El objetivo final es tratar de satisfacer las expectativas de los libios, que sufren escasez de efectivo y combustible, cortes de electricidad e inflación

El primer ministro designado libio mantiene en secreto al nuevo Gobierno transitorio

photo_camera AFP/MAHMUD TURKIA - El primer ministro designado de Libia, Abdul Hamid Dheibah, durante una conferencia de prensa en la capital, Trípoli, el 25 de febrero de 2021

El nuevo Gobierno de transición libio parte de una situación mucho más cómoda de lo que lo hizo su predecesor, el Gobierno de Acuerdo Nacional encabezado por Fayez al-Sarraj y apoyado por Naciones Unidas. En su caso, pese al apoyo de la ONU y otros países, desde el primer momento se podía observar una fractura en la comunidad internacional que acabó siendo visible sobre el terreno, con dos bandos totalmente enfrentados por el poder político y militar.

En cambio, esta nueva etapa se abre con el apoyo unánime de la comunidad internacional, incluidos aquellos actores que han estado apoyando a uno u otro bando en el conflicto, como Rusia, Turquía o Egipto. Desde todos ellos se ha aplaudido la elección del pasado viernes en la que Mohammad Younes Menfi encabezará el país y Abdul Hamid Dbeiba el Gobierno.

Foro de Diálogo Político de Libia el 1 de febrero de 2021, 75 delegados libios que participaron en las conversaciones respaldadas por la ONU para elegir un primer ministro y un consejo presidencial de tres miembros de una lista de 45 candidatos

Se trata de un organigrama sin nombre que el primer ministro libio, Abdel Hamid Dbeiba, envió a los jefes del Consejo Presidencial y del Parlamento el jueves 25 de febrero. Dijo en una conferencia de prensa en Trípoli que su formación de Gobierno estaba lista, pero que los miembros elegidos sólo se revelarán ante el Parlamento. Dentro de unos días se celebrará una sesión parlamentaria para dar confianza al futuro Gobierno, pero sigue habiendo diferencias entre los diputados sobre el protocolo y el lugar de la reunión. "Estamos listos para enviar los nombres, pero antes debemos consultar entre nosotros y examinar a los candidatos de forma meticulosa. Atravesamos momentos críticos y somos conscientes de que el gabinete elegido debe lograr de forma genuina la unidad nacional, buscando el consenso y la reconciliación", afirmó sin detallar fechas ni sugerir nombres.

Según la hoja de ruta establecida por el Foro de Diálogo Político Libio el pasado noviembre en Túnez, el Parlamento tiene 21 días para celebrar una sesión plenaria y votar la confianza en el gobierno. Si no es posible, la composición del gobierno se presenta al miembro del Foro de Diálogo Político, que la adopta. Sin embargo, el plazo para la formación del nuevo Gobierno de Unidad Nacional transitorio que debe conducir a Libia a las elecciones expiró a medianoche sin que el primer ministro designado, Abul Hamid Dbeiba, propusiera un gabinete y en medio de una creciente incertidumbre sobre el futuro del proceso de reconciliación impulsado por la ONU.

La Representante Especial Adjunta del Secretario General de la ONU para Asuntos Políticos en Libia, Stephanie Williams

Una tarea que dista mucho de ser sencilla y por lo que el nuevo Ejecutivo será formado en un plazo de 21 días desde que se realizase la votación en Suiza. Además, contará con 21 días adicionales para conseguir el voto de confianza del Parlamento. Una duración cercana al mes y medio que no será sencilla y que debe sentar las bases de la reconstrucción de un país que lleva sumido siete años en una guerra civil que complica de sobremanera la constitución de este nuevo Gobierno.

Cabe recordar que los diputados libios siguen divididos sobre el lugar y el orden del día de la celebración de un pleno para votar la confianza en el gobierno. Dividido en dos, con un Parlamento que se reúne en Tobruk y otro en Trípoli, el órgano legislativo libio no ha sido capaz de ponerse de acuerdo sobre una ciudad para celebrar un pleno.

Abdul Hamid Dbeiba, el primer ministro libio, quiere dar a su Gobierno las máximas posibilidades de ser aceptado. El reparto de carteras anónimas pretende dejar la puerta abierta a nuevos debates en el Parlamento. Esta discreción es considerada de vital importancia en un país desgarrado por las luchas internas. Dbeiba tampoco revela el número de sus ministros, que serán "especialistas" elegidos con "una preocupación por el equilibrio regional" respecto a las carteras de soberanía. Sin embargo, ya se han filtrado algunos nombres y su Gobierno representará a todos los componentes políticos y sociales, con especial atención a la participación de las mujeres. El responsable aseguró que esos criterios se ajustan al plazo y las condiciones establecidas por la ONU -que exige un 30 % de mujeres y la inclusión de nuevas generaciones- y que los nombres de los futuros ministros serán revelados por el propio Parlamento durante la sesión que debe celebrar para ratificar el procedimiento y los cargos.

Este nuevo Gobierno de transición cuenta, además de Menfi como presidente del Consejo de la Presidencia, un órgano que completan Abdullah Hussein al-Lafi y Mossa al-Koni, con el empresario Abdul Hamid Mohammed Dbeiba como primer ministro. El objetivo final es tratar de satisfacer las expectativas de los libios, que sufren escasez de efectivo y combustible, cortes de electricidad y una inflación galopante. Mientras tanto, la sociedad libia, pese a contar con una importante reserva de petróleo, ha tenido que sufrir la devastación de años de guerra, viéndose abocados a sufrir grandes problemas de abastecimiento, cortes en el suministro eléctrico y en el transporte y una continua degradación de la situación económica en la que vivían.

Mohammad Younes Menfi , presidente del nuevo Consejo Presidencial PHOTO/ARCHIVO

Libia, que la semana pasada celebró el décimo aniversario de la revuelta que llevó a la caída del régimen de Muamar Gadafi en 2011, está efectivamente sumida en el caos, minada por las divisiones políticas. Sin embargo, la caída de Gadafi no trajo la ansiada democracia, ni una mejora de la situación económica que los jóvenes, y no tan jóvenes, que tomaron las calles de Trípoli y de otras ciudades libias reclamaban. Libia se sumió en una inestabilidad que ninguno de los intentos políticos que hubo en los años siguientes, fue capaz de revertir. La lucha entonces por la cuota de poder entre las diferentes facciones que emergieron tras la caída de Gadafi, ahondaron en la fractura de un país, que actualmente se encuentra prácticamente partido por la mitad, y con una región sur que va por libre.

Los dos bandos que hay en el conflicto, tres si contamos a las tribus del sur del país, han avanzado en las negociaciones durante los últimos meses para lograr un acuerdo de transición y poner fin a esta década de caos y guerra. El optimismo durante las primeras etapas fue contenido. La encargada de propiciar los encuentros que se han ido sucediendo entre representantes de diferentes ámbitos y con distintos objetivos, Stéphanie Williams, era la enésima enviada por Naciones Unidas para Libia, por lo que nada parecía aventurar que fuese a tener más éxitos que sus predecesores.

Libia celebra así el décimo aniversario de la caída de Gadafi con un futuro más esperanzador que nunca, con la posibilidad de que la unificación del país y la estabilidad permita reconstruir el país gracias a su riqueza energética, un elemento cuyo control ha sido siempre motivo de disputa, y que ha sido ambicionado hasta por la presencia terrorista que durante varios años de esta década tuvo también un peso importante en el conflicto.

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