisamente fueron esas redes de asistencia, establecidas por su padre durante los años de las sanciones internacionales, las que sirvieron de base al movimiento que lanzó tras la invasión estadounidense y que tuvo especial eco entre los chiíes más desfavorecidos. Sus sermones, altamente populistas y en un lenguaje accesible, alentaron el sentimiento antinorteamericano que generó la ocupación del país (pero sin la cual difícilmente hubiera podido expresarse con libertad; su padre y un tío, ambos destacados ayatolás, fueron asesinados por el dictador).

Al-Sadr, líder de la coalición política más representada en el Parlamento de Irak, había venido apoyando las protestas de la población iraquí desde octubre de 2020, pero tras la muerte del general iraní Qassem Soleimani a manos de Estados Unidos, las cosas cambiaron. El gigante norteamericano llevó a cabo una operación con drones en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad contra el jefe de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán (cuerpo de élite del Ejército persa), en el que acabó muriendo este y Abu Mahdi al-Muhandis, vicepresidente de los grupos armados chiíes Fuerzas de Movilización Popular. Una acción que lógicamente derivó en el enfado absoluto de la comunidad chií en Irak. 

PHOTO/REUTERS  -   El clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr, : Sadr dijo que no participará en las elecciones parlamentarias previstas para octubre y que retirará su apoyo a cualquier partido

Después de este episodio, Al-Sadr convocó una gran manifestación contra la presencia de tropas extranjeras en el país, pero algunos de sus colaboradores acusaron a manifestantes de la protesta permanente de intentar boicotear su marcha. El clérigo decidió entonces retirar su apoyo a las movilizaciones y posteriormente pidió incluso a sus seguidores que ayudaran a la Policía a restablecer la normalidad, protagonizando incidentes que dejaron decenas de heridos en Bagdad y, al menos, siete muertos en la ciudad sagrada chií de Nayaf, en el sur de Irak. 

Cuestión esta que era una de las motivaciones que llevó a gran parte de la población a manifestarse contra los dirigentes iraquíes, a los que se acusaba de estar supeditados a la voluntad persa y también de ceder, por otro lado, a los intereses de Estados Unidos en la región. Una nación norteamericana que era repudiada por la ciudadanía local por su presencia militar en la zona. su rechazo a la ocupación estadounidense lo que marcó la diferencia entre él y el resto de los políticos iraquíes, recién regresados del exilio gracias a la intervención.
Durante los últimos años Irak se ha convertido en un campo de batalla donde la rivalidad entre Estados Unidos e Irán se ha visto reflejada en su máximo exponente. Las relaciones entre Washington y Badgad no pasan por su mejor momento. De hecho, desde la invasión de Irak en 2003 la presencia de tropas estadounidenses en el país no convence a la población ni a los líderes del país.

AFP/AHMAD AL-RUBAYE - Manifestantes iraquíes se reúnen en la plaza Tahrir de la capital, Bagdad, el 20 de diciembre de 2019 durante las continuas protestas contra el Gobierno

Actualmente, Estados Unidos mantiene desde 2014 a alrededor de 2.500 soldados como parte de una coalición internacional destinada a combatir al Daesh en Irak y Siria. Una presencia que se ha vuelto en algo incómoda durante los últimos años para el Gobierno de Bagdad, muy presionado por las milicias chiíes más extremistas que quieren que desaparezcan las tropas norteamericanas,  y que además se ha visto muy enturbiada por el asesinato del alto general iraní Qassem Soleimani y al alto comandante de la milicia iraquí Abu Mahdi al-Muhandis en el aeropuerto internacional de Bagdad, lo que llevó al Consejo de Representantes iraquí a aprobar dos días después una resolución no vinculante que pedía el fin de la presencia militar estadounidense en Irak. 

A dos meses de las elecciones legislativas, el jefe del Gobierno iraquí espera recuperar cierta influencia sobre las poderosas facciones proiraníes, muy hostiles a la presencia estadounidense. El anuncio de la retirada de tropas de combate de suelo iraquí supone una victoria para el primer ministro de Irak que contentaría así las facciones chiíes más extremistas allanando el terreno de cara a las elecciones parlamentarias previstas para el 10 de octubre.

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