Irán y Hizbulá se presentan como una opción ante la grave situación que experimenta el país mediterráneo

El Líbano incapaz de hacer frente a la crisis de suministros

AFP/ ANWAR AMR - Vehículos haciendo cola para obtener combustible en una gasolinera de Beirut

El Líbano continúa sufriendo una crisis de suministros, la semana pasada el Gobierno libanés anunciaba que la producción eléctrica apenas alcanzaba para cubrir el 25 % del suministro que necesita el país, mientras que el Banco Central del Líbano adelantaba que era incapaz de seguir apoyando la importación de combustible, lo que implica levantar los subsidios. Ante este escenario, el partido libanés Hizbulá ha asegurado que importará petróleo desde Irán. En julio, el Gobierno tomó la decisión de subvencionar el combustible ante la grave situación que estaba experimentando el país, pero durante una reunión la semana pasada el gobernador del Banco Central, Riad Salame, señaló que "no es capaz de seguir respaldando la adquisición de carburantes".

Salame ofreció como solución elaborar una propuesta de ley para el desembolso de créditos a la compañía eléctrica estatal, Electricité du Liban (EDL), que le permita comprar combustible "porque es el remedio más barato para el ciudadano, incluso si se le suben los impuestos". Desde hace ya semanas, la compañía eléctrica libanesa ofrece únicamente dos horas al día de suministros, mientras que los generadores privados se cotizan a precios desorbitados, lejos del alcance de una población empobrecida tras tres años de crisis económica.

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La situación en el país mediterráneo es cada vez más crítica, a pesar de la resiliencia que ha demostrado el Líbano estos últimos años. El país del cedro arrastra una grave crisis económica desde 2019 que se ha visto exacerbada por la pandemia de la COVID-19 y experimentó su máximo estallido social a raíz de la explosión del puerto de Beirut. La detonación sesgo la vida de 205 personas, hirió a más de 6.500, con unos daños estimados en hasta 5.000 millones, desplazó de sus hogares a otros 350.000 vecinos, y destruyó numerosos edificios, dejando a un gran número de personas sin hogar, en un momento crítico para muchos libaneses.

Casi diez días después del aniversario por la explosión del puerto de Beirut tenía lugar una nueva detonación provocada por un tanque de combustible que habría sido confiscado por el Ejército en Akkar, al norte del Líbano. La explosión provocó la muerte de al menos 28 personas y 79 heridos. Como consecuencia de este nuevo incidente, según recoge la agencia EFE una veintena de personas se concentraron ante la residencia del primer ministro designado del Líbano, Najib Mikati, para protestar por la explosión. Por su parte, el presidente libanés, Michel Aoun, ha instado a las autoridades pertinentes a llevar a cabo una investigación y esclarecer lo ocurrido.

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A pesar de las directrices de Aoun, poco se puede esperar de una élite política que sigue sin esclarecer las causas y condenar a los responsables de la explosión del puerto de Beirut hace ya más de un año. Una detonación considerada como una de las explosiones artificiales no nucleares más poderosas de la historia de la humanidad. El Líbano arrastra así un nuevo incidente a la larga lista de infortunios que lleva sufriendo desde hace años. El país mediterráneo sufre una de las peores crisis económicas del siglo XXI, según el Banco Mundial, y que ha generado una crisis de suministros que afecta a la mayor parte de la población y que les impide realizar las tareas más básicas. La grave escasez de combustible ha generado largas filas en las gasolineras, apagones prolongados y cierres de negocios.

La incompetencia de los políticos libaneses no ha hecho más que agudizar la profunda crisis económica que atraviesa el país mediterráneo. Desde que el pasado 10 de agosto el Ejecutivo de Hassan Diab dimitiese, a raíz de la explosión del puerto de Beirut, tres han sido los primeros ministros designados que han intentado formar un Gobierno y todos han fracasado, por ahora, en el intento. El nuevo primer ministro designado, Najib Mikati, que accedió al cargo el pasado 26 de junio, se está encontrando con los mismos obstáculos que su antecesor, Saad Hariri.

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Ante este vacío de liderazgo político y con una población que se enfrenta a apagones diarias que alcanzan en ocasiones hasta las 12 horas, el partido libanés Hizbulá ha anunciado que empezará a importar gasolina desde Irán. El secretario general del Movimiento de Resistencia, Hassan Nasrallah, aseguró durante un discurso que “si Dios quiere, definitivamente traeremos diesel y gasolina de Irán". Asimismo, el líder de Hizbulá recalcó que la República Islámica le había asegurado que respaldaría al Líbano e hizo responsable al Gobierno libanés y a la influencia estadounidense de la falta de respuestas alternativas a la oferta iraní. 

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