Las exportaciones petroleras del país, miembro de la OPEP, corren el riesgo de sufrir nuevas interrupciones o drásticos recortes si las facciones del conflicto no logran alcanzar un acuerdo tras el repunte de la violencia en Trípoli

El petróleo libio: un botín añadido en la batalla por controlar Trípoli

photo_camera PHOTO/AFP - Refinería de petróleo en la ciudad norteña de Libia de Ras Lanuf

La violencia ha vuelto a inundar, por tercera vez en lo que va de año, las calles de la capital libia de Trípoli. El repunte de tensiones entre las dos cabezas de un Ejecutivo bicéfalo – el Gobierno de Unidad Nacional (GUN), con sede en la propia Trípoli, dirigido por Abdul Hamid Dbeibé; y el Gobierno de Misrata, liderado por el primer ministro paralelo Fathi Bashaga – volvía a hacer de las armas la opción predilecta para abordar un bloqueo institucional que dura ya más de un año.  

Pero en este escenario, donde parece que la toma de la capital es un requisito de obligado cumplimiento, existe otra cuestión de especial relevancia estratégica e interés político para ambos bandos. La producción petrolera.

atalayar-petroleo-libia-enfrentamientos-violencia-tripoli-gobiernos

Y es que el país norteafricano forma parte –junto a Arabia Saudí, Argelia, Catar, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Indonesia, Irak, Irán, Nigeria y Venezuela, entre otros – de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que, ante la dilatación del conflicto ruso-ucraniano, se encuentra actualmente lidiando con las presiones internacionales por incrementar la producción y exportación diaria de crudo. 

Sin embargo, la aportación petrolera libia parece prender de un hilo. Pese a que durante los últimos años el país ha registrado picos de producción de crudo cercanos a los 1,3 millones de barriles al día (bpd) – siendo esta la principal fuente de ingresos de las exportaciones libias–, las facciones políticas enfrentadas en el conflicto parecen no tener ninguna reserva en usar la producción petrolera como arma contra sus enemigos políticos. 

atalayar-primer-ministro-libia-tripoli-abdul-hamid-dbeibé-dbeibah-dbeiba

Ya desde el mismo año 2011 –cuando el Gobierno de Muamar el Gadafi fue derrotado–, las instalaciones petroleras se convirtieron en objetivo de ataques, escenario de enfrentamientos y moneda de cambio de chantajes políticos entre Ejecutivos rivales que solo aspiran a dar un paso más en el tablero político de una guerra sin ocaso. Especialmente desde el bando del mariscal Jalifa Haftar, cuya influencia abarca la mayor parte de los territorios donde se encuentran los campos petroleros y puertos de salida. En este sentido, el año 2020 fue testigo de uno de los bloqueos más importantes de la historia del país: durante meses, las fuerzas militares afines al bando de Haftar paralizaron varios campos e instalaciones petroleras.

Algo parecido sucedió el pasado mes de abril, cuando el ministro libio de Petróleo y Gas, Mohamed Aoun, informó de que los cierres de pozos y los bloqueos portuarios estaban suponiendo unas pérdidas de hasta 50 millones de dólares al día. La producción de crudo cayó desde los cerca de 1,2 millones de barriles diarios, hasta los 500.000. Más de la mitad del total. Desde entonces, los niveles de extracción y exportación han vivido un lento proceso de recuperación y así lo dejaba adivinar un anuncio de la compañía estatal National Oil Corporation (NOC) en el mes de julio, cuando explicó que la producción diaria se situaba en 860.000 millones bpd.

atalayar-mapa-campos-petroleo-energia-libia-regiones-extraccion-crudo-afp

A día de hoy, estas cifras se estiman en 1,2 millones de barriles de petróleo al día (ya que el nombramiento de un nuevo director de NOC, afín a Haftar, por parte del primer ministro de Trípoli, Dbeibé, provocó el fin del bloqueo petrolero), pero la reanudación del conflicto en la capital vuelve a poner en peligro la estabilidad del principal producto de exportación. Son varios los observadores y analistas que opinan que, hasta que una de las dos facciones no logre hacerse con el control total del país y de todas las carteras que esto supone –incluyendo la petrolera –, los enfrentamientos no cesarán.

Esto se debe, en gran medida, a que los beneficios obtenidos por las exportaciones petroleras son ingresados de manera automática al Banco Central de Libia a través de los acuerdos internacionales establecidos, por lo que, para ejercer presión sobre el Gobierno de Trípoli –liderado por Dbeibé – la estrategia de sus detractores pasa por interrumpir directamente la producción. Y estos ingresos, en sí mismos, forman parte del “botín” que conseguirá la facción que se erija victoriosa en este conflicto civil, político y militar de más de 11 años. 

atalayar-petroleo-libia-africa-energia-tanque-almacenamiento-crudo
Un país estancado 

Desde que el país decretase el alto el fuego a la ofensiva lanzada por el mariscal Haftar en el año 2019, Libia se ha visto sumida en un intento de proceso de transición democrática –auspiciada por la ONU – que parece no terminar nunca. La hoja de ruta contemplada, en un principio, en el año 2020, pasaba por el nombramiento de un primer ministro en funciones (que resultó ser Abdul Hamid Dbeibé) para supervisar la preparación de unos comicios nacionales que diesen lugar al primer Ejecutivo democráticamente escogido. 

Sin embargo, la situación no ha cambiado mucho desde entonces. Las elecciones, programadas en un principio para el mes de enero, y luego pospuestas al mes de junio, no llegaron a celebrarse nunca. Y, según las facciones del este libio, el mandato de Dbeibé había expirado, por lo que, de manera paralela, se nombró jefe del Ejecutivo a Fathi Bashaga, quien ubicó su sede en la ciudad de Misrata, cerca de lo que se conoce como la Media Luna del Petróleo. 

atalayar-mariscal-jalifa-khalifa-haftar-libia-gobierno-ejecutivo-enfrentamiento

Ahora, en medio de las negociaciones entre ambas partes y de las presiones –por parte de Haftar y del residente del Parlamento de Tobruk, Aguila Saleh– por designar un nuevo Gobierno de transición, algunos políticos libios hablan ya de la posibilidad de dibujar un nuevo Ejecutivo que todos los bandos puedan aceptar. Algo que, opinan, podría no ser bien recibido por Dbeibé.

En este juego de suma cero, crecen ahora, de nuevo, los temores de que el repunte de la violencia en Trípoli se convierta en una batalla a nivel nacional que provoque las interrupciones de extracción y exportación de petróleo.

Más en Economía y Empresas