La propagación del COVID-19 por los países más pobres preocupa a las autoridades sanitarias. Las misiones salesianas intentan frenar esta propagación en los más de 130 países donde trabajan

“Elegir entre morir de coronavirus o morir de hambre”

photo_camera Coronavirus missions

Rozando el millón y medio de contagiados y con más de 71.000 muertes a nivel global, la pandemia del coronavirus ha llegado a casi todos los países del mundo. Los sistemas sanitarios están colapsados en gran parte de ellos, el material es escaso y se está librando una auténtica batalla especulativa para conseguir mascarillas y otros productos sanitarios, como la pasada semana, cuando Estados Unidos compró cargamentos de mascarillas de otros países en las pistas de despegue chinas por un precio tres veces al que habían pagado países como Francia en un principio.

El virus parece, de momento, haber azotado con más fuerza los países desarrollados: China, primero y, después, Europa y Estados Unidos, nuevo epicentro de la pandemia. Una de las grandes preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud es saber qué pasara si el COVID-19 se extiende sin control por países pobres y, en muchos casos, sin sistemas sanitarios potentes, y ni siquiera agua potable, donde el jabón es un producto de lujo.

Una vista general de Khayelitsha, cerca de Ciudad del Cabo, el 31 de marzo de 2020 en Ciudad del Cabo

Hoy, 7 de abril, se celebra el Día Mundial de la Salud. Aunque sin mucho que celebrar, los misioneros salesianos recuerdan que países como Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Ecuador, Siria, India, Camboya o Senegal se enfrentan un problema de mucha mayor envergadura, donde la población va a tener que elegir entre morir de coronavirus o hacerlo de hambre.

Los misioneros, dispersos en más de 130 países se ocupan de aquellos más vulnerables y, desde hace unos días. están repartiendo alimentos y kits de higiene para proteger a la población. También desarrollan su labor en campos de refugiados como en Kakuma (Kenia) o Palabek (Uganda), y en centros de acogida donde miles de niños están solos y padecen una extrema vulnerabilidad.

Además de la repartición de bolsas de alimentos, los misioneros están llevando a cabo una importante campaña de sensibilización sobre lo crucial que es mantener la distancia social y de lavarse las manos con jabón.

La gente llena cubos con agua que se suministra en camión a un asentamiento informal en Khayelitsha, cerca de Ciudad del Cabo, el 31 de marzo de 2020 en Ciudad del Cabo

El Banco Mundial (BM) ya advertía hace unos días de la situación de extrema vulnerabilidad de estos países de ingresos bajos y medios, donde a pesar de encontrarse en las primeras etapas de la pandemia, los impactos ya se han hecho notar. “Los sistemas de salud se ven afectados en Etiopía y Yemen; se necesita más personal medico en Haití y Mongolia; y millones de niños no pueden ir a la escuela en Pakistán”, donde la enseñanza a distancia no se contempla.

En estos países, el confinamiento es casi imposible, donde las casas están hechas de cartón y no existe ningún tipo de ventilación ni drenaje, ni tampoco recolección de desechos; y la mayor parte de las personas salen de sus casas cada día para poder comer o conseguir agua de grifos generales.

Cartel pobreza coronavirus

Para los próximos 15 meses, el BM espera proporcionar hasta 160.000 millones de dólares para ayudar a estos países a proteger a las poblaciones pobres y vulnerables. El secretario general de las Naciones Unidas António Guterres pidió una respuesta multilateral basada en la responsabilidad colectiva y la solidaridad global para ayudar a quienes más lo necesitan.

De momento, es lo que están haciendo desde Misiones Salesianas: “Hoy más que nunca la solidaridad entre los pueblos es necesaria. Porque vamos a superarlo juntos”.

Más en Sociedad