El ministro islamista marroquí Mustafá Ramid califica de “basura” a los homosexuales

Paco Soto

Pie de foto: El ministro de Derechos del Hombre de Marruecos, Mustafá Ramid.

El ministro de Estado encargado de los Derechos del Hombre e importante dirigente del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), Mustafá Ramid, ha vuelto a encender las redes sociales en Marruecos. Ramid, que pertenece a una corriente extremista en el PJD que choca con las ideas más moderadas y el talante dialogante del número dos del partido y actual primer ministro, Saad Eddine El Othmani, psiquiatra de profesión, está obsesionado con los homosexuales. Su odio a las personas que no han optado por la heterosexualidad no tiene límite, y el ministro no desperdicia ninguna ocasión para recordárselo a los marroquíes. Demagogo y astuto, Ramid sabe que muchos marroquíes piensan como él. Por esto mismo, el ministro de Estado encargado de los Derechos del Hombre manifestó en un acto que se celebró recientemente, en Rabat, sobre la tortura en África que los homosexuales son “basura”. Ramid mantuvo estos propósitos cuando unos periodistas le preguntaron sobre la despenalización de las relaciones homosexuales. Sus declaraciones homófobas fueron condenadas por 15 ONGs como la Organización Marroquí de los Derechos del Hombre (OMDH), la Asociación Marroquí de Lucha contra el Sida (ALCS), la Federación Nacional de Asociaciones Amazighs (FNAA) y la Fundación Aït Ljid por la Vida y la Lucha contra la Violencia.

Las ONGs difundieron un comunicado en el que solicitan una intervención del Rey Mohamed VI, “en tanto que jefe del Estado, para ejercer sus poderes constitucionales y proteger los derechos y las libertades de los individuos y los grupos, porque es el garante de estos derechos constitucionales”. Además, piden al primer ministro El Othmani que tome medidas contra Ramid y a la Fiscalía, que abra una investigación contra las declaraciones “discriminatorias” del ministro islamista. “Pedimos al jefe del Gobierno que ejerza sus funciones políticas” contra el ministro Ramid, señalan las ONGs en el comunicado. Las organizaciones críticas “consideran que el hecho de que el señor Ramid haya calificado de ‘basura’ a ciudadanos marroquíes es una violación flagrante de la Constitución marroquí, que adopta en su preámbulo la disposición del Estado marroquí a respetar los derechos humanos”.

Pie de foto: Manifestación contra la detención de dos homosexuales, en Rabat, en 2015/Efe.

Respetar la Constitución

Las asociaciones consideran que los ministros tienen que ser respetuosos con los principios de la Constitución y no apostar por “sus creencias personales y partidistas” en el ejercicio de sus funciones. Aseguran que con sus declaraciones, Ramid “favorece la homofobia e incita de una forma o de otra a que la gente se oponga a los militantes defensores de los derechos humanos, sobre todo a los que defienden las libertades individuales”. Ramid piensa como millones de marroquíes. Está convencido de que la homosexualidad es una enfermedad, una desviación sexual, de la misma forma que sostiene que la legislación no puede amparar los mismos derechos a hombres y mujeres. En este sentido, Ramid y muchos dirigentes del PJD y militantes islamistas se oponen a los cambios legislativos que se han llevado a cabo en Marruecos en los últimos años en beneficio de las mujeres, y son especialmente hostiles a la Moudawana -o nuevo estatuto del sexo femenino-, una iniciativa impulsada en 2004 por el propio Mohamed VI que equipara en derechos y deberes a mujeres y hombres.

Pie de foto: El cineasta y escritor Abdellah Taïa.

Voces críticas

La homosexualidad en Marruecos choca con la visión que el islam oficial impone a la sociedad en materia de sexualidad. La legislación marroquí sanciona con la cárcel la práctica homosexual. El artículo 489 del Código Penal castiga con penas de hasta tres años de prisión a quien cometa “actos contra natura con individuos del mismo sexo”. En general, la sociedad marroquí, muy conservadora en usos, costumbres, tradiciones e ideas, es intolerante con los homosexuales. Pero en los últimos años, han surgido voces críticas contra la homofobia en la sociedad civil, el cine y la literatura. Los jóvenes de clase media, estudios universitarios y ubicados en zonas urbanas son la vanguardia de la nueva realidad. En este marco, la Asociación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Marruecos (Kifkif) es un colectivo activo en el país, que actúa prácticamente en la clandestinidad y mantiene lazos estrechos con organizaciones de la misma naturaleza de España y otros lugares.

Es más, España se ha convertido en una suerte de país de asilo para muchos homosexuales marroquíes perseguidos en su tierra de origen. Cabe destacar el papel clave que desempeña el joven escritor y cineasta marroquí Abdellah Taïa, nacido en Salé en 1973, en el combate cívico de muchos ciudadanos por el respeto y el pleno reconocimiento social y legal de los homosexuales. En Marruecos, también son activas asociaciones como el Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI), grupos feministas, colectivos laicos y contrarios a la imposición del islam como religión obligatoria y un sinfín de movimientos defensores de los derechos humanos. El más relevante es la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), fundada por exmilitantes y represaliados de la izquierda radical. 

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