El islam ilustrado también existe

Paco Soto

Pie de foto: El islamólogo de origen marroquí Rachid Benzine

El islam asusta a Occidente. Y este miedo se ha instalado en la sociedad y también entre los políticos, los medios de comunicación, los científicos sociales y los intelectuales. La extrema derecha se aprovecha de la desconfianza y temor a la religión islámica y los musulmanes para sacar votos y el resto de los partidos políticos se encuentra muchas veces desorientado ante el avance del populismo ultra. Vale cualquier cuestión para cargar las tintas contra los musulmanes, en general, y los que viven en los países occidentales, en particular: el terrorismo yihadista, la victoria electoral y permanencia en el poder del islamismo político en algunos países vinculados a Europa como Marruecos y Turquía, los denominados signos religiosos “ostentatorios” como el burka, el comportamiento intolerante de algunas personas de confesión islámica, la construcción de mezquitas…  En un país como Francia, la decisión de prohibir el burka durante el Gobierno conservador de Nicolas Sarkozy dividió a la izquierda entre partidarios y detractores.

La crisis de los refugiados que huyen de la guerra y la miseria ha desencadenado una gran división en la Unión Europea (UE), y los países excomunistas del Este, que son los más pobres y los que reciben mayor cantidad de fondos estructurales, están demostrando ser los más insolidarios y xenófobos antimusulmanes. Para muchos europeos y occidentales, los musulmanes no son de fiar, aunque no sean violentos ni compartan las tesis de los movimientos islamistas, ni tampoco apoyen a los criminales yihadistas. En el área del mundo árabe y musulmán, en las últimas décadas, antes, durante y después de la independencia de los países que conforman esta amplia región, la modernidad se ha abierto paso con dificultades. Durante mucho tiempo el nacionalismo y distintas variantes del socialismo autoritario, en tanto que ideología y movimiento político, tuvieron un gran apoyo popular. El hundimiento de ambos movimientos dejó huérfanas a grandes masas de desheredados y clases medias debilitadas en estos países de la ribera sur del Mediterráneo, y, en gran medida, el vacío político, ideológico y sentimental fue ocupado por diversas variantes del islam político.

Islamismo político

 La irrupción de este actor político no significó ningún paso a favor de la democratización real de los países árabes e islámicos, sino mayor confusión e inestabilidad. Según qué casos, los islamistas convivieron con los regímenes despóticos y corruptos o fueron duramente reprimidos por los aparatos del Estado. Las poblaciones de estos países agobiadas por la represión y la falta de libertades elementales, la miseria, la corrupción y el atraso económico, social y cultural salieron perdiendo en todos los casos. Esta triste realidad alimentó los estereotipos sobre el islam en Europa y el resto de Occidente. El rechazo social, político, ideológico y cultural, en general, no tiene matices, y algunos intelectuales buscan en El Corán versículos que supuestamente justifiquen la violencia para demostrar que el islam es una religión arcaica y un modo de entender la vida intolerante. Los críticos y xenófobos no tienen en cuenta que el mundo islámico es diverso, plural y contradictorio, como ocurre en todas partes en el planeta desde el inicio de la humanidad.

En este mundo musulmán plural existen voces, muchas voces, de pensadores, investigadores e intelectuales reformistas e ilustrados que llevan años combatiendo el conservadurismo social y político, denunciando a los movimientos islamistas y defendiendo un islam abierto, tolerante y dialogante con el mundo occidental. Como señala en su libro ‘Islam et liberté, Le malentendu historique’ (Islam y libertad. El malentendido histórico) el pensador tunecino Mohamed Charfi, “las diferentes civilizaciones se han mezclado unas con otras; el progreso humano es fruto de la síntesis de diferentes contribuciones”. Los investigadores marroquíes Abdou Filali Ansary y Mohamed Tozy, en su obra ‘Penseurs maghrébins contemporains’ (Pensadores magrebíes contemporáneos), pusieron en valor hace años la existencia de grandes pensadores musulmanes en el Magreb, en algunos casos completamente desconocidos en Occidente. No quiero en este artículo hacer un inventario exhaustivo de los pensadores musulmanes de las últimas décadas, pero sí citar algunos que han sido significativos por su contribución a la creación intelectual y el acercamiento entre personas de culturas y religiones distintas.

Los nuevos pensadores

En este sentido, el libro ‘Les nouveaux penseurs de l´islam’ (Los nuevos pensadores del islam) del islamólogo de origen marroquí Rachid Benzine es muy ilustrativo. Benzine deja claro que el objetivo de estos pensadores no es “reinventar” el islam, ni siquiera “adaptar el mundo islámico a la modernidad”, sino “revisitar las interpretaciones sucesivas y las utilizaciones que se han hecho del mensaje coránico y de otros textos fundadores (hadices, sunna, corpus de las grandes escuelas jurídicas…), y pasarlas por la criba de la crítica. Desean exponer a los métodos de la investigación científica, y al cuestionamiento de las ciencias humanas, todos los aspectos de esta realidad viviente que es el islam”. Por esto mismo algunos analistas aseguran que estos pensadores son el “Lutero del islam”. Rachid Benzine cita entre las voces partidarias de la “renovación” e “innovación” a personalidades como Abdul Karim Soroush, Mohamed Arkoun, Fazlur Rahman, Amin Al-Khuli, Muhamad Khalafallah, Nasr Hamid Abú Zayd, Abdelmajid Charfi y Farid Esack. Cada uno en su campo concreto, estos sabios reformistas han abierto nuevas vías en la investigación de la realidad islámica, y con mayor o menor fortuna han frenado el auge del dogmatismo y del extremismo.

En palabras de Rachid Benzine, “los nuevos pensadores afirman que el pasado de los musulmanes no debe considerarse como una historia sagrada, sino como parte de la historia de la humanidad”. El fallecido pensador paquistaní Fazlur Rahman recalcó: “El islam histórico o medieval no consiguió presentar y desarrollar la visión coránica; al revés, la deformó y pervirtió”. Después, los sucesores de la versión reaccionaria del islam convirtieron esta religión en un dogma petrificado y en muchos casos al servicio de los poderosos y en contra de los débiles. En Túnez, el pensador Mohamed Talbi, en su libro‘Ma religion c´est ma liberté’ (Mi religión es mi libertad), muestra una vez más que es un maestro del pensamiento crítico musulmán, y carga las tintas contra los que utilizan el islam de forma dogmática  y lo politizan hasta el extremo de convertirlo en una caricatura. Defensor del diálogo interreligioso, en su dilatada trayectoria intelectual, el pensador tunecino ha denunciado la naturaleza reaccionaria del wahabismo saudí, que controla muchos grupos y movimientos islamistas radicales en el mundo y soborna a gobiernos de países musulmanes y a estados democráticos occidentales.

Pie de foto: El pensador reformista y liberal tunecino Mohamed Talbi

Propuestas reformistas

Hace más de una década, el antropólogo de origen argelino Malek Chebel publicó un polémico libro, ‘Manifeste pour un islam des Lumières’ (Manifiesto por un islam de las Luces). En este trabajo, Chebel plantea 27 proposiciones para reformar el islam, como una nueva interpretación de los textos coránicos, afirmar la superioridad de la razón sobre cualquier otra forma de pensamiento o creencia, prohibir los castigos corporales y perseguir la esclavitud, modernizar la ley civil en los países islámicos, cambiar el estatuto de la mujer, defender la importancia del individuo sobre la comunidad, acabar con los asesinatos políticos y promover la libertad intelectual, y combatir la corrupción. Nadie hizo caso a Chebel, quien se pregunta en su libro: “¿La libertad de pensamiento podrá ejercerse [en el mundo islámico] sin sufrir presión moral, religiosa y política”.

Nadie, hoy por hoy, podría contestar satisfactoriamente a esta pregunta. No obstante, cabe recordar que en el mundo musulmán no sólo ha habido déspotas, fanáticos y terroristas, sino también grandes pensadores como Averroes, Avicena e Ibn Khaldun. Tareq Oubrou, imán de una mezquita en Burdeos (Francia), lleva años defendiendo que el islam debe ser una espiritualidad liberadora y no una ideología integrista y un credo político sectario. Tiene muchos enemigos pero también ha conseguido apoyos entre los musulmanes y ciudadanos de otras confesiones religiosas, agnósticos y ateos. Defensor de un islam occidental moderno y secularizado, el imán francés de origen marroquí no piensa agachar la cabeza. Hay muchos musulmanes como él en los países islámicos y en Occidente. Lo que ocurre es que la mayoría pasa completamente desapercibida, y los sectarios y dogmáticos del otro bando, muchas veces alentados por medios de comunicación irresponsables, prefieren fijarse en lo peor, lo más impresentable, del mundo islámico.

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