El Movimiento 20-f: la versión marroquí de la ‘Primavera Árabe’

Paco Soto

Pie de foto: Manifestación del Movimiento 20-f, en 2011.

Hace siete años estalló lo que periodistas, politólogos, expertos y servicios secretos occidentales calificaron de ‘Primavera Árabe’. Un movimiento popular estalló en muchos países árabes y musulmanes contra los regímenes dictatoriales y corruptos que llevaban décadas oprimiendo a sus pueblos. En África del Norte, cayeron dictadores abyectos y criminales que durante años fueron peones de la Europa capitalista avanzada y Estados Unidos. En Egipto, fue derrocado Hosni Moubarak; en Túnez, Zine El Abidine Ben Ali. Muchos medios y analistas se precipitaron en sus afirmaciones y defendieron la tesis de que la democracia iba a ganar la batalla en el mundo árabe. Falso, salvo en Túnez, en el caso de África del Norte, los islamistas, en gran medida, controlaron el movimiento popular; y en Egipto, un islamista y un dictador militar gobernaron el país tras la caída de Moubarak.

En el caso concreto del Magreb, el dictador libio, Muamar Gadafi, fue arrestado y ejecutado sin juicio, seguramente por orden de Londres y París. Mauritania no se caracterizó por ser un hervidero de descontento y luchas sociales callejeras. En Argelia, salvo algunas manifestaciones masivas, no pasó nada, porque el Estado tiene a una parte sustancial de la población subvencionada, y un pueblo que ha sufrido tanto la violencia como el argelino es alérgico a las revoluciones violentas. Marruecos afirmó en esta ‘Primavera Árabe’ su propia personalidad. Se llevaron a cabo muchas protestas callejeras en Rabat, Casablanca, Tánger y otras grandes ciudades.

Surge el colectivo opositor

El protagonista de estas manifestaciones fue el Movimiento 20 de febrero, o Movimiento 20-f. El Rey Mohamed VI reaccionó rápidamente y fue inteligente frente a la crisis sociopolítica de la región. En lugar de reprimir a sangre y fuego como hicieron otros dirigentes, el monarca alauí impulsó reformas administrativas y cambió la Constitución. Anunció estas reformas en un discurso oficial, el 9 de marzo de 2011. Evitó una rebelión y consiguió el respaldo de muchos marroquíes. Siete años después de la irrupción de este movimiento que tantas ilusiones despertó en amplios sectores del mundo arabo-musulmán, en el caso concreto de Marruecos, los analistas, politólogos y periodistas no se ponen de acuerdo sobre el origen y naturaleza del Movimiento 20-f. 

Pie de foto: Fouad Ali El Himma, amigo del Rey y exconsejero de Estado de Interior.

Atalayar ha contactado a varias personas que vieron como surgió, se desarrolló y desapareció el citado colectivo opositor. Youssef, militante de izquierda, considera que el Movimiento 20-f “surgió de los sectores más politizados y contestatarios de la población, y puso en jaque al régimen”. “Esto es falso. El Movimiento en sí fue un intento de reformar profundamente el país por parte de un sector de la sociedad. Pero se unieron dos corrientes nefastas que suelen colaborar en las luchas sindicales y políticas.

Grupos ultraizquierdistas que siguen reclamándose del marxismo leninismo, como Annahj Addimocrati (La Vía Democrática), y los poderosos islamistas de Al Adl Wal Ihsane (Justicia y Espiritualidad), tolerados pero no legalizados en Marruecos. Finalmente, fueron los islamistas que ganaron la batalla ideológica y controlaron el Movimiento 20-f. Yo milité en Tánger un tiempo en este grupo y lo abandoné por los motivos que le he explicado”, cuenta el profesor Mohamed El Lardhi. Esta hipótesis es la que más apoyos tiene en Marruecos: El Movimiento 20-f nació con buen propósito, pero acabó siendo una maniobra de los islamistas radicales y sus aliados de la ultraizquierda.

Creado por el Estado

Hay otra hipótesis que le explicó un periodista marroquí que trabajó durante un tiempo para Fouad Ali El Himma, íntimo amigo de Mohamed VI, exconsejero de Estado de Interior, enemigo acérrimo de los islamistas institucionalizados, como el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), y el grupo radical Justicia y Espiritualidad. El Himma también fue fundador del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM). Según este periodista, “el famoso movimiento fue una creación de Fouad Ali El Himma, del Estado; el Rey lo sabía y estaba de acuerdo. Creó este grupo para controlar la situación y a los pocos opositores de verdad que hay en Marruecos, a Justicia y Espiritualidad. Todo lo demás son cuentos chinos.

Pie de foto: El Rey Mohamed VI y detrás de él su amigo Fouad Ali El Himma.

Hubo mucha gente de buena fe que cayó en la trampa, pero la realidad es la que es. Entiendo que no hay épica en la formación del Movimiento 20-f, como creen algunos periodistas extranjeros, sobre todo españoles y franceses, que enseguida vieron en el Movimiento 20-f el foco de la revolución que iba a acabar con la monarquía”, afirma a Atalayar nuestro informante, que es probablemente uno de los periodistas políticos en posesión de mayor información en su país.

Alianza estratégica de extremistas

Siete años después, “por suerte para algunos y por desgracia para otros, queda poco del espíritu de este movimiento. Lo que sí hay es una alianza estratégica entre los islamistas más radicalizados de Justicia y Espiritualidad y diversos grupos de extrema izquierda, a los que hay que valorar el trabajo que hacen en materia de defensa de los derechos humanos en el seno de la asociación AMDH”, apunta el sociólogo Larbi Ben Malek. “Pero en términos políticos, algunos colectivos izquierdistas marroquíes convierten a Podemos en un partido centrista y bastante derechista. Sus propuestas políticas son delirantes. Están buscando a Lenin, y estos grupos no han roto con una de las grandes barbaridades del siglo XX: el comunismo en sus diversas variantes. Lamentable”, indica el politólogo Ahmed Alaoui.

¿Quién tiene razón y ofrece una versión realista sobre el Movimiento 20-f? La Historia del país magrebí nos lo dirá. Los especialistas y expertos se equivocaron en el caso del Magreb. A nadie se le ocurrió plantear la tesis de que la rebelión popular estallaría en Túnez; y, sin embargo, así fue. Para muchos periodistas europeos –y españoles-, Túnez era un oasis de bienestar económico y social; faltaba libertad en el país pero el Estado había conseguido aplastar a los islamistas. La revolución se llevaría a cabo en Marruecos o Argelia. Frente a estas ‘brillantes’ ideas de los que van de expertos magrebíes y jamás han vivido en ninguno de estos países, es mejor callar. O simplemente sonreír.

El secretario general de La Vía Democrática, Mustafá Brahma, sigue pensando que el Movimiento 20-f fue un éxito y demostró las ganas de “democracia, libertad y cambio revolucionario”. Así lo dice a un diario digital marroquí. Está convencido de que el movimiento puso en cuestión el modelo económico del Estado, que “ha sido un fracaso”, y el papel nefasto de los partidos institucionales de derecha, centro e izquierda. La extrema izquierda está unida en la Federación de la Izquierda Democrática (FGD), cuyos jefes mantienen este discurso en público. En el caso de Justicia y Espiritualidad, Mounir Jouri, miembro del Secretariado Político del parrido islamista, “el cambio será un camino largo”.

A su juicio, el Movimiento 20-f dejó “un impacto positivo en la sociedad marroquí”. “Esta gente vive en la luna. Marruecos necesita grandes cambios. Es evidente. El país se tiene que convertir en un Estado de derecho de verdad. Pero si llegaran al poder los islamistas de Justicia y Espiritualidad y los dirigentes de la ultraizquierda, nos podríamos poner a temblar. El remedio sería mucho peor que la enfermedad”, asegura el politólogo Alaoui.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato