Tres millones de personas viven en el último bastión rebelde de Idlib. Los últimos enfrentamientos están provocando el éxodo masivo de población hacia campamentos donde las condiciones de vida son insalubres

El miedo a una propagación incontrolada del coronavirus en Siria alerta a las autoridades

AFP/ AAREF WATAD - Miembros de la Defensa Civil de Siria, también conocidos como los “Cascos Blancos”, desinfectan el campamento de Kafr Lusin para desplazados cerca de la frontera con Turquía, en la provincia de Idlib

Si los sistemas sanitarios europeos, los mejor preparados, están viendo colapsadas sus unidades de cuidados intensivos y la falta de material sanitario es una realidad con la que los equipos médicos se enfrentan todos los días en los países occidentales, el drama de la pandemia se intensifica en aquellos lugares donde la pobreza es endémica y la escasez de todo tipo de recursos también. Siria lleva casi diez años en un conflicto interminable que ha sacudido a la población y ha diezmado su sistema sanitario.

Los “Cascos Blancos” desinfectan una escuela donde se refugian los sirios desplazados en la ciudad de Maaret Misrin, en la provincia de Idlib, el 25 de marzo de 2020

El Gobierno sirio informó del primer caso de coronavirus el pasado 23 de marzo. Seis días más tarde, el domingo 29 de marzo, el Ministerio de Sanidad confirmó la primera muerte por coronavirus. Según un comunicado recogido por la agencia estatal SANA, se trata de una mujer que falleció a los pocos días de ser hospitalizada.

Este fallecimiento se suma a los nueve casos confirmados por COVID-19 en el país. “El estado de salud de los cinco contagiados con coronavirus es estable y están bajo supervisión médica directa”, ha reportado el Ministerio de Salud. Pero los médicos sospechan que hay muchas más. Por su parte, según la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, los casos de coronavirus en Siria ascienden a diez y son dos las muertes contabilizadas.

Los “Cascos Blancos” desinfectan una mezquita como parte de los esfuerzos para prevenir la propagación de la epidemia de coronavirus en la ciudad rebelde de Binnish

El Gobierno de Bachar al-Asad ha ordenado el toque de queda entre las 18:00 y las 6:00 para impedir la expansión del virus, así como la prohibición del traslado de individuos entre las provincias a partir de las 18:00 hasta el 16 de abril. También se han restringido los viajes entre provincias y las reuniones en mezquitas y otros eventos públicos, además del cierre de todos los centros educativos.

La imposibilidad de presencia internacional debido a la situación extrema que vive el país con un conflicto que parece no tener fin hace que la situación de la epidemia en Siria sea casi imposible de contabilizar. La oposición ha dado a entender que los fuertes lazos de Damasco con Irán, el país más afectado de la región, puede ser una de las principales fuentes de contagio. La agencia de noticias Reuters asegura que fuentes de inteligencia occidentales afirman que milicias chiitas proxy de Irán han estado cruzando la frontera de Qaim entre Irak y Siria. Además, miles de peregrinos chiitas han estado llegando a Siria para visitar el santuario Sayeda Zainab en Damasco.

Las pruebas para detectar el nuevo coronavirus comenzarán dentro de unos días en el noroeste de Siria, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud
Preocupación con los más vulnerables

Según el diario The Guardian, funcionarios de la salud del país árabe temen que el número de personas infectadas con coronavirus supere con creces las cifras oficiales divulgadas por el Gobierno, y aseguran que los actores no estatales están poniendo en cuarentena a comunidades enteras de paciente en áreas fuera del control nacional.

Siria, donde las estructuras estatales son débiles, y con una población de siete millones de desplazados internamente, y, también, con grandes porciones del país fuera del control del gobierno, hacen que el control de la propagación del virus sea casi imposible.

Un médico sirio da instrucciones sobre los peligros de la propagación del coronavirus y distribuye máscaras en un campamento para personas desplazadas cerca de la ciudad siria de Batabu

La Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Siria de Naciones Unidas ha lanzado la voz de alarma y ha pedido a todas las partes del conflicto que “cesen las hostilidades para permitir que se tomen medidas urgentes que eviten una mayor catástrofe en el país”. Un millón de personas han huido de sus hogares desde diciembre para escapar de una ofensiva del Gobierno sirio, y el número limitado de hospitales en funcionamiento lleva nueve años en un permanente colapso con las víctimas de los combates.

Después de nueve años desde que se iniciara el conflicto, el sistema sanitario se ha visto gravemente debilitado. Según la Organización Mundial de la Salud, solo el 64% de los hospitales y el 52% de los centros primarios de salud están en funcionamiento, mientras que el 70% de los trabajadores del sector han salido del país durante la casi década de guerra.

Sirios desplazados, algunos con máscaras protectoras, en un campamento para personas desplazadas en Kafr Lusin, en la provincia de Idlib

“Los civiles sirios enfrentan ahora una amenaza mortal, el brote de coronavirus, que golpeará sin distinción y será devastador para los más vulnerables frente a la ausencia de medidas preventivas urgentes”, dijo Paulo Pinheiro, presidente de la Comisión.

Entre los más vulnerables se encuentran los casi siete millones de personas desplazadas en el interior del país, en su mayoría mujeres y niños, que viven en tiendas de campaña superpobladas o hacinados en campamentos improvisados en la frontera sirio-turca, en la provincia de Idlib. Por el momento, no se han reportado casos en esta provincia. Sin embargo, puede deberse simplemente a la falta de kits de prueba adecuados.

Miembros de la ONG siria Violeta desinfectan un campamento de desplazados en la aldea de Kafr Jalis, al norte de la ciudad de Idlib, el 21 de marzo de 2020

Médicos Sin Fronteras (MSF) ya ha advertido que “la enfermedad puede propagarse rápidamente a través de la región, especialmente en los campamentos, donde las personas viven en grandes asentamientos, en condiciones de hacinamiento con poca sanidad”. Tres millones de personas viven en el último bastión rebelde de Idlib. Además, el acceso a agua limpia e instalaciones de saneamiento son casi imposibles de conseguir.

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