El partido nacionalista pone fin al bipartidismo en la Isla Esmeralda con un discurso a favor de la justicia social. Su éxito electoral abre la puerta a la reunificación

El Sinn Féin abre una nueva época en la política irlandesa

AP/PETER MORRISON - La líder del Sinn Féin Mary Lou McDonald celebra con sus seguidores el resultado en las elecciones irlandesas en Dublín

El bipartidismo en la República de Irlanda es historia. El tándem formado por el Fianna Fáil (centro-derecha) y el Fine Gael (derecha conservadora) tiene por delante un repecho al que no se ha enfrentado nunca. Por primera vez, los dos grandes partidos del sistema político no sumarán una mayoría absoluta. 

El resultado de las elecciones generales celebradas el pasado sábado abre muchos interrogantes acerca de la configuración del futuro Gobierno de Irlanda. Una cosa, sin embargo, está clara: a pesar de quedar segundo, el ganador fue el Sinn Féin. La formación nacionalista que estuvo vinculada al IRA fue la fuerza más votada, con un 24,5% del apoyo popular. 37 de los 42 candidatos propuestos por el partido obtuvieron escaño en el nuevo Dáil, nombre en gaélico que designa a la Cámara Baja del Oireachtas o Parlamento. Son 14 más que en la anterior legislatura.

El partido presidido por Mary Lou McDonald, que concurría por la circunscripción de Dublín Central, se quedó a un solo escaño del Fianna Fáil, que, en el último recuento del último distrito, consiguió arañar el respaldo suficiente para quedar vencedor. En total, 38 escaños para la formación de Micheal Martin. Por debajo de los dos, quedó el Fine Gael del primer ministro en funciones Leo Varadkar, que no pasó de 35 representantes. Se dejan, respectivamente, 6 y 14 escaños con respecto a la distribución anterior del Dáil. El caso del Fine Gael es significativo pues, desde 2011, ha perdido más de la mitad de su peso parlamentario.

La líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, aspira a convertirse en la primera mujer en detentar la jefatura de Gobierno
Una aritmética complicada

En una Cámara constituida por 160 diputados, basta con sumar para constatar que no hay combinaciones que, de primeras, faciliten una investidura rápida. La alianza entre Fianna Fáil y Fine Gael se ha debilitado hasta darse la circunstancia inédita de que los dos grandes partidos no alcanzan la mayoría absoluta; un acuerdo que ha dotado de bastante estabilidad a la política nacional en las últimas décadas. 

Por el momento, los partidos tradicionales ya han reconocido su derrota. Tanto Martin como Varadkar han reconocido que la victoria en el voto popular otorga a McDonald el derecho a iniciar las negociaciones con el objetivo de formar gobierno. La líder del Sinn Féin, de hecho, ya ha comenzado las conversaciones con otros grupos de izquierdas para sondear su apoyo de cara a una hipotética investidura. Podría convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra o Taoiseach, como se dice en gaélico.  

Composición de la cámara baja del parlamento irlandés, después de las elecciones del sábado

Una coalición de izquierdas que excluya a los dos partidos tradicionales, sin embargo, se antoja bastante difícil, a pesar del gran botín cosechado por el Partido Verde (12 escaños). Los modestos apoyos obtenidos por laboristas -en vías de extinción, como ocurre con algunos partidos socialdemócratas tradicionales del continente- y otras agrupaciones de izquierdas no hacen viable una ruptura absoluta con la política tradicional.  

De este modo, es posible que los dos bloques deban romper filas y entenderse entre ellos. En un primer momento, tanto el Fianna Fáil como el Fine Gael se habían negado a contar con el Sinn Féin en sus cálculos políticos. Esta política ha estado vigente durante décadas, después de que se cerrasen las hostilidades violentas en la parte británica de la isla, conocidas como ‘The Troubles’. El partido del que formaron parte, entre otros, históricos dirigentes del IRA como Gerry Adams o Martin McGuinness quedó recluido dentro de un cordón sanitario tejido por el resto de formaciones políticas. Las urnas, desde luego, han cambiado esa percepción. Es posible que, finalmente, el Fianna Fáil acabe dando su brazo a torcer y se abra a negociar un pacto con el Sinn Féin. 

Si el partido nacionalista no consigue sumar los apoyos suficientes, tampoco es descartable, sin embargo, un Gobierno en minoría entre Fianna Fáil y Fine Gael. En el nuevo legislativo, habrá hasta 19 diputados independientes. Algunos de ellos podrían bascular en favor de los partidos tradicionales y prestarle el apoyo necesario para aprobar los presupuestos y otras iniciativas legislativas.

Fotografía de archivo de Gerry Adams, expresidente del Sinn Féin
La vivienda, un problema que nunca se fue

En todo caso, sea cual sea el resultado de un proceso de negociaciones que se prevé largo e incierto, la importancia adquirida por el Sinn Féin hace que este partido ya no pueda ser ignorado. Tampoco su agenda. A lo largo de la campaña electoral, el Sinn Féin se ha centrado en aludir a los jóvenes y a aquellos que no han salido beneficiados del despegue económico irlandés.

McDonald y sus correligionarios han hecho bandera de diversos asuntos sociales. El más acuciante para muchas familias es la actual crisis de la vivienda. Irlanda está atravesando un nuevo ciclo de estrechez derivado de una subida de precios de la vivienda que, salvando todas las distancias, tiene similitudes con la que apareció en diversos países europeos -entre ellos, España y la propia Irlanda- a lo largo de la primera década del siglo. 

Chris Andrews, diputado por la circunscripción de Dublín Sur, ha sido uan voz bastante crítica con respecto a la política liberalizadora de los diferentes gobiernos centrales

El origen de esta escalada reside, en líneas generales, en los comportamientos especulativos de los denominados fondos buitre con sus activos inmobiliarios. Después de la crisis de 2009, empresas de este tipo se hicieron con una gran parte del mercado de la vivienda en el país con la connivencia de los poderes públicos. Esta circunstancia, unida a la escasez de inmuebles en las grandes ciudades -Dublín es el ejemplo paradigmático- ha provocado que los precios de la propiedad y del alquiler se hayan incrementado notablemente, sobre todo en los últimos dos años. Esta circunstancia ha dejado en la calle a unas 10.000 personas, un 40% niños. 

En los últimos meses, las administraciones públicas a nivel estatal y municipal, copadas por el Fine Gael y el Fianna Fáil, han eludido asumir demasiadas responsabilidades sobre su gestión. El voto al Sinn Féin es, por tanto, un voto de protesta. El partido izquierdista ha lanzado numerosas propuestas para fomentar la construcción de vivienda social como una posible solución al problema.

El líder de Fianna Fáil, Micheal Martin, ha salido medianamente bien parado de las urnas, a pesar del voto de castigo ejercido por los irlandeses de resultas de la crisis económica
¿Reunificación?

A pesar de que su discurso se ha centrado en las cuestiones más pragmáticas, la dimensión nacionalista e identitaria del Sinn Féin no puede ser ignorada. Su éxito en los comicios hace inevitable que el espinoso asunto de la reunificación sea desenterrado. Desde los Acuerdos de Stormont, también conocidos en el lenguaje popular como Acuerdos de Viernes Santo, la cuestión había permanecido larvada.

Sin embargo, el proceso de salida de Reino Unido ya había devuelto protagonismo al tema. De hecho, la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte ha sido uno de los puntos que más controversia ha generado en toda la negociación entre Londres y Bruselas. Actualmente, se ha resuelto gracias a una salvaguarda que otorga a Reino Unido el derecho a gestionar la cuestión aduanera. De este modo, las autoridades norirlandesas aplican los aranceles británicos o comunitarios en función de dónde sean vendidos los productos.

El resultado electoral en Irlanda deja la unificación en el centro del debate

Sin embargo, en la votación sobre la permanencia en la Unión Europea, el ‘remain’ obtuvo en Irlanda del Norte el segundo mejor resultado, solo por detrás de Escocia. Aproximadamente, cinco de cada nueve habitantes de la región se decantaron por mantenerse dentro de la esfera UE; un objetivo que podría lograrse en caso de que el territorio se integrase con su vecino del sur.

Tras conocerse los resultados electorales, McDonald ya ha pedido la apertura de un proceso de negociación que garantice una votación por la reunificación de la isla en un plazo máximo de cinco años. No está claro qué formato debería tener, pero, de producirse, es probable que se tratase de sendos referéndums en ambos territorios.

¿Cuál es el sentir de sus vecinos? Justamente, Irlanda del Norte viene de formar un nuevo gobierno el pasado mes de enero después de tres años. Está constituido por diferentes partidos, incluido el propio Sinn Féin, pero el peso mayor lo tienen los partidos unionistas con Reino Unido. En un eventual plebiscito, es incierto qué podría pesar más: si la tradición de permanecer asociados a Londres o el pragmatismo que implicaría volver al club comunitario; una decisión difícil.

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