Libia continúa sufriendo una de sus crisis políticas y sociales más graves desde la caída del régimen de Muamar-el-Gadafi

El Gobierno de Bashagha se retira de la capital después de una nueva oleada de violencia

REUTERS/ESAM OMRAN AL-FETORI - Manifestantes libios se reúnen durante una manifestación contra la decisión del parlamento turco de enviar fuerzas turcas a Libia, en Bengasi, Libia, el 3 de enero de 2020

Los enfrentamientos civiles por la lucha por el poder en Libia se recrudecen. En la última jornada, grupos leales al primer ministro de Libia, Abdul Hamid Dbeibeh, se enfrentaron a los seguidores del líder opositor, Fathi Bashagha, en un nuevo episodio de violencia.

Desde hace ya varios meses, Libia atraviesa una importante disputa entre dos Gobiernos que tratan de llevar a cabo un gobierno que otorgue algo de estabilidad política y social al país, sin éxito. Por un lado, el Gobierno de Unidad Nacional liderado por Dbeibeh y respaldado por la ONU gobierna con el de Bashagha, que cuenta con el respaldo de la Cámara de Representantes desde el pasado mes de marzo con sede en Tobruk, ciudad ubicada en el este de Libia y con el apoyo del mariscal Jalifa Haftar, líder del Ejército Nacional libio. 

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Este intento de gobernar conjuntamente ya ha demostrado ser un fracaso después de que Bashagha llegase a Trípoli, la capital libia, para ejecutar una suerte de golpe de Estado contra el Gobierno de Dbeibeh, una insurgencia que ha sido impasible después de que este se negara a entregar el poder a Bashagha. Tras este intento de levantamiento, el primer ministro señaló que “solo cederá la autoridad a un gobierno que llegue a través de un parlamento electo”. Sin embargo, las elecciones en el país siguen siendo algo utópico. Estas habían sido programadas para celebrarse el pasado 24 de diciembre del año 2021 pero finalmente no consiguieron celebrarse y ahora han sido reprogramadas para mediados del 2022, aunque todavía no hay una fecha concreta. Lo complicado de estos comicios es velar porque se desarrollen de manera democrática. Libia, país que atraviesa una crisis política, económica y social sin precedentes desde el estallido de las Primaveras Árabes, es otro de los muchos países que conforman el continente africano que todavía no conocen la democracia y que, en ese camino por tratar de luchar por la libertad política, miles de ciudadanos se sublevaron contra los regímenes dictatoriales, inspirados por la primera sublevación protagonizada en Túnez.

El intento de Bashagha por hacerse con el poder, frustrado tras violentos enfrentamientos entre las dos facciones políticas y militares, ha finalizado con la rendición del líder de la oposición y su consiguiente salida de la capital. Como consecuencia, el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, ha demostrado su preocupación por la crisis que asola Libia. Así, el jefe de la diplomacia ha criticado que “en vez de celebrar elecciones para tener un gobierno, no se organizaron y tienen dos gobiernos. Tarde o temprano, cuando tienes dos gobiernos, chocan”. 

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Este choque es el que ha ocurrido después de “meses de relativa calma y ahora la guerra vuelve a comenzar”, ha declarado. “Es muy preocupante lo que está pasando”.

Al igual que Borrell, la ONU ha trasladado su preocupación por los últimos enfrentamientos. Así lo ha indicado el portavoz de la secretaria general de la ONU, Stéphane Dujarric, tras afirmar que “la Misión de Apoyo de Naciones Unidas en Libia ha expresado su grave preocupación por los enfrentamientos armados del domingo, en los que se produjeron disparos indiscriminados y el presunto uso de armas pesadas, en la zona de Janzour, un barrio densamente poblado de Trípoli”.

Así Dujarric ha advertido que estas confrontaciones “podrían derivar en un conflicto armado aún mayor”. Asimismo, ha alertado que “estos incidentes vuelven a poner de manifiesto la urgente necesidad de hacer frente a la proliferación y el uso de armas fuera del control en el país africano”. 

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En la actualidad, Libia se encuentra dividida en dos facciones después que la Cámara de Representantes diese por acabado el mandato de Dbeibeh como consecuencia directa del aplazamiento de las elecciones y nombrase, en su lugar, a Bashagha. Así, Libia, encabezada por un sistema político bicéfalo que ya vivió desde el año 2014 hasta el 2021, año en el que que la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL), consiguió que se eligiera un Gobierno de Transición que tenía, como principal objetivo, celebrar unas elecciones democráticas. Tras su imposibilidad para llevarse a cabo, Libia volvía a vivir una división política que propiciaba el descontento poblacional y fomentaba la propia crisis interna. El país norteafricano vuelve a estar bloqueado y la ONU continúa trabajando por llevar a cabo un nuevo plan de transición, algo complicado que continúa dilatándose en el tiempo.

Cada vez es más complejo que exista ese ansiado consenso político nacional. En esta situación se suma, además, los intereses geopolíticos de las distintas potencias que albergan interés en el país. Y es que cabe resaltar que el país libio sigue siendo uno de los principales productores de petróleo y se constituye como una de las principales fuentes de ingreso de la economía libia. 

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Sin embargo, la convulsa situación que atraviesa fruto de las divisiones políticas ha propiciado una importante oleada de cierres forzados de las distintas instalaciones petroleras. Hace menos de un mes, el ministro libio de Petróleo y Gas, Mohamed Aoun, informó que la producción de crudo en el país había descendido a 500.000 barriles diarios, en comparación con los 1.2 millones que producía al día durante los últimos años.

De esta forma, las confrontaciones entre Dbeibeh y Bashagha consiguieron saltar al plano energético, uno de los sectores más significativos para sustentar la economía libia, arruinada tras una década de guerras civiles. 

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Distintos analistas ya tildan a Libia como un Estado fallido. Desde la caída del dictador Muamar el-Gadafi, que había ocupado el poder durante 40 años, Libia no ha conseguido vivir de forma estable. El caos político y social fruto de su derrocamiento y posterior asesinato continúa perdurando. Los intereses económicos, como en muchas otras guerras, son una de las claves por las que este conflicto continúa, sumado a la ineficacia porque las partes lleguen a puntos en común.

En Libia la inestabilidad y la violencia son el día a día del país. La crisis política y social ha traído consigo y de manera inevitable una de las peores crisis humanitarias de nuestro siglo. Además de las miles de víctimas civiles, el país ha sufrido una importante crisis migratoria que se ha convertido en uno de las principales victimarios de las mafias que trafican con personas.  


 

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