El Ejército impone un primer ministro militar en Burkina Faso

Por Lorenzo Medina
Foto: El teniente coronel y nuevo primer ministro de Burkina Faso, Isaac Zida.
 
El pasado lunes, los militares entregaron la presidencia de Burkina Faso, que hace poco derrocó a Blaise Compaoré, a un civil, Michel Kafando, exministro de Asuntos Exteriores y exembajador en la ONU. Este político asumió las riendas del país hasta que se celebren elecciones presidenciales y legislativas en noviembre de 2015. Algunos observadores pensaron que las presiones de la comunidad internacional, y sobre todo de la Unión Africana (UA), sobre los militares habían sido efectivas. Es una verdad a medias, el Ejército retrocedió al  entregar la presidencia a Kafando, pero no desapareció de la vida política. Tanto es así que los uniformados han impuesto sus condiciones al poder civil: el nuevo primer ministro  es Isaac Zida, el teniendo coronel que asumió la dirección del país africano tras la caída de Compaoré. Su nombramiento fue  anunciado en un decreto por Alain Thierry Ouattara, subsecretario general del Gobierno de transición, y  se produjo  después de que Michel Kafando se convirtiera en mandatario interino. Zida, de 49 años, es un militar del antiguo régimen y  formó parte en el pasado de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO). Sus convicciones democráticas son más bien escasas. En 2011, en su papel de miembro de la guardia pretoriana de Compaoré, Zida fue uno de los supervivientes políticos  de las protestas que demandaban la salida del presidente autoritario. Tres años después, tras abandonar a su jefe, Zida se convirtió en nuevo mandatario. “Obraremos humildemente”,  aseguró el militar tras ser nombrado primer ministro. Muchos burkineses no se lo creen y están convencidos de que los militares son un poder fáctico que va a condicionar el proceso de transición hacia elecciones democráticas. 
 
Un dúo complicado
Tras 15 días de intensas negociaciones entre poder civil y militar, Burkina Faso ya tiene presidente y primer ministro. Ambos representan dos caras de la realidad de un país muy pobre y que no sabe lo que es vivir realmente en democracia. Compaoré estuvo 27 años en el poder y pretendía reformar la Constitución para mantenerse en él. Kafando es un político honrado, eso piensan muchos ciudadanos, tiene el apoyo de la comunidad internacional y de la antigua  oposición a Compaoré. Pero nadie puede afirmar tajantemente que tenga plenos poderes para frenar el ímpetu intervencionista del Ejército. La calle no piensa  dar un cheque en blanco a este dúo cívico-militar. Es un dúo complicado.  “Los vamos a juzgar por sus actos, la fuerza está en manos del pueblo y no del Ejército”, dice un joven comerciante de Ouagadougou, la capital del país. Zida, de 49 años, es un hombre inteligente, tranquilo y discreto, pero existen dudas sobre sus intenciones en el seno de la oposición, entre otros motivos, porque fue un hombre de confianza del antiguo presidente. Quienes lo conocen bien dicen que no le interesa el poder. El mismo lo afirmó tras la caída de Compaoré. Cuesta creerlo, porque este oficial de carrera que completó la faceta antiterrorista de su  formación militar en Estados Unidos, tiene una fuerte personalidad. A lo mejor es verdad que no le gusta el poder político, pero le gusta mandar y ser protagonista. De momento, intenta seducir a la población. Los responsables de algunos sectores económicos cercanos a Compaoré han sido destituidos por “sabotaje”, y muchos opositores no quieren ver ni en pintura en la actividad política a los expartidarios del presidente derrocado. “Habrá que ver si el nombramiento de Zida cambia la naturaleza de la orientación de la transición”, señala el politólogo Siaka Coulibaly. Habrá que ver, efectivamente. De momento, lo que se ve es que la sombra de los uniformes es alargada.
 

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