Madrid y Rabat habrían mantenido contactos directos para subsanar la crisis diplomática

El inicio de un posible deshielo en la relación entre España y Marruecos

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La crisis diplomática entre España y Marruecos parece encontrarse en un punto muerto tras haber experimentado su punto de máxima tensión con la acogida en España en abril del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, por razones humanitarias y sin haberlo comunicado a Rabat y el pasado mes de mayo con la entrada de más de 10.000 migrantes de manera irregular a la ciudad autónoma de Ceuta. Las relaciones entre Madrid y Rabat nunca han sido fáciles y ambos países han protagonizado múltiples desencuentros.

Aun así, esta última puede considerarse una de las más grave y es que en esta ocasión hasta la Unión Europea tuvo que intervenir en el conflicto. La entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a España para ser tratado de COVID-19 en un hospital de Logroño levantó ampollas en Rabat, que acusó al Ejecutivo de Sánchez de estar actuando de manera “contraria al espíritu de asociación y buena vecindad”.

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Marruecos reclamó a España no haber informado de la presencia de Ghali en su territorio, así como su registro en el hospital bajo una identidad falsa. Desde el Gobierno español se justificó su estancia hospitalaria “por razones humanitarias”. Durante su estancia en España el líder del Frente Polisario declaró ante la Audiencia Nacional, acusado por presuntos delitos de lesa humanidad y genocidio. La ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya, ya adelantó que, si la justicia entiende que Ghali debe comparecer, “el Gobierno no se interpondrá”.

Ghali que negó todas las acusaciones abandonó el hospital de Logroño rumbo a Argelia una vez que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz descartara, por segunda vez, aplicar cualquier medida cautelar de las que se pedían contra el líder del Frente Polisario.  A pesar de que Brahim Ghali ya no se encuentra en territorio español la crisis diplomática entre España y Marruecos aún no se ha dado por zanjada.

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La presencia de Brahim Ghali en la península ha provocado una cascada de reacciones, sobre todo, por parte del reino alauí. Rabat, a pesar de las explicaciones aportadas por el Ejecutivo español, decidió cortar la cooperación en materia migratoria. En una entrevista a un canal marroquí, el pasado 16 de mayo, el director de la Policía Judicial de Marruecos Mohammed Dkhissi, aseguraba haber suspendido la cooperación y la coordinación policial con sus homólogos españoles a la espera de que España corrigiese su error al recibir a Brahim Ghali. Hecho que desembocó en la entrada de alrededor de 10.000 migrantes de manera irregular a Ceuta ante la impasividad de las autoridades marroquíes.

Posteriormente a la crisis migratoria en Ceuta, Rabat llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, quien sigue aún en Marruecos a la espera de que se resuelva la crisis diplomática entre los dos países. Una de las últimas acciones del reino alauí como consecuencia del conflicto ha sido cancelar, por segundo año consecutivo, la Operación Paso del Estrecho con España dejando a miles de conciudadanos sin opciones “viables” para volver al país norteafricano por la temporada estival.

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Brahim Ghali representa la punta del iceberg de un problema aún mayor que lleva enquistado mucho tiempo entre España y Marruecos, la supuesta “marroquindad” del Sáhara Occidental. El pasado mes de diciembre, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump reconocía la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que éste normalizara relaciones con Israel en el marco de los Acuerdos de Abraham. Este reconocimiento por parte de Estados Unidos ha llevado a Marruecos a adoptar una posición más beligerante y ha intentado que otros países, sobre todo, europeos sigan el mismo camino que el país norteamericano.

Sin embargo, y a diferencia de las expectativas que tenía Rabat, los países europeos siguen abogando por una solución en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas (ONU), hecho que ha provocado que Marruecos haya protagonizado diferentes crisis diplomáticas tanto con Alemania como con España. 

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La crisis diplomática entre Madrid y Rabat se encuentra actualmente enquistada. El presidente español, Pedro Sánchez, en el contexto de una renovación de su gabinete ha nombrado un nuevo ministro de Asuntos Exteriores apartando a González Laya quien ha sido la cara visible del conflicto con Marruecos. José Manuel Albares, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores de España y antiguo embajador en Paris, quiso lanzar un mensaje conciliador a Marruecos en su toma de posesión, subrayando su intención de “trabajar con nuestros aliados y amigos” en clara referencia al país vecino.

Asimismo, según ha informado el diario español El País, España busca negociar una revisión de sus relaciones bilaterales con Marruecos con el objetivo de poner fin a la crisis diplomática entre ambos países. Ambos países habrían mantenido contactos directos tras una etapa en la que la comunicación se ha mantenido únicamente a través de intermediarios. El País mantiene que la embajadora en Madrid, Karima Benyaich, habría tenido un encuentro con el embajador español en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner y la directora general para el Magreb, Eva Martínez.

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La postura de España es que “que la crisis no debe tratarse como un episodio aislado que zanjar lo antes posible” y que “si hubo un error se expió con creces con el relevo de González Laya y, en todo caso, no sería exclusivo de Madrid”, según fuentes diplomáticas de las que se ha hecho eco el diario español. Asimismo, adelantan que no será fácil llegar a un acuerdo y que la negociación llevará tiempo. “El riesgo es cerrar la crisis en falso y que se repita pasado un tiempo”, recoge El País en declaraciones de las fuentes consultadas. En definitiva, desde Madrid se plantea una revisión total de las relaciones con Rabat para esclarecer los puntos más espinosos y que episodios como los de Ceuta no se repitan.

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