El secretario general António Guterres propuso al diplomático noruego Tor Wennesland y al diplomático búlgaro Nickolay Mladenov

El Consejo de Seguridad de la ONU reemplaza a los enviados en Libia y Oriente Medio

AP/ADEL HANA - Nickolay Mladenov, nuevo enviado especial de la ONU para Libia

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha dado luz verde al nombramiento del diplomático noruego Tor Wennesland como enviado en Oriente Medio y del diplomático búlgaro Nickolay Mladenov en Libia. 

El búlgaro sustituirá a Stephanie Williams, jefa en funciones tras la renuncia del anterior enviado, Ghassan Salame, que dimitió en marzo de este año. Wennesland, por su parte, que hasta su nombramiento el pasado viernes era el enviado especial de Noruega para la resolución del conflicto palestino-israelí, sucederá a Mladenov, que desde 2015 ejercía de enviado de la ONU en Oriente Medio.

Mladenov, al que se le atribuye haber ayudado a mediar en varios acuerdos de alto el fuego entre Israel y Hamás, gozaba de buena fama en el país hebreo.  

Los nombramientos sufrieron un retraso de meses debido a que Estados Unidos se mostraba partidario de dividir el papel del enviado en Libia y que una persona se encargara de la misión política de la ONU mientras que otra se centrase en la mediación del conflicto. Esta propuesta finalmente fue aceptada por el Consejo de Seguridad en septiembre, aunque contó con la abstención de Rusia y China. 

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, durante una conferencia de prensa en la sede de la ONU en Nueva York
Los desafíos que tienen por delante

Libia está sumida en el caos desde la guerra de 2011 que terminó con el derrocamiento de Muamar El Gadafi. Tras su caída, ninguna facción ha conseguido hacerse con el control de todo el país. Existen dos gobiernos que se declaran legítimos, uno el del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), ubicado en Trípoli, y el otro el Gobierno del este con capital en Tobruk y asociado al Ejército Nacional Libio del mariscal Jalifa Haftar. 

El conflicto que comenzó en 2014 se ha internacionalizado. El GNA, que es el reconocido legítimamente por Naciones Unidas, cuenta con el apoyo de Turquía y de Qatar. El mariscal Haftar tiene entre sus aliados a Emiratos Árabes Unidos, Rusia, Francia, Arabia Saudí y Egipto. 

En octubre las partes declararon un alto al fuego permanente lo que permitirá una mayor estabilidad en la región y en el Mediterráneo. El acuerdo, que la ONU catalogó como “punto de inflexión hacia la paz y la estabilidad en Libia”, ha sido producto de la cuarta ronda de negociaciones de paz en el país, con la mediación precisamente de Naciones Unidas y de la Comisión Militar Conjunta, en la que participan cinco oficiales militares de las partes enfrentadas. 

Como parte del acuerdo, los mercenarios y soldados extranjeros enviados por países como Turquía y Rusia tendrán que abandonar el país en un plazo de tres meses. 

Se espera que el alto al fuego permita al país recuperar cierta estabilidad para intentar salir del caos en el que se encuentra, especialmente en la zona norte, donde las mafias traficantes de migrantes y las guerrillas campan a sus anchas. 

Combatientes leales al Gobierno de Libia, reconocido por las Naciones Unidas, sobre un tanque en la ciudad de Tarhuna, a unos 65 kilómetros al sudeste de la capital Trípoli

En el caso de Palestina, el nuevo enviado, Tor Wennesland, tendrá que lidiar con una región en constante conflicto. Deberá continuar en su labor de mediación entre Palestina e Israel, en un contexto cada vez más desfavorable para la causa palestina debido a la reciente normalización de relaciones entre algunos países árabes como Emiratos Árabes Unidos y Bahréin con Israel. 

De momento, Wennesland no tendrá que hacer frente a la anexión de territorios de Cisjordania que pretendía hace escasos meses Israel, y que detuvo a cambio de la normalización de relaciones con Emiratos y Bahréin. 

Una cuestión, la de los asentamientos, que ya advirtió el anterior enviado, Nickolay Mladenov, podría haber desencadenado un conflicto regional que habría sido “una tragedia”. Además, destacó que “el hecho de que los palestinos sientan que no hay perspectivas de una solución pacífica al conflicto” es algo que “crearía oportunidades para la aparición de sectores más radicales y con intenciones destructivas”.

El nuevo enviado también tendrá que afrontar otros retos como el largo conflicto sirio, la guerra de Yemen, la inestabilidad de Líbano y la tensión entre Irán y otros países de la región como Israel.

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