El Premio Emilio Castelar, un jalón más en la casa común hispano-marroquí

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La Asociación Progresistas de España ha concedido este año el premio Emilio Castelar a diferentes personalidades de la vida política e intelectual, tanto a nivel español como internacional, como el epidemiólogo Fernando Simón, los periodistas Jon Sistiaga, Iñaki Gabilondo y Ana Pastor, los cantantes El Chojín y Rozalén, el intelectual francés Sami Nair, y el diplomático marroquí Bugaleb El Attar. 

El galardón otorgado a este último “por su contribución a la mejora de las relaciones entre España y Marruecos” reviste especial importancia porque es la primera vez que este premio se concede a un diplomático en funciones. En efecto, Bugaleb El Attar se desempeñó como consejero político de la embajada de Marruecos en España durante ocho años, antes de ser nombrado por el rey Mohamed VI como su Embajador ante la República de Cuba, cargo que desempeña actualmente. 

Durante sus años en España, El Attar, que nació en Alcazarquivir en la época del Protectorado español en Marruecos y recibió toda su educación primaria y secundaria en las escuelas españolas de dicha ciudad, fue pionero en la creación del Club de Amistad Hispano-Marroquí, que constituye la más numerosa e importante asociación no gubernamental española que reúne en su seno empresarios, políticos, intelectuales, periodistas, sindicalistas, académicos y artistas, y cuya misión es acercar las dos sociedades española y marroquí, separadas por 14 kilómetros geográficos y notables prejuicios históricos.

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En su actual función como Embajador del Reino de Marruecos en Cuba, Bugaleb El Attar ha conseguido elevar las relaciones a un nivel nunca antes alcanzado, desarrollando la amistad y la cooperación en todos los   terrenos entre los dos países. 

Curiosamente existe un cierto paralelismo entre la figura de Emilio Castelar y el diplomático Bugaleb El Attar. Ambos han sido periodistas, docentes, historiadores y políticos; ambos han sufrido también la represión y la prisión por sus ideas de libertad y democracia; y ambos han tenido o están teniendo un papel protagonista en Cuba. 

Durante su época de Presidente de la primera República española, Emilio Castelar trató de llevar a Cuba las ideas de progreso y de libertad, la lucha contra la esclavitud, las metas democráticas; algo que, salvando las distancias en el tiempo, hace hoy el diplomático marroquí en la isla caribeña. 

También hay que decir que no todo ha sido paralelismo, sino que ambos han discurrido por derroteros a veces opuestos y antagónicos. Emilio Castelar fue un defensor acérrimo de la intervención militar española en lo que se llamó la Guerra de Tetuán, cuando el general Leopoldo O’Donnell, a la sazón Presidente del Gobierno, declaró la guerra a Marruecos y tomó la ciudad norteña de Tetuán. 

Sin embargo, más allá de las inevitables polémicas históricas y las variadas interpretaciones de los altibajos de la historia común hispano-marroquí, no cabe duda de que el galardón premio Emilio Castelar concedido al diplomático marroquí, no sólo es el reconocimiento de su empecinada labor de acercamiento entre ambos pueblos ribereños del Estrecho, sino también un mensaje de amistad para superar juntos una etapa de crisis y desencuentros entre Madrid y Rabat.  
 

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