Esta nueva hoja de ruta llega después de las masivas manifestaciones que ha vivido el país como secuela de la asfixiante crisis política

El Consejo Presidencial libio anuncia un nuevo plan de “reconciliación nacional”

AP/HAZEM AHMED - El primer ministro designado Abdul Hamid Mohamed Dbeiba

El Consejo Presidencial libio ha lanzado una estrategia de reconciliación nacional después de que un grupo de manifestantes consiguiese irrumpir en el Parlamento de la ciudad de Tobruk, como acto de protesta, en un momento en el que el país atraviesa una grave crisis política.

En una ceremonia celebrada en Trípoli, la capital, el jefe del Consejo ha pronunciado en un discurso que “Libia necesita esfuerzos nacionales para alejar la injerencia extranjera” y añadió que había llegado el momento de dar paso a la “reconciliación”.

En este nuevo plan, el Consejo Presidencial de Libia ha declarado el “fin” de la etapa de la transición política a través de la celebración de unas “elecciones presidenciales y parlamentarias” dentro “de un tiempo de marco específico” y “avanzar en la dirección de un consenso nacional sobre el proyecto de cambio que mejora la confianza entre todos los partidos políticos”. 

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De acuerdo con el comunicado, entre los elementos que rigen el plan de solución destacan preservar la unidad del país, poner fin al espectro de un nuevo conflicto civil, fortalecer el estado de paz existente, limitar la injerencia extranjera y evitar el caos, con el fin de “presionar por una solución nacional que tenga prioridad” sobre el resto de los aspectos.

El fin de esta nueva estrategia, aprobada entre los miembros del Consejo después de una serie de reuniones, pretende dar respuesta a “las demandas legítimas del pueblo libio para lograr sus aspiraciones”, fruto de las manifestaciones masivas que se han llevado a cabo. Por aspiraciones, el Consejo se refiere a las demandas de la población por conseguir, finalmente, el consenso político y la celebración de unas elecciones democráticas, algo que el país africano todavía no ha vivido.

Y es que Libia se encuentra ahogada en una crisis política, económica y social que no deja de oprimir a sus ciudadanos. Son ellos los que más están sufriendo los estragos de las crisis internas, agravadas también por los continuos cortes de luz y la escasez. Desde el estallido de las Primaveras Árabes países como Egipto, Siria, Túnez o Yemen han sufrido importantes conflictos internos que en casos como los de Siria y el país yemení han derivado en guerras civiles que se han prolongado hasta el día de hoy, dejando a su paso miles de muertos y destrucción.

Libia no ha sido para menos. Desde que las revueltas consiguieron derrocar al antiguo dictador, Muamar el Gadafi, el país lleva sufriendo de manera consecutiva enfrentamientos civiles que han sumido al país en una paupérrima situación. 

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Se tenía previsto que el pasado diciembre Libia celebrase unas nuevas elecciones que pusieran fin a la crisis política. Tras varios días de incertidumbre, los comicios finalmente se cancelaron, lo que supuso un revés para el proceso de paz que Naciones Unidas continúa tratando de implementar, lo que también han provocado cierto intervencionismo internacional a la que algunas esferas políticas se oponen.

A la injerencia de potencias extranjeras, interesadas en los ricos pozos de petróleo libios, se le une la división política que atraviesa el país libio. Por un lado, el primer ministro designado por el Foro de Diálogo Político Libio (FDPL), Abdul Hamid Dbeibé, continúa fracasando en su objetivo de fijar una fecha para la celebración de elecciones.

Este fracaso es el que llevó al Parlamento libio a elegir al exministro del Interior, Fathi Bashagha, como nuevo primer ministro del país, algo que Dbeibé calificó como “ilegal”. Este insistió en que su Gobierno “continúa trabajando” y declaró que no permitiría “una nueva fase de transición”. 

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La disputa entre Dbeibé y Bashagha se sigue librando. El primero controla la capital y las zonas occidentales mientras que Bashagha mantiene bajo su poder a los territorios orientales, en especial la ciudad de Tobruk, donde esta la sede del Parlamento.

Por otro lado, en el este del país, el mariscal Halifa Jaftar, que también controla el Parlamento de Tobruk, mantiene bajo su control una importante parte del país después de que emprendiese una lucha contra las milicias islamistas de la zona. Desde que en el año 2017 consiguiese tomar Bengasi para controlar desde aquí los recursos petroleros de la región, Jaftar ha tratado hacerse con el control total del país emprendiendo un enfrentamiento contra el Gobierno de Trípoli.

Jaftar también es partidario de la celebración de unas elecciones. Tanto es así que este llegó a postularse como candidato para los pasados comicios. Sin embargo, el proceso electoral sigue paralizado y ningún Gobierno, ni el de Trípoli ni el ejecutivo paralelo han conseguido que las elecciones lleguen, algo que ahora es de máxima prioridad para el Consejo que, sin embargo, sigue sin fijar una fecha concreta. 

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