Ankara podría estar presionando a Doha para que apoye financieramente su campaña en la guerra civil en Libia, especialmente en un momento que podría ser la antesala de la batalla definitiva

El ministro de Defensa turco se reúne con el emir de Qatar

AP/OZBILICI - El ministro de Defensa de Turquía, Hulusi Akar

Apenas dos semanas después de que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se desplazara hasta Qatar para reunirse con el emir, el jeque Tamin bin Hamad al-Thani, en su primer viaje al extranjero tras la primera oleada de la pandemia del coronavirus, el ministro turco de Defensa, Hulusi Akar, ha viajado a Doha este fin de semana para mantener un nuevo encuentro con el mandatario qatarí. 

Aunque no han trascendido los detalles del encuentro -la agencia qatarí de prensa se ha limitado a informar de la visita de la delegación turca- Al-Arabiya ha recogido un comunicado del Gobierno de la nación euroasiática en el que se ha anunciado la firma de nuevos “acuerdos financieros entre los dos países”. 

Sin embargo, el principal asunto que habría estado sobre la mesa de la reunión sería la guerra civil en Libia, que lleva abierta desde el año 2011, y en el que se enfrentan el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) y el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), esta última facción apoyada por Ankara y Doha. Como explican desde el medio Al-Ain, no es casualidad que Akar se desplace hasta la capital qatarí tan solo unos días después de que visitara Trípoli, en Libia, de manera sorpresa, en un viaje en el que declaró que Turquía tenía la intención de quedarse “para siempre” en el país norteafricano, lo que encendió los ánimos tanto del bando rival como del pueblo libio, que convocó manifestaciones para rechazar la injerencia turca.

“Estas declaraciones se produjeron después de los acuerdos logrados entre Ankara y Doha, en el que se incluye un plan para la ruina de Libia, basado en la continua intervención turca y la transferencia de más mercenarios, siempre que Qatar brinde apoyo material para financiar el proyecto”, explica el analista Ahmad Nasser en Al-Ain.

La guerra en Libia alcanzó un pico máximo de tensión la semana pasada, cuando parecía que todo estaba preparado para que el GNA, con el apoyo de la nación de Erdogan, lanzase una ofensiva sobre el enclave geoestratégico de Sirte, bajo dominio del LNA. De llevarse a cabo, Egipto pasaría a intervenir militar y directamente en el conflicto, abriéndose un enfrentamiento entre Ankara y El Cairo. Sin embargo, a pesar de la escalada en la retórica, con continuas amenazas de que el ataque iba a tener lugar, todavía no se ha producido. Ambas potencias están midiendo sus fuerzas: han realizado ejercicios militares masivos en las inmediaciones de Libia que han tenido un efecto disuasorio para ambas, al menos, de momento. Pero Turquía no parece estar dispuesta a renunciar a Sirte, que es rico en petróleo, ni tampoco a Al-Jufra -segundo objetivo de la ofensiva-, donde se ubica la mayor base aérea del país, y para poder aspirar a una victoria militar necesita todo el apoyo posible de sus aliados, como Qatar, que ha estado financiando la campaña del GNA durante el último año. 

Un funcionario turco reveló, tras una llamada mantenida entre Erdogan y Al-Thani el pasado 23 de junio, que el principal tema de discusión había sido “puramente financiero” y que el Ejecutivo turco “no se cansa en sus demandas de más dinero de Doha para mantener el impulso de las operaciones militares turcas en Siria y Libia”. “El dinero del gas qatarí ha desempeñado un papel importante en la financiación de esos conflictos y guerras, especialmente porque Turquía no puede soportar sus cargas debido a las sucesivas crisis económicas y financieras presenciadas por el país durante los últimos años”, concretó entonces la fuente.

Cabe mencionar, en este punto, que la economía turca se ha debilitado significativamente en las últimas semanas, justo en un momento crítico para las opciones de victoria de la nación euroasiática en la contienda libia. La deuda pública se ha disparado hasta los 240.000 millones de dólares, la inflación está descontrolada -rondando el 13%- y los precios al consumo han sufrido fuertes aumentos, generando problemas de abastecimiento para la población. El valor de la lira se ha desplomado y los bancos estatales se han visto obligados a intervenir con inyecciones de hasta 8.300 millones de dólares para reflotar la moneda local.

Ante este escenario, Ankara necesita el sustento financiero de Doha más que nunca, de ahí que se hayan firmado nuevos “acuerdos financieros” durante la reunión entre Akar y Al-Thani. Hasta ahora, Qatar ha aceptado las demandas de Turquía sin pedir nada a cambio -al menos nada que no se haya hecho público-, lo que para muchos analistas refleja la débil postura qatarí en la región, sometido a un “chantaje” por parte de la nación euroasiática, ya que sin el apoyo de Ankara, Doha podría perder a su único aliado en Oriente Medio, desde que está sometido a un importante boicot desde el año 2017 por parte de sus vecinos del denominado Cuarteto Árabe. 

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