Un parlamentario iraquí denuncia que Washington estaría tratando de aumentar su capacidad ofensiva frente a las milicias pro-iraníes

El motivo oculto de la retirada de las tropas de Estados Unidos de Irak

“La retirada de las tropas estadounidenses de varias bases militares no está en línea con la resolución parlamentaria iraquí que insta al Gobierno de Bagdad a expulsar a las fuerzas extranjeras del país. Es más bien parte de los planes de redistribución de las tropas de EEUU dentro de Irak”, ha denunciado recientemente Karim Al-Muhamadawi, miembro de la Comisión de Seguridad y Defensa del Parlamento iraquí. Este político asegura, en esta línea, que, con estos últimos movimientos estratégicos dirigidos por el Pentágono, entre los que se incluyen la cesión de bases militares a las Fuerzas Armadas iraquíes, Washington estaría tratando de aumentar su eficacia ofensiva e intensificar sus acciones contra las milicias iraquíes pro-iraníes, como las Fuerzas de Movilización Popular (PMF, por sus siglas en ingles), también conocidas como Hashd al-Shaabi, y sus filiales.

A lo largo de las últimas semanas, la Coalición Internacional que combate contra Daesh dirigida por el gigante norteamericano, ha comunicado su salida de varias instalaciones militares ubicadas en territorio iraquí: Al-Qaim, cerca de la frontera con Siria; Qayyard Airfield West, próxima a Mosul; K-1 en Kirkuk; Al Taqaddum (TQ), en la provincia de Al-Anbar; y los cuarteles de Nínive, al norte del país. El Departamento de Estado estadounidense siempre ha reconocido que han sido movimientos planeados “desde hace mucho tiempo en coordinación con el Gobierno de Irak”, y que no están relacionados “con los ataques recientes contra las bases iraquíes que albergan tropas de la Coalición o con la situación actual del COVID-19”, según recogió este fin de semana una nota emitida por la Alianza. 

El general de brigada estadounidense Vincent B. Barker da la mano al general de división iraquí Mohammad Fadhel Abbas durante la ceremonia de entrega de la base aérea K1

Sin embargo, existen varios indicios para pensar en la razón oculta sobre la reubicación de los efectivos que ha criticado el parlamentario iraquí. En primer lugar, EEUU prometió responder “apropiadamente” ante cualquier ofensiva contra sus intereses. Así lo aseguró el secretario de Estado Mike Pompeo tras la muerte de dos nacionales en un ataque contra la base de Taji el pasado 12 de marzo. “No toleraremos ningún ataque o amenaza a la vida de los estadounidenses”, reiteró el funcionario, quien también exhortó a las autoridades iraquíes a “defender a los efectivos de la Coalición”, dejando implícito que, si Bagdad no lo hacía, Washington asumiría, “de forma legítima”, la autorización para proteger a sus soldados, incluso con contraofensivas. 

La situación puede tensarse, todavía más, con los ataques que se han producido este lunes contra las instalaciones de la petrolera estadounidense Halliburton, ubicadas al sur de Irak. Aunque no se han producido ni víctimas ni daños materiales que hayan afectado al servicio de la empresa, porque los cohetes no lograron impactar contra sus objetivos, es previsible que EEUU lo interprete como un acto hostil contra sus intereses, y más cuando se trata del crudo, muy codiciado por la Casa Blanca. Además, como explican desde Al-Monitor, este incidente ha sido “el primero en atacar la infraestructura petrolera desde junio pasado cuando un cohete golpeó un complejo que albergaba a compañías petroleras internacionales, incluido el gigante energético estadounidense ExxonMobil, e hirió a tres empleados iraquíes”, lo que refleja hasta qué punto están escalando las tensiones.

Soldados estadounidenses hacen guardia antes de la ceremonia de entrega de la base aérea K-1 a las fuerzas de seguridad iraquíes, en Kirkuk, Irak, el 29 de marzo de 2020

En segundo lugar, otro indicio que apuntaría a los motivos ocultos del plan de reorganización de las tropas de EEUU son los planes que han salido a la luz sobre la construcción de una nueva base militar en el oeste del país, concretamente en el área de Umm Samij, en la provincia de Al-Anbar, cerca de la frontera con Siria. Además, está previsto que allí se instalen sistemas de defensa antiaérea del modelo Patriot, el buque insignia de la defensa estadounidense.

El objetivo, según informó una fuente de seguridad en el medio local Al-Ahad, es el de proteger la base de Al-Asad y otros intereses del gigante norteamericano en territorio iraquí frente a posibles nuevos ataques procedentes de Irán o de sus milicias iraquíes, las PMF, lo que encaja con la teoría de aumentar las capacidades de ataque contra estos grupos expuesta al principio de este análisis. “Estados Unidos están trasladando sistemas defensivos a Irak para proteger a los miembros de la coalición y de los servicios de los Estados Unidos de diversas amenazas aéreas sobre las bases iraquíes que albergan a las tropas de la coalición”, indicó entonces el portavoz del Pentágono, Sean Robertson. “Es importante señalar que los repetidos ataques a las bases iraquíes, que violan la soberanía iraquí, han matado y herido a iraquíes, miembros de la coalición e integrantes de los servicios de EEUU”, reiteró.

Sistema de defensa de misiles Patriot de EEUU

Sobre este asunto, la República Islámica denunció la semana pasada que EEUU está conduciendo a Oriente Medio al desastre con su actitud beligerante, en un momento crítico para la región y el mundo entero con el estallido de la crisis del coronavirus. En una nota publicada por el Ministerio de Asuntos exteriores iraní, se aseguraba que el despliegue de sistemas Patriot va “en contra de la posición oficial del Gobierno, el Parlamento y el pueblo iraquí”. En el comunicado, también se instaba al final del “belicismo durante el brote de coronavirus” y se advertía de que las actividades militares norteamericanas en la región podían llevar a “la inestabilidad y el desastre”, por lo que EEUU debía “respetar los deseos del pueblo y el Gobierno iraquí y abandonar el país”. Así, las tensiones también están escalando en el plano dialéctico.

En tercer y último lugar, también se podría considerar como un indicio la aparición en escena de una nueva milicia iraquí chií pro-iraní, que podría suponer, sin ninguna duda, una amenaza al gigante norteamericano en Irak. Aunque todavía se conocen pocos datos, se hacen llamar la Liga Revolucionaria o Usbat al-Thairen. Su primera aparición pública tuvo lugar el pasado 15 de marzo, tres días después del ataque contra Taji. A través de un vídeo, se atribuían la responsabilidad de esta ofensiva y lanzaban nuevas advertencias contra los soldados estadounidenses desplegados en Irak. “Esta operación es solo el comienzo y el final está por llegar”, aseguraban. 

Combatientes chiíes de la Brigada del Imán Alí, una facción armada de las Fuerzas de Movilización Popular (PMF), en su campamento de Najaf, a 160 kilómetros al sur de Bagdad, Irak

El Pentágono todavía no se ha pronunciado sobre esta milicia, lo que ya ha sido considerado como un grave error por algunos expertos en la materia, porque “es arriesgado ignorar el potencial de otro nuevo grupo que tiene problemas con la ocupación estadounidense y del que no se sabe prácticamente nada”, según explica el analista Jason Ditz en Antiwar. Aunque la postura oficial sea la del silencio absoluto, la reorganización de las tropas y la construcción de la base en el oeste del país podría significar también que EEUU se estaría preparando para hacer frente a esta nueva amenaza, de manera ofensiva e, incluso, a través de operaciones de defensa preventiva, lo que, de nuevo, concuerda con la teoría del parlamentario iraquí. 
 

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