Alemania incrementa en el último momento sus inversiones, pone sobre la mesa 3.294 millones de euros y supera en un 23,65% la aportación de Francia a los proyectos espaciales europeos.

El presupuesto quinquenal de la ESA bate su récord histórico y se sitúa en los 14.388 millones de euros

ESA - El programa científico es la columna vertebral de la Agencia Espacial Europea (crédito: ESA)

Los 22 países que forman parte de la Agencia Espacial Europea (ESA) han decidido incrementar sus contribuciones económicas y se han comprometido en aportar 14.388 millones de euros a lo largo de los próximos cinco años, cifra que representa el mayor presupuesto de la Agencia europea desde su creación en 1975, mayor que el que yo había solicitado, ha afirmado Jan Woerner, director general de la Agencia.

Es los positivos resultados que el anfitrión de la cumbre, el ministro español de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, ha calificado la reunión de “auténtico éxito desde cualquier plano que se mire”.

El resultado del conclave ministerial de la ESA que ha tenido lugar los días 27 y 28 de noviembre en Sevilla bajo el nombre de Space19+ es la prueba de que todos los dirigentes políticos de las naciones del viejo continente son conscientes de la importancia estratégica del espacio. Pero también de sus beneficios directos para los ciudadanos y de la conveniencia de contar con una industria capaz de competir en los mercados exteriores, principalmente frente a Estados Unidos y China.

Pero ha sido la Alemania de Ángela Merkel la que ha apostado con más decisión por el sector espacial y ha sorprendido a todos los ministros y altos cargos de la ESA y de la Unión Europea presentes en la capital de Andalucía.

El responsable de coordinar la política espacial del gobierno Merkel, Thomas Jarzombek, ha mostrado el poderío de Berlín al  poner sobre la mesa nada menos que 3.294 millones de euros y situarse como el número uno de Europa, superando en un 23,65 por ciento la aportación de la Francia de Emmanuel Macron ‒que es de 2.664 millones‒, el país que históricamente ocupaba el lugar de honor de la Agencia.

El éxito de la cumbre ministerial de la ESA de Sevilla se debe a la capacidad de organización del equipo de Pedro Duque y al tesón de Jan Woerner, director general de la ESA

Al notable incremento económico de las inversiones germanas se ha sumado Italia (con 2.282 millones) y el Reino Unido (1.655 millones), de tal modo que los citados cuatro países aportan nada menos que el 68,8 por ciento del presupuesto de la ESA.

El quinto contribuyente es España, (con 852 millones), que también ha efectuado un notable esfuerzo económico, pero queda a mitad de camino del gobierno británico de Boris Johnson, a pesar de que el ministro Pedro Duque destina las inversiones españolas a los programas de observación de la Tierra (dedicando 190,4 millones de euros), telecomunicaciones y aplicaciones integradas (87,5 millones) y lanzadores (59 millones). En el apartado de la exploración espacial (al que España dota con 80 millones), se dedican 43 millones a misiones científicas a Marte y 25 millones a misiones lunares.

En resumen, la Agencia europea aúna los esfuerzos de 22 gobiernos, pero desarrolla sus proyectos espaciales gracias a Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España, que contribuyen con un total de 10.767 millones de euros, el 74,7 del presupuesto de la ESA. El resto son las aportaciones de los 17 miembros restantes, capitaneados por Bélgica, que anda a la zaga de España con 816 millones.

Responsable de coordinar la política espacial del gobierno de Ángela Merkel, Thomas Jarzombek puso sobre la mesa 3.294 millones de euros
Grandes programas para la próxima década

Uno de los países que ha hecho un importante esfuerzo económico es Portugal, cuyo ministro de Ciencia, Tecnología y Educación Superior, Manuel Heitor ‒también copresidente de Space19+‒, aporta 102 millones de euros a la que califica de “ambiciosa cartera de programas espaciales, para promover la posición competitiva de Europa en la escena espacial mundial”.

Con los 14.388 millones, la Agencia quiere potenciar una docena de grandes nichos de actividad industrial y de I+D. La primera de ellas es la centrada en desarrollar y construir satélites dedicados a la observación de la Tierra, a la que se dota con 2.541 millones de euros.

El segundo capítulo en importancia es el volcado en el transporte espacial, al que se asignan 2.238 millones para poner a punto los lanzadores Ariane 6, sus futuras evoluciones y el nuevo cohete ligero Vega-C.

En tercer lugar están las inversiones en exploración robótica y tripulada, a la que se conceden 1.953 millones para poner en marcha programas de cooperación, principalmente la cooperación con Estados Unidos en las misiones Lunar Gateway, para la construcción de una estación orbital alrededor de la Luna; Artemisa, para llevar astronautas norteamericanos y europeos a la superficie lunar; y Mars Sample Return, que pretende recoger muestras del subsuelo marciano y traerlas a la Tierra para su estudio detallado en laboratorios.

Fruto de la cooperación NASA-ESA, la sonda Mars Sample Return penetrará en las entrañas del subsuelo marciano y traerá muestras de regreso a la Tierra (crédito: NASA)

El programa científico, que en palabras del director general de la Agencia, el alemán Jan Woerner, es “la columna vertebral de la Agencia”, ha conocido un aumento del 5%, lo que favorecerá la puesta en órbita de Athena (acrónimo de Advanced Telescope for High-ENergy Astrophysics), una misión encargada de detectar los agujeros negros y aportar nuevos descubrimientos al conocimiento de la física básica del Universo.

También facilitará el despegue en 2034 de la ambiciosa misión LISA ‒Laser Interferometer Space Antenna‒, cuyo fin es detectar las ondas gravitacionales del espacio y de HERA, que enviada al espacio en 2024 debería impactar con un asteroide para verificar el resultado de una posible desviación de su trayectoria. 

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