La Final de París quedará en el recuerdo, no solo por ser la decimocuarta del Real Madrid, sino también por el desastre de UEFA en los accesos al estadio y por la delincuencia juvenil mostrada en la capital francesa

El Real Madrid gana la decimocuarta en un caos organizativo sin precedentes

photo_camera AP/Christophe Ena - Fans del Liverpool esperan en las puertas del Stade de France

El Real Madrid consiguió en París su decimocuarta Champions League, y ya es la quinta en nueve años de los madridistas. Pese a ello, lo que prometía ser un día festivo y de celebración quedó marcado, primero, por el desastre organizativo de la UEFA y, poco después, por la delincuencia que arrasó las inmediaciones del Stade de France. Si bien el espectáculo debía estar dentro, lo que pasó antes y después del partido también quedará para la historia de la Champions.

UEFA tuvo que aplazar el comienzo de la final hasta en dos ocasiones, con el partido comenzando finalmente en un horario tan inusual como las 21:37h. La seguridad del estadio no era capaz de retener a los cientos de aficionados sin entrada que querían saltarse todos los controles y acceder al Stade de France, mientras que otros con entrada esperaban largas colas que no avanzaban. Las imágenes en televisión mostraban aficionados trepando por las vallas exteriores para acceder cuanto antes, con o sin entrada, al estadio. Un caos organizativo que los agentes de seguridad no podían controlar, y que fue a más hasta el comienzo del encuentro. 

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La puerta de acceso de los aficionados del Liverpool no fluía. Más de 20000 hinchas ingleses habían viajado a París sin entrada y, vista la organización, todos querían entrar. Ayudándose unos a otros, muchos de ellos acabaron viendo un partido que no tenían derecho a ver. Si no fuera suficiente, aquellos que ya habían pasado con entrada, mandaron esa misma a otros que no tenían, y que llegaron a las puertas de acceso con una que realmente ya estaba leída. Todo ello hizo retrasar un partido que, por momentos, parecía imposible de dar comienzo.

Pero si bien lo que pasó antes de la final fue más culpa de UEFA que de otros factores, lo que pasó después no tiene nada que ver con la organización, y sí con la delincuencia de un barrio de Saint-Dennis que dejó una muy mala imagen. Delincuentes organizados intentaron y lograron robar carteras y móviles a decenas de aficionados que salían del estadio. Aficionados madridistas ya lo sufrieron en la previa del partido, cuando la Fanzone se convirtió en un nido de delincuentes imposible de controlar por la Policía francesa. 

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Encarándose con todo aquel que encontraban a su paso, se dirigían sobre todo a personas mayores y mujeres para pedirles dinero, móviles, carteras… Atracadores totalmente organizados que hicieron sembrar el pánico a las afueras del estadio. Los aficionados decidieron juntarse, en grupo, para hacerse fuertes, pero ni con esas. El metro también se convirtió en un laberinto del que salir con todas tus pertenencias era el mayor de los éxitos.

Por todo ello, la final de esta Champions League será recordada durante mucho tiempo. El espectáculo que ocurrió en el terreno de juego entre dos de los mejores equipos del momento se mezcló con todo lo que ocurrió fuera, que no fue poco, y que sembró el caos en un día reservado para la alegría y las celebraciones, pero que terminó dejando una muy mala impresión tanto de las funciones de la UEFA como del nivel de delincuencia que manejan en la capital francesa.

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