Si surge una nueva crisis, será en los sectores que más se beneficiaron de la política de tipos 0, que son los más expuestos al aumento repentino de éstos

El coste de la cobertura de impago de la deuda de Deutsche Bank se dispara

photo_camera PHOTO/AFP - Apertura de Dow Jones en Nueva York

La calma está lejos de llegar a la banca, pese a los reiterados mensajes a la serenidad de reguladores, supervisores y las propias entidades financieras. Los efectos de las crisis del Silicon Valley Bank (SVB) y de otros bancos en Estados Unidos y de Credit Suisse en Europa todavía colean. 

Ahora el mercado apunta al Deutsche Bank: el coste de las coberturas de impago de la deuda (CDS) del mayor banco privado de Alemania se han disparado, y su cotización en Bolsa se ha desplomado más de un 8%. El anuncio de la amortización anticipada, el 24 de mayo de 2023, de 1.500 millones de dólares (1.379 millones de euros) deuda subordinada de nivel 2 y tipo fijo, con vencimiento en 2020, alimenta la suspicacia de los mercados. 

Toda la banca europea baja en Bolsa: Nordea el 7%, UBS, el 5,5%, Société Générale, el 5%, UniCredit y BNP Paribas, el 3%. Y también la española: Sabadell sufre una caída del 6,85%, Unicaja Banco, del 5,62%, y BBVA, del 5,35%. Santander, CaixaBank y Bankinter bajan menos.

Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía, opina que “más que una crisis bancaria, lo que estamos viendo es una pérdida de confianza en los bancos por una mala gestión en un contexto complicado’’.

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“La Reserva Federal considera que luchar contra la inflación sin pasar por una recesión es muy complicado con una inflación muy alta. En ese sentido, parece que vuelve un poco esa racionalidad. Probablemente tengamos que meter a las economías en una fuerte contracción económica para poder contener la inflación. Si la inflación sigue persistente y hay nuevas subidas de tipos que ahora mismo el mercado no termina de contemplar, probablemente veamos más impacto sobre el mercado, tanto en renta fija como en renta variable”, advierte. 

Generali: SVB no es el único con problemas de balance 

Giordano Lombardo, CEO y codirector de inversiones en Plenisfer Investments, parte del ecosistema de inversión de Generali Investments, cree que los problemas de balance relacionados con la cartera de bonos no son exclusivos del SVB. “Dejando a un lado el comportamiento imprudente de la dirección de SVB (fracaso total en la gestión del riesgo de tipos de interés) y la increíble falta de supervisión de un banco que tenía cerca de 250.000 millones de dólares en activos, sus problemas de balance relacionados con la cartera de bonos no son exclusivos de él”, apunta. Y cita un dato aportado por Nouriel Roubini a la CNN el 12 de marzo: los bancos estadounidenses están sentados sobre “4,62 billones de dólares de pérdidas no realizadas con sólo 2,2 billones de capital”.

“Los acontecimientos actuales son consecuencia directa de la inusual política monetaria de los últimos años. Es un caso extremo de un problema más generalizado: las pérdidas no realizadas en el balance de los bancos debido al aumento repentino de los tipos de interés.  En primer lugar, la FED inyectó una cantidad desmesurada de dinero en la economía hasta 2021. Una parte considerable de esta liquidez fue a parar a las arcas de los bancos en forma de MBS -Mortgage Backed Securities; títulos respaldados por hipotecas- y bonos del Tesoro. Entonces, la FED dijo que los tipos de interés ser mantendrían bajos durante mucho tiempo (inflación “temporal”). Cuando cambió de rumbo en 2022 y subió los tipos rápida y drásticamente, algunos bancos se encontraron con importantes pérdidas no realizadas en las carteras de bonos”, explica.

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Pero este experto descarta que esté en peligro la banca de EEUU. Además de las medidas del Gobierno para frenar las fugas de depósitos, el coeficiente de cobertura de reservas se encuentra por encima del 200% y es superior al de los años 2000. “Esto significa que los bancos están preparados para un posible amento de los préstamos morosos”, subraya. 

No obstante, con la banca en esta situación es poco probable que el compromiso de la Reserva Federal con la reducción de su balance mediante la venta de los activos comprados para hacer frente a la pandemia “resulte sólido”. “Financiar a los bancos mediante medidas de liquidez no es “técnicamente” QE, ya que la Fed no está comprando bonos, pero tiene el mismo efecto, ampliar su balance”, advierte.

“Hay demasiada deuda en  l sistema, tanto en el sector público como en el privado, y el servicio de esta deuda podría llegar a ser insostenible. Si surge una nueva crisis, será en los sectores que más se beneficiaron de la política de tipos cero del pasado, que son los más expuestos al aumento repentino de los tipos. Cualquier nueva crisis será respondida con la misma medicina: otro respaldo gubernamental, más impresión de dinero y más devaluación de la moneda”, avisa Giordano Lombardo.

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Schroders: endurecimiento financiero y cautela inversora 

Keith Wade, economista jefe y estratega de Schroders, señala que “la quiebra del SVB ha complicado el panorama y provocará cierto endurecimiento de las condiciones financieras y cautela por parte de los inversores”. “Esto frenará el crecimiento, pero en este momento no parece ser lo suficientemente sistémico como para causar una contracción del crédito más general y una recesión”, precisa. 

“Las empresas no se han visto sometidas a presiones financieras para reestructurarse y recortar puestos de trabajo. En consecuencia, la inflación sigue siendo un problema, ya que los costes se han repercutido en los precios al consumo. Desde esta perspectiva, el origen de la resistencia del crecimiento, la inflación y los beneficios empresariales reside en el dinamismo de la demanda subyacente, que se ha mantenido lo suficientemente fuerte como para absorber unos precios más alto”, añade.

“La reducción del ahorro de los hogares refleja el uso de los fondos acumulados durante la pandemia, cuando el gasto era limitado. Estimamos que los hogares llegaron al año pasado con un “exceso” de ahorro de 2,4 billones de dólares, basándonos en las tendencias anteriores a la pandemia. Durante 2022 se utilizaron unos 800.000 millones para apoyar el consumo según nuestros cálculos, lo que equivale al descenso de la tasa de ahorro, dejando un exceso de 1,6 billones. La caída del ahorro también puede apreciarse en el fuerte descenso de la medida M2 de la oferta monetaria, ya que los hogares retiraron sus depósitos bancarios. Sobre esta base, podríamos argumentar que la fuente de la resistencia de los consumidores reside en el “exceso” de ahorro no gastado de la pandemia y, como mayor componente del PIB, esto explica gran parte de la fortaleza general de la economía”, argumenta.

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“Esperamos que el exceso de ahorro se agote a un ritmo similar al de 2022 y, en consecuencia, veríamos otro año en el que los hogares mantienen su tasa de ahorro por debajo de lo normal”, razona.  “En consecuencia, el consumo en 2023 dependerá totalmente del crecimiento de la renta real”, y un crecimiento del consumo del 1% “representaría una considerable ralentización de la demanda, que presionaría sobre el poder de fijación de precios de las empresas y reduciría los márgenes de beneficios y los flujos de caja. Las empresas reaccionarían recortando puestos de trabajo, con el consiguiente aumento del desempleo. Esto, a su vez, repercutiría en una ralentización del consumo, ya que los hogares se volverían más precavidos”. 

“Los tipos de interés más altos están funcionando para frenar la economía, pero, como siempre, tardan en repercutir en el comportamiento económico. Un ejemplo de ello es el sector inmobiliario”, destaca el experto de Schroders. “La recesión se retrasa más que evitarse. Si la demanda de los consumidores se enfría como se prevé, es probable que esto ocurra en la segunda mitad del año, si no más tarde”, concluye.

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