Turquía podría ser la encargada de entrenar a esta nueva milicia, según la inteligencia francesa

El Gobierno de Sarraj se plantea crear “una guardia nacional” con el amparo de los Hermanos Musulmanes

photo_camera REUTERS/GORAN TOMASEVIR - Un combatiente del GNA durante los enfrentamientos con las fuerzas del LNA en las afueras de Trípoli, Libia

Desde que el presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, amenazara con llevar a cabo una intervención militar en Libia hace diez días, en respuesta a la injerencia turca en el país, la guerra civil parece haberse frenado. Su mensaje, que fue lanzado con un claro objetivo disuasorio, ha ralentizado los enfrentamientos en torno a Sirte, enclave geoestratégico petrolero en disputa entre las dos facciones, el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por el mariscal Jalifa Haftar, y el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj. Sin embargo, este “tiempo muerto”, está siendo aprovechado los Hermanos Musulmanes, organización de raíces egipcias que apoya a este último, para reivindicar sus intereses sobre el tablero libio.

Según ha informado el analista Jemai Guesmi en The Arab Weekly, “la Hermandad Musulmana de Libia planea eludir las demandas estadounidenses e internacionales para disolver sus milicias afiliadas al sugerir [al GNA] la creación de una ‘guardia nacional’ y comercializarla ampliamente, en una maniobra destinada a ganar tiempo adicional ante las crecientes presiones”.

Esta semana, se produjo una reunión virtual el ministro del Interior del GNA, Fathi Bashagha, y tres funcionarios estadounidenses, Henry Wooster, subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Magreb y Egipto; Miguel Correa, oficial superior para el Norte de África y Oriente Medio en el Consejo de Seguridad Nacional; y Stephen de Meliano, del comando de África de Estados Unidos (AFRICOM). Durante el encuentro, los delegados de Washington le exigieron a la otra parte “la necesidad de desmantelar las milicias”, porque si no, se impondrían “sanciones internacionales a los grupos armados que trabajan contra la política o participan en actividades delictivas”. Bashagha lo reconoció en su cuenta de Twitter: “La parte estadounidense enfatizó durante la videoconferencia la necesidad de comenzar a desmantelar seriamente las milicias, desmovilizarlas y reintegrarlas en una sola fuerza”, escribió en la red social.

Fayez Sarraj, jefe del GNA, en Ankara, Turquía, el 4 de junio de 2020

“Bashagha, sin embargo, convenientemente descuidó decir que el Gobierno de Sarraj no desea desmantelar las milicias y, como tal, trata de eludir sus compromisos con el lado estadounidense y la Conferencia de Berlín [que aboga por el cese de las hostilidades, el respeto al embargo de armas y el fin de las injerencias externas], que también había incidido en la necesidad de desmantelar las milicias armadas. En cambio, el GNA prefiere formar una ‘guardia nacional’, sugerida previamente por el exjefe de la misión de la ONU en Libia, Martin Kobler, para absorber a estas milicias y convertirlas en una fuerza militar formal y estructurada”, señala Guesmi en The Arab Weekly.

La reunión fue la continuación de otra que tuvo lugar hace una semana, el pasado 22 de junio en Zuwara, entre el propio primer ministro, Fayez Sarraj; el comandante de AFRICOM, Stephen Townsend; y el embajador de EEUU en Libia, Richard Norland. Ambas partes acordaron, entonces, mantener una “coordinación conjunta entre el GNA y AFRICOM para la lucha contra el terrorismo en el marco de la operación estratégica entre Trípoli y Washington”, según informó el Gobierno de Sarraj en un comunicado. Sin embargo, Norland pidió el fin de las injerencias extranjeras, de las que se nutren las dos facciones enfrentadas, como los Hermanos Musulmanes, que cuentan con el apoyo de Turquía y Qatar: “Los actores externos deberían dejar de alimentar el conflicto y respetar el embargo de armas de la ONU, con el fin de preservar la soberanía libia y fomentar la estabilidad política”, declaró. 

El primer ministro de Libia, Fayez Sarraj, el embajador de EEUU en Libia, Richard Norland y el comandante del Comando de África de los Estados Unidos (AFRICOM), el general Stephen Townsend, en Zuwara, Libia, el 22 de junio de 2020

De acuerdo con Guesmi, la idea de establecer una “guardia nacional” se remonta al mes de mayo de 2016, cuando el Consejo Presidencial del GNA “anunció que establecería dicho órgano bajo la supervisión de Sarraj y con independencia financiera y administrativa”. Su misión sería “asegurar la sede presidencial y soberana en el Estado, además de asegurar y proteger objetivos vitales en el país, incluidos los puntos de entrada por tierra, mar y aire”. 

Sin embargo, la información de The Arab Weekly desvela que su función no se limitaría simplemente a garantizar la seguridad del alto mando del GNA, sino que la “guardia nacional” se comercializaría hacia el exterior, con posibilidades de convertirse a imagen y semejanza de otros cuerpos de este estilo en Oriente Medio, como la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC, por sus siglas en inglés). Además, se ha conocido también que Turquía, como aliado de Sarraj, estaría interesada en este proyecto por un motivo claro: le ayudaría a expandir su agenda islamista por toda la región. Informes de inteligencia franceses citados por dicha publicación han revelado, en esta línea, que la consultora de defensa turca SADAT, liderada por el general retirado Adnan Tanriverdi, ex asesor del presidente de la nación euroasiática, Recep Tayyip Erdogan, firmó recientemente un acuerdo con una compañía de seguridad dirigida por Fawzi Boukatif, miembro de la Hermandad en Libia, para entrenar a su milicia y, probablemente, también a la “guardia nacional” que surgiría de ella.

Combatientes del GNA durante los enfrentamientos con las fuerzas del LNA cerca del aeropuerto internacional de Trípoli, la capital, el 3 de junio de 2020
Los planes de la Hermandad en Libia

“Libia se convertirá en el nuevo hogar de la Hermandad”, asegura con contundencia el analista Abdul Rahman Al Rashed en Al-Sharq Al-Awsat. En el país norteafricano, “notamos que los objetivos de la guerra están cambiando. La lucha allí ya no es sobre quién liderará el gobierno, sino más bien sobre el establecimiento de una nueva base regional para la Hermandad, donde pueda incubarse y crecer”, añade. Cabe recordar, en este punto, que la organización ha estado sometida a una creciente presión en los últimos tiempos para cesar sus actividades y rebajar su influencia en los países árabes donde había conseguido impregnar prácticamente todas las capas de la sociedad con su agenda, como Egipto, su nación natal, o Sudán, donde el primer ministro Abdalla Hamdok ha emprendido una verdadera batalla para desterrar a la Hermandad de su territorio. “Dada la creciente presencia militar turca en el país, parece inevitable que Libia se convierta en el nuevo hogar de la oposición egipcia”, asevera.

Esta línea también es recogida por el analista Samir Salama en Gulf News: “Turquía quiere convertir a Libia en un país alternativo para la Hermandad”, sostiene. “En cuanto a por qué Turquía quiere hacer de Libia un proyecto estatal de Hermandad, es para compensar sus pérdidas en Egipto y Sudán. La verdad es que Libia, a diferencia de Egipto, no era la tierra de la Hermandad, excepto por un pequeño grupo que había estado activo después de la caída del régimen de Muammar Gaddafi”. “Los turcos ven en Libia el petróleo y la geografía. Es un país que, cuando está estrictamente controlado, puede apoyar las actividad de Turquía, que depende de la actual crisis en Doha, y una tierra que limita con Egipto y Sudán, en la que el grupo tuvo profundas extensiones”, concluye Al Rashed. 
 

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