El Festival de Cine Africano Tarifa-Tánger, donde los ojos no alcanzan a ver

Noor Ammar Lamarty

Pie de foto: Alaa Salah, una mujer sudanesa impulsada a la fama de internet después de que los clips se volvieron virales por sus cantos de protesta contra el presidente Omar al-Bashir. Conocida en internet como ‘Kandaka’, o reina nubia, se ha convertido en un símbolo de las protestas. PHOTO/AFP/AFP.

Diez días ha durado el XVI Festival de Cine Africano Tarifa-Tánger en ambas orillas del Mediterráneo. Por un lado, la europea desde Tarifa, Puerto de Santa María y Algeciras, y, por otro, la africana, desde Tánger, Chefchaouen y Tetuán. Todas estas ciudades han acogido un evento transfronterizo que ha estado cargado de emociones en sus múltiples actividades, tales como la música, la poesía, la danza y sobre todo cine, el cine que no sale en todos lados y tan necesario es para la cultura mediterránea, que se encuentra muy cerca de un continente que se desconoce bastante.

Este festival se presenta pues como un puente y un vínculo para mejorar las relaciones entre los continentes y poder propiciar el diálogo y la entrega por ambas partes. Se han proyectado alrededor de 80 películas africanas y sobre la diáspora y el movimiento en ambas orillas del Estrecho, prácticamente las de mejor calidad cinematográfica de los últimos años, que, entre cineastas, críticos, la diversidad del público, las rutas literarias, y todos los eventos artísticos de baile y de música, han supuesto el hito cultural del momento.

La ganadora en la categoría de largometraje de ficción fue ‘La higuera’, una producción etíope e israelí. Su directora, Aäläm-Wärqe Davidian, plantea de manera muy sutil y sensibilizada el tema de los conflictos bélicos y la interculturalidad, utilizando también un recurso novedoso: la poesía visual.

El fin de este evento es abrir mentes y destruir fronteras; por ello mucho llevaban una camiseta en la que se podía leer “Cine sí, CIES no”, para referirse a los Centros de Internamiento de Extranjeros en Situación Irregular en España. El mismo concejal de Cultura del Ayuntamiento de Tarifa, Ezequiel Andreu, destacó "que sigan existiendo eventos culturales que permitan a nuestra sociedad progresar lo suficiente como para percatarse del derecho que tienen todas las personas a buscar un futuro mejor sin jugarse la vida".

Si hay algo que destaca en todas las obras cinematográfica es sin duda el carácter social que tienen todas. Unas son de denuncia y otras son más tiernas y humorísticas, pero en general y lo más importante es que todas reflejan lo que vivimos, o se vive en partes del mundo que no alcanzamos a ver.

Así pues, hay valientes que arriesgan con cortometrajes con temas tan delicados como Daesh; otros se adentran en el marco de los derechos de la mujer en países como Sudán, que está actualmente viviendo una revolución por la libertad de estas; y finalmente muchas hablan del drama del Mediterráneo, el que cuesta vidas humanas todos los años a menores, a mujeres, a bebés y a aquellos a los que les mueve la desesperación y que, sin embargo, siguen al pie del cañón con la esperanza de que algún día estarán bien.

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