Un consorcio de empresas de Emiratos Árabes Unidos ha cerrado un acuerdo preliminar con el Gobierno militar de Sudán para explotar el puerto de Abu Amama, a orillas del mar Rojo. El enclave estratégico albergará la segunda zona portuaria del país por detrás de Puerto Sudán, una infraestructura venida a menos en los últimos meses a cuenta de la profunda crisis interna. Así, el país del Golfo refuerza su influencia en la política sudanesa justo cuando da comienzo por segunda vez el proceso de transición para depositar el poder en manos civiles.
El consorcio integrado por Abu Dhabi Ports Group, propiedad del fondo soberano abudabí ADQ, e Invictus Investment Company PLC, gestionada por el DAL Group, el mayor conglomerado empresarial de Sudán, negociaban desde hace meses un acuerdo que hizo público el martes la agencia estatal de noticias SUNA. El proyecto era un secreto a voces. El magnate sudanés Osama Daoud Abdellatif, propietario de Invictus Investment, reveló en junio a la agencia Reuters los términos del acuerdo, para entonces “en fase avanzada”.
Ante la atenta mirada del ministro de Finanzas sudanés, Gebreil Ibrahim, el propio Abdellatif y el CEO de AD Ports Group, Mohamed Juma Al Shamisi, estamparon su rúbrica sobre un documento que permitirá a las compañías emiratíes “desarrollar, gestionar y explotar directamente determinados activos del puerto y de la zona económica, así como a crear empresas conjuntas, asociaciones u otros acuerdos comerciales para apoyar la financiación, el desarrollo, la construcción, la gestión y la explotación de los proyectos”, recoge el comunicado emitido por el consorcio.
Together with Invictus Investment, we have signed a Heads of Terms agreement with the Government of the Republic of Sudan that provides us with the rights to develop, manage and operate port and economic zone assets in Sudan. Learn more: https://t.co/zYpw41k4nk pic.twitter.com/l18nUtwHnZ
— AD Ports Group (@ADPortsGroup) December 13, 2022
En el acuerdo se incluye otro contrato para explotar una zona de uso agrícola en la ciudad de Abu Hamad, ubicada en el Estado contiguo del Río Nilo, por valor de 1.600 millones de dólares, además de la construcción de una autopista de peaje de 500 kilómetros de distancia cuyo coste ascendería hasta los 450 millones a pagar por el Fondo de Abu Dabi para el Desarrollo, principal financiador del proyecto. Conectaría Abu Hamad con la infraestructura portuaria de Abu Amama.
Pero eso no es todo. El conglomerado empresarial emiratí se ha comprometido a equipar el puerto con tecnología de última generación. Se construirán en torno a Abu Amama zonas industriales, turísticas y residenciales, así como un aeropuerto internacional y una central eléctrica. Las inversiones sobrepasarían los 6.000 millones de dólares. Con este ambicioso proyecto, Emiratos pretende copiar el modelo de éxito de Jebel Ali en Dubái, el puerto artificial más grande del mundo y el más activo de la región, inaugurado en 1979 y ampliado a principios de siglo.
En la ceremonia de firma estuvo presente el general Ibrahim Jabir en representación del Consejo Soberano, el órgano que controla Sudán desde 2019. No hicieron acto de presencia ni Abdel Fattah al-Burhan, autoproclamado presidente tras el levantamiento militar que derrocó al autócrata Omar Hasán al-Bashir, ni el polémico vicepresidente Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, los hombres fuertes del país que cuentan con el respaldo de Emiratos y sus socios del Golfo.
Los términos del acuerdo habrían sido concretados por el propio al-Burhan y el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, tras el último desplazamiento del líder del estamento castrense sudanés a este país del Golfo, de acuerdo con Reuters. Abdellatif, por su parte, asegura que las negociaciones con respecto del puerto de Abu Amama dieron comienzo en julio de 2021, tres meses antes del golpe de Estado militar que acabó con la transición civil encabezada por el ex primer ministro Abdalla Hamdok.
El anuncio ha levantado reacciones adversas entre la oposición política y la población civil. No es la primera vez. Los trabajadores denuncian la venta de las industrias estratégicas nacionales y, sobre todo, la injerencia de Emiratos Árabes Unidos en las cuestiones internas. El pasado mes de marzo, un grupo de manifestantes bloqueó el acceso a Puerto Sudán con motivo de la visita de Hemedti, quien se apresuró a negar que la infraestructura portuaria fuera a ser privatizada ni mucho menos fuera a caer en manos emiratíes. El objetivo no estaba allí, sino a 200 kilómetros al norte, en Abu Amama.
No es el único contrato encima de la mesa ofrecido por Abu Dabi. El mismo conglomerado empresarial emiratí ha presentado otra oferta para hacerse con el control de la empresa de telecomunicaciones más importante del país, Zain Sudan.
A raíz del derrocamiento del islamista Omar al-Bashir tras más de tres décadas en el poder, los países del Golfo se comprometieron a inyectar miles de millones de dólares en las maltrechas cuentas de Sudán. Emiratos Árabes Unidos se convirtió entonces en uno de los principales inversores del país, y estrechó lazos con los líderes de las Fuerzas Armadas sudanesas que habían promovido la caída del expresidente. En 2020, el volumen de exportaciones de Sudán a Emiratos ascendió hasta los 1.860 millones de dólares.
“La transición ha provocado que los Estados vecinos intenten conseguir un gobierno a su gusto, especialmente la amplia alianza de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto. A estos países no les gusta la presencia islamista en el Gobierno golpista, pero ven a los militares como la opción menos mala, y desde luego preferible a una transición democrática”, escribe en el European Council on Foreign Relations Amgad Fareid Eltayeb, quien fuera jefe de gabinete adjunto del ex primer ministro civil Abdalla Hamdok, depuesto en plena transición política por el estamento militar.
“La influencia islamista vuelve a ser visible en toda la administración pública, especialmente en la Fiscalía, el servicio exterior, la Policía y, sobre todo, en el Poder Judicial. Desde el golpe, las decisiones de los tribunales han entregado a los islamistas muchos bienes anteriormente confiscados”, remata Amgad. Este escenario ha empujado a Abu Dabi a reajustar sus intereses.
Emiratos Árabes Unidos ha presionado con éxito a los distintos actores políticos sudaneses para desatascar la crisis en el marco del Quad, un grupo liderado por Estados Unidos del que también forman parte Arabia Saudí y Reino Unido. Por de pronto, el mecanismo logró sentar en la mesa de negociación al Ejército y a una coalición de plataformas civiles prodemocráticas. Negocian las condiciones de un acuerdo para retirar a los militares del Gobierno. El pasado 5 de diciembre anunciaron un primer paso en esa dirección, pero aún existe cierto escepticismo. Nadie se cree que los uniformados vayan a ceder el mando.