Ni China ni Rusia cuentan con un dron espacial capaz de permanecer en órbita 779 días seguidos, efectuar decenas de ensayos y regresar a tierra, como ha conseguido el X-37B

El misterioso mini transbordador militar de Trump despega en menos de 48 horas

photo_camera PHOTO/USAF-Boeing - El X-37B es un avión espacial sin tripulación, robotizado y reutilizable que lo emplea el Pentágono para probar sus nuevas tecnologías

Por segunda vez durante el mandato de Donald Trump, la aeronave más misteriosa de la Fuerza Aérea de Estados Unidos va a volver a volar. Su nombre es X-37B, denominación en código que ya deja entrever el alto grado de secreto que lo rodea. Su salto a los cielos está programado para la madrugada del próximo sábado, 16 de mayo. Se producirá desde Cabo Cañaveral, en el estado norteamericano de Florida, siempre que las condiciones atmosféricas sean favorables y no surjan problemas técnicos de última hora.  

Aunque dispone de alas, el X-37B no va a irse al aire después de rodar y acelerar a lo largo de una pista de despegue. Lo va a hacer alojado en la parte superior de un potente lanzador espacial Atlas V, que lo impulsará hasta fuera de la atmósfera terrestre y lo soltará a una altura y en una órbita que los militares del Pentágono mantienen en el más riguroso secreto.

El responsable de las operaciones en órbita del X-37B es la nueva Fuerza Espacial creada por Donald Trump, cuyo jefe, el teniente general John “Jay” Raymond, es saludado por el presidente en presencia del secretario de Defensa, Mark Esper

Su apariencia externa guarda una gran semejanza con el diseño de los cinco transbordadores tripulados de la NASA, Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour. Entre noviembre de 1982 y julio de 2011 llevaron a centenares de astronautas hasta el desaparecido complejo orbital soviético Mir y la actual Estación Espacial Internacional y los devolvieron a la Tierra. Sin embargo, al contrario que las lanzaderas espaciales, el X-37B no está gobernado por un piloto ni lleva a nadie en su interior. Es un avión espacial robotizado y reutilizable, que viaja al espacio en un cohete y regresa de forma autónoma a tierra gracias a sus alas. 

En esencia, es un singular mini transbordador espacial de tipo dron pero en formato mini. Mide 8,9 metros de longitud ‒cuatro veces menos que los orbitadores de la NASA, de 24 metros de largo‒ y pesa 4.990 kilos, 20 veces menos que las 100 toneladas al despegue del Columbia. El misterio que envuelve a X-37B es que todo lo que se conoce sobre él son generalidades y prácticamente nada de lo que lleva a cabo en sus largos vuelos al espacio.

Encerrado en la cofia del cohete Atlas V, el X-37B probará en el espacio el potencial de transformar la energía solar en microondas de radiofrecuencia, que luego podría dirigirse hacia la tierra u otros objetos en el espacio
¿Para qué quiere el Pentágono un mini transbordador espacial?

Según la Fuerza Aérea norteamericana, el X-37B no es más que una plataforma para efectuar experimentos y ensayos de nuevas tecnologías en el espacio y traerlas de regreso a tierra para su evaluación y análisis. Entonces ¿cuál es la importancia de la misión espacial del día 16 de mayo, con Estados Unidos en plena pandemia del coronavirus, con cerca de 85.000 fallecidos y una cifra de infectados próxima al millón y medio de personas?

La sexta misión del X-37B se ha calificado como “crítica” para la seguridad nacional durante el periodo de emergencia nacional a que está sometido Estados Unidos a causa de la pandemia. El Pentágono asegura que el personal que toma parte en el lanzamiento sigue las pautas de protección dictadas por las autoridades sanitarias federales y del estado de Florida, que se concretan en utilizar mascarillas faciales, verificar su temperatura corporal, practicar el distanciamiento físico y teletrabajar siempre que sea posible.

La muy poca información que facilita el Pentágono sobre las cargas que lleva a bordo y el objeto de los experimentos y ensayos, junto con las contadas imágenes que existen del mini transbordador, hacen pensar que también efectúa test relacionados con sistemas de armas. Y más si tenemos en cuenta que su fabricante es Boeing, una corporación industrial dedicada al desarrollo de sistemas aeroespaciales y de defensa.

Con una longitud de 8,9 metros de longitud y cerca de 5 toneladas de peso, tiene cabida en la parte alta de los lanzadores norteamericanos Atlas V y Falcón 9

Se ha conocido que, en esta ocasión, el X-37B llevará en su pequeña bodega de carga una prueba que consiste en disparar microondas, una tecnología que podría estar orientada a completar el desarrollo de un arma electromagnética. Es un ensayo del Laboratorio de Investigación Naval, que pretende transformar la energía solar en microondas de radiofrecuencia, que luego podría dirigirse hacia la tierra u otros objetos en el espacio.

Es una evaluación práctica de clara aplicación militar, ya que existen agencias y empresas que trabajan para el Pentágono en la puesta a punto de armas capaces de generar y disparar pulsos de microondas, ondas electromagnéticas que en función de su grado de intensidad y potencia pueden provocar efectos destructores, en especial sobre los equipos electrónicos de misiles balísticos.

La misión OTV-6 también incorpora ensayos totalmente secretos de los que nada se conoce y dos experimentos de la NASA para estudiar la radiación y otros efectos sobre una placa de materiales y semillas. Se completa con un satélite de nombre FalconSat-8, obra de los cadetes de la Academia de la Fuerza Aérea, que alberga cinco experimentos y que se soltará en el espacio.

Todo el personal militar que participa en las operaciones del X-37B está obligado a utilizar mascarillas faciales, controlar su temperatura corporal, practicar el distanciamiento físico y teletrabajar siempre que sea posible
Para probar nuevos equipos con destino a satélites espía

La poca información que se ha difundido de manera oficial, se ha filtrado de modo intencionado o se ha descubierto, indica que el avión espacial robótico se emplea de forma prioritaria como plataforma para probar nuevas tecnologías antes de que sean instaladas y declaradas operativas. 

En su mayor parte están encaminadas a aligerar el peso y mejorar las prestaciones de los sensores de los satélites militares espía, de nuevos conceptos operativos y de avanzados sistemas de armas. Suelen tratarse de equipos mejorados de guiado, navegación y control automático, nuevos sistemas de aviónica y materiales de protección térmica resistentes a altas temperaturas, aislamientos reutilizables, sistemas de propulsión avanzados y componentes avanzados.

El X-37B es un avión espacial propiedad de la Fuerza Aérea norteamericana. Sin embargo, es la Fuerza Espacial creada por Trump el 20 de diciembre de 2019 la que asume la responsabilidad y gestión de las actividades de lanzamiento, las operaciones en órbita y su aterrizaje. La misión que tiene previsto su despegue en menos de 48 horas es la séptima de la recién creada Fuerza Espacial, por lo que también se llama USSF-7, acrónimo de United States Space Force 7.

Tras el regreso de una misión orbital, el personal que atiende al X-37B va protegido con escafandras especiales para evitar que un escape del combustible altamente toxico pueda entrañar peligro para sus vidas

Denominado oficialmente Vehículo Orbital de Pruebas u OTV ‒acrónimo de Orbital Test Vehicle‒, el desarrollo del X-37B fue aprobado durante el segundo mandato del presidente Bill Clinton y ratificado por sus sucesores, George W. Bush, Barack Obama y ahora Donald Trump. Su primera misión operativa (OTV-1) comenzó el 22 de abril de 2010 y se prolongó hasta el 3 de diciembre, con lo que totalizó 224 días en órbita, batiendo todos los record de permanencia en el espacio.

Desde entonces y por espacio de 10 años tan solo ha realizado otros cuatro vuelos, superando en cada uno de ellos su record de estancia en órbita. El último fue la misión OTV-5, que despegó el 7 de septiembre de 2017 y regresó a tierra el 27 de octubre de 2019, nada menos 779 días en el espacio… ¡más de dos años continuados en órbita!

El hecho de que se utilice un cohete Atlas V sin aceleradores adicionales para dar mayor impulso al despegue y primeros segundos del vuelo de ascenso significa que la altura a que va a ser colocado el X-37B no es muy alta. El astrónomo holandés Ralf Vandebergh descubrió el 2 de julio del año pasado al X-37B a 339 kilómetros de altura, por debajo de la Estación Espacial Internacional, que orbita a algo menos de 400 kilómetros sobre la Tierra.

Más en Sociedad