La Comisión Europea aprobó a última hora del lunes el sexto paquete de sanciones contra Rusia en el marco de la guerra en Ucrania. Un paquete que se saldó, entre otros puntos, con un embargo parcial al petróleo ruso tras recibir ‘in extremis’ luz verde por parte de los Veintisiete en una sufrida negociación en Bruselas. Pero la medida, destinada a reducir la dependencia energética del continente con respecto de Moscú, disparó el precio de los hidrocarburos a nivel global.
El embargo tendrá vigencia para finales de año y afectará al petróleo ruso que llega por vía marítima. Es decir, a dos tercios del petróleo importado por la UE procedente de Rusia. Además, Polonia y Alemania se comprometieron a reducir de forma gradual sus importaciones vía terrestre, a través de los oleoductor. Con ello, se espera recortar las exportaciones de Rusia en un 90%.
Hasta la fecha, Moscú suministra una cuarta parte del petróleo que importan los Estados miembros de la UE, cerca de 2,2 millones de barriles diarios de crudo y 1,2 millones de barriles de productos petrolíferos, esto es: el 27% del petróleo importado por la Unión Europea y el 40% de su gas. Bruselas abona a Rusia unos 400.000 millones de euros anuales a cambio. Hoy, esta dependencia tiene las horas contadas.

Pero el paquete de sanciones tiene matices. Después de casi un mes de negociaciones, el bloque comunitario se vio forzado a incluir excepciones para Hungría, República Checa y Eslovaquia. Estos tres países podrán mantener sus importaciones terrestres a través del oleoducto de la era soviética Druzhba. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, echó un nuevo pulso al Ejecutivo comunitario, y lo ganó. Su país importa el 65% de su petróleo de Rusia y mantiene buenas relaciones con Vladímir Putin.
“El Consejo Europeo retomará lo antes posible la cuestión de la excepción temporal para el petróleo crudo que se suministra por oleoducto”, matizó el Consejo Europeo en un comunicado. De momento, sin embargo, los pagos a Rusia continuarán, y con ello la financiación de su maquinaria bélica en Ucrania. Las importaciones de carbón vienen reduciéndose de forma progresiva, pero el resto de medidas tardarán meses en ser implantadas.
En los pasillos de Bruselas algunos hablan de la próxima ronda de sanciones contra el gas ruso, pero, tal y como se ha evidenciado en este último paquete, no existe unanimidad y cada vez se complica más encontrar el consenso necesario. A esto se suma cierta fatiga detectada entre los Veintisiete. El contexto de inflación en la eurozona pone trabas a la imposición de nuevas sanciones, por lo que parece complicado que la próxima ronda salga adelante pronto.
Una vez aprobado en Bruselas el embargo parcial, los precios del gas alcanzaron un nuevo máximo histórico en lo que va de año. El precio del crudo de Brent, principal indicador mundial, superó los 123 dólares el barril en el que ha sido su nivel más alto en dos meses. En enero rondaba los 80 dólares, y ha subido más del 70% en el último año. La caída vertiginosa de las exportaciones rusas ha puesto en tensión los mercados.
La subida de precios responde también a las reticencias de la OPEP+ por pisar el acelerador y aumentar la producción de petróleo en plena crisis de suministro. El grupo se reunirá el jueves en un contexto de urgencia, pero no se espera ninguna decisión trascendental en este sentido, sino que mantendrán el nivel de producción proyectado durante el último año, que asciende a los 400.000 barriles mensuales.

En este escenario, es probable que el Kremlin decida reorientar los envíos de suministro hacia otros mercados. China, India o Turquía se perfilan como nuevos destinos en un movimiento que reduciría su dependencia energética de Oriente Medio. El efecto dominó provocaría una reorganización de la geopolítica energética mundial, con Europa a su vez tendiendo hacia Estados Unidos y buscando nuevos proveedores.
“Rusia buscará nuevos mercados, pero en términos de petróleo no es una solución rápida. No existe la infraestructura necesaria para reorientar las exportaciones de petróleo de Europa a Asia, por ejemplo. Y si vende a Asia, tendrá que hacerlo a un precio reducido”, sostiene el corresponsal de la BBC en Moscú, Steve Rosenberg. Por su parte, la analista del Carnegie Endownment for International Peace, Alexandra Prokopenko, asegura que “si se impone un embargo al petróleo ruso, las pérdidas económicas tanto para Rusia como para Europa dependerán de la rapidez con que se aplique, de la duración de este y de la respuesta de los países de la OPEP. En última instancia, Rusia tiene más que ganar políticamente que Europa”.
El Ejecutivo comunitario ha presentado este miércoles el plan REPowerEU, un grupo de trabajo destinado a transformar el sistema energético europeo, que pasa por “acabar con la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos, que se utilizan como arma económica y política y cuestan a los contribuyentes europeos casi 100 000 millones de euros al año, y hacer frente a la crisis climática”. Se mueven las primeras piezas del tablero.