Guterres detalló tres grandes amenazas: la pérdida de confianza en las instituciones públicas y gobiernos, la inestabilidad del orden económico mundial y el deterioro del tejido social

El mantenimiento de la paz durante las pandemias precisa respuestas coherentes y polifacéticas

photo_camera PHOTO - Un miembro del personal de mantenimiento de la paz de la Misión de Estabilización Integrada Multidimensional de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA) vierte gel desinfectante en la mano de un niño

La actual pandemia de coronavirus no solo representa una amenaza al desarrollo y a la consolidación de la paz, sino que también corremos el riesgo de agudizar los conflictos o propiciar otros nuevos, explicó este miércoles el titular de la ONU.

En una sesión del Consejo de Seguridad sobre los desafíos para lograr una paz sostenible durante las pandemias, el Secretario General de las Naciones Unidas razonó que, durante esta época de incertezas aumentan las interrogantes sobre la eficiencia de los sistemas de salud, los servicios sociales y la confianza en las instituciones y sistemas de gobernanza.

“Todo esto significa que nuestro compromiso de mantener la paz es más urgente que nunca. Los desafíos de esta pandemia ponen de relieve como nunca la necesidad de dar respuestas coherentes, multidimensionales y transversales según la lógica interna de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, destacó António Guterres.

Sin embargo, y aunque sabemos que aplicar métodos de prevención coherentes y adaptados a los conflictos que contribuyan a afrontar las crisis sanitarias y humanas permitirán conseguir una paz sostenible, Guterres detalló tres grandes amenazas: la pérdida de confianza en las instituciones públicas y gobiernos, la inestabilidad del orden económico mundial y el deterioro del tejido social.

Las desigualdades y la pobreza demandan una conducta coordinada

En el primer supuesto explicó que cuando se produce la impresión de que las autoridades no manejan las crisis correctamente o hay una falta de transparencia, la población tiende a desilusionarse del gobierno y sus instituciones.  

Con relación a la desestabilización del sistema económico global advirtió que de no producirse una actuación coordinada, “las desigualdades, la pobreza mundial y el potencial de inestabilidad y violencia podrían aumentar durante años”.

En tercer lugar, evidenció el desgaste del tejido social en el recorte del espacio cívico y el bloqueo para el ejercicio de la democracia y la manifestación legítima de agravios.

“Hemos visto muchas protestas pacíficas, y en varios países, la COVID-19 se ha usado como excusa para tomar medidas severas y aumentar la represión estatal.  Al menos 23 países han aplazado elecciones o referendos nacionales, y casi el doble han aplazado votaciones a niveles inferiores”, detalló.

Efectos positivos durante la crisis de la COVID-19

En el lado opuesto de la balanza, durante la pandemia y como hechos positivos, Guterres citó la atención prestada en muchos lugares a su llamado a un  alto el fuego de alcance mundial; la aprobación en julio de la resolución 2532, “un paso en la dirección correcta”; no obstante,  apuntó que “se necesita mucho más para traducir los primeros logros en medidas concretas sobre el terreno”.

Junto a estas dos aportaciones resaltó también la influencia que pueda ejercer el máximo órgano de seguridad para realizar una mayor labor de prevención. 

En el actual contexto indicó que esto se traduciría en adecuar las respuestas a la pandemia “empezando por un análisis multidimensional que examine cómo esta afecta a los riesgos ocultos derivados de los conflictos”; la importancia de la inclusión, especialmente con comunidades marginadas, grupos de mujeres y jóvenes; y una estrecha colaboración entre los agentes humanitarios, de desarrollo y de paz.

“Por ejemplo, para consolidar la paz, debemos garantizar que los problemas humanitarios se aborden completamente de manera integral.  El Líbano es un ejemplo de ello”, manifestó.

Igualmente subrayó la necesidad de crear alianzas robustas con los gobiernos, las organizaciones regionales y subregionales, el sector privado y los agentes de la sociedad civil; así como de garantizar que las Instituciones Financieras Internacionales, como el Banco Mundial y el FMI- incluyan el mantenimiento de la paz como una prioridad.

Por último, calificó de “esencial” la actual colaboración del Consejo de Seguridad con la Comisión de Consolidación de la Paz, aunque su demanda siga superando a la oferta.  “Esperamos aprobar 210 millones de dólares en proyectos este año, pero eso todavía está muy lejos del ‘gran salto‘que he pedido en este Consejo y en otros lugares”, aclaró.

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