El presidente turco avisa a Bruselas y rechaza hacerse cargo de una nueva ola migratoria en mitad de la convulsión en Afganistán

Erdogan: “Turquía no será el almacén de refugiados de Europa”

PHOTO/ Presidencia turca vía AP - Ante una posible nueva oleada de migrantes procedentes de Afganistán, Erdogan pidió el jueves a las naciones europeas que asuman la responsabilidad de los afganos que huyen de una embestida talibán y advirtió que su país no se convertirá en el "almacén de refugiados" de Europa

En un Afganistán gobernado por los talibanes no todos los afganos parecen tener cabida. Los cantos de sirena propugnados por los insurgentes, quienes aseguran haber evolucionado en sus prácticas, una amnistía general y un Gobierno de unidad, contrastan con su experiencia previa en el poder entre 1996 y 2001. También lo hacen con las últimas informaciones que llegan desde el país asiático, que describen la búsqueda y persecución “puerta por puerta” de todos los presuntos opositores. Pese al encarecimiento de las vías de escape, un alud de afganos ha abandonado el país y se espera que otros tantos hagan lo propio en las próximas horas y días. En este contexto, la Unión Europea teme una nueva crisis migratoria que haga temblar de nuevo los cimientos del viejo continente.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tiene la llave. Como ocurrió en 2015 con la llegada masiva de refugiados sirios, el mandatario otomano está en posición de regular la entrada a Europa de centenares de miles de personas o asumir para sí el flujo migratorio, amparado en última instancia por los fondos europeos. El rápido e inesperado ascenso de los talibanes en Afganistán promete abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Ankara y Bruselas, y el líder turco es consciente de la situación. Por este motivo, Erdogan lanzó el jueves su primer envite a los Veintisiete.

: El presidente francés Emmanuel Macron hablando sobre la situación en Afganistán, desde la residencia presidencial de verano Fort de Bregancon en Bormes-les-Mimosas, sureste de Francia el 16 de agosto de 2021

“Turquía no tiene el deber, la responsabilidad o la obligación de ser el almacén de refugiados de Europa”, sentenció Erdogan en una comparecencia televisada después de convocar al núcleo duro del Ejecutivo. El líder turco señaló a los Estados europeos y les instó a asumir su cuota de responsabilidad en la oleada migratoria, al tiempo que enseñó sus cartas para una futura negociación con Bruselas. Por su parte, los líderes continentales trabajan para tejer una respuesta común al reto migratorio. El primero en subrayar la problemática fue el presidente francés Emmanuel Macron, quien advirtió de un “desafío importante para nuestra propia seguridad” en una polémica alocución.

Hasta 400.000 afganos se han visto obligados a desplazarse en lo que llevamos de año, según datos recabados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), tan solo una parte ha conseguido hacerlo fuera del país. En los últimos días, decenas de refugiados afganos han llegado hasta Turquía a través de la frontera con Irán, aunque Turquía “no tiene ninguna obligación de ser un refugio seguro” para ellos, según las declaraciones de Erdogan. Ankara aprobó la construcción de un muro en la divisoria iraní. Un proyecto a punto de concluir. Mientras, el líder otomano aseguró que se había reforzado el paso con el envío de militares, gendarmería y policía.

Sirios llevan sus pertenencias mientras cruzan de vuelta a Siria en el paso fronterizo sirio-turco de Bab al-Hawa en la provincia de Idlib, Siria

Según Naciones Unidas, Turquía figura como el país con el mayor número de refugiados del mundo. El Estado turco acoge a un total de 5 millones de ciudadanos extranjeros, entre los que se encuentran más de 3 millones y medio de sirios, otros 450.000 han regresado ya a su país natal, y cerca de 300.000 afganos. Del total de desplazados, más de un millón cuenta con un permiso de residencia en Turquía.

En marzo de 2016, Turquía alcanzó un acuerdo histórico con la Unión Europea tras la ola migratoria provocada por la guerra civil en Siria. Más de un millón de personas llegaron a solicitar entonces asilo en el continente, un motivo que obligó a Merkel a responder un año antes con su política de puertas abiertas. La decisión generó fricciones entre los Estados miembro por el reparto de porcentajes de acogida, por lo que Alemania decidió impulsar a través de la Unión Europea las negociaciones con Erdogan con un objetivo: frenar la llegada masiva de sirios a Europa.

Fotografia de archivo, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente turco Tayyip Erdogan en la cumbre de la OTAN en la sede de la Alianza, en Bruselas, el 14 de junio de 2021

Los términos del pacto establecieron que Turquía se haría cargo de los migrantes irregulares que intentaran ingresar en Grecia y evitaría la apertura de nuevas rutas migratorias. A cambio, la UE extendería un montante de 6.000 millones de euros en ayudas, reduciría las restricciones de visado para los ciudadanos turcos y acercaría posturas para el ingreso de Ankara en la Unión. Sin embargo, la retórica de Bruselas ha cambiado de signo. El sucesor de la canciller alemana Angela Merkel, Amin Laschet, se pronunció en contra de acoger una nueva ola de refugiados. “2015 no debe repetirse”, sentenció. El auge de los movimientos de extrema derecha a lo largo y ancho del continente, la amenaza terrorista y una lista de consecuencias contraproducentes atenaza a los dirigentes.

En cualquier caso, no es Europa quien carga con el peso mayoritario de los refugiados afganos. Pakistán e Irán asumen el grueso de desplazados en el país desde hace décadas. Las cifras oficiales revelan que, en la actualidad, cerca de un millón y medio de afganos viven en Pakistán. Se trata de la tercera población de refugiados más grande del mundo, sin tener en cuenta que Naciones Unidas calcula un número aún más elevado, superior incluso a los tres millones. Este factor lastra el desarrollo de Islamabad, y constituye una seria amenaza su seguridad, pues a través de su frontera porosa transitan talibanes y grupos terroristas, que han atentado contra población civil en el país a pesar de contar con el respaldo del Gobierno pakistaní.

Debilidad interna
Decenas de miles de personas han intentado huir de Afganistán desde que los militantes islamistas de línea dura irrumpieron en la capital el 15 de agosto, completando una impresionante derrota de las fuerzas gubernamentales tras dos décadas de insurgencia

Una nueva crisis migratoria similar a la acaecida hace un lustro supondría un balón de oxígeno para Erdogan. La tesitura en que se encuentra el líder otomano es a priori favorable para los intereses de Turquía. De la misma forma que en 2016, Ankara puede rentabilizar política y económicamente su papel en la región con una nueva lista de concesiones de la Unión Europea. El acuerdo migratorio funcionó, por lo que podría volver a materializarse. Así lo reconoció el Alto representante de la UE en materia de política exterior, Josep Borrell, quien declaró en abril que “renovar el pacto es una obligación y en interés de todas las partes”.

Sin embargo, más allá del órdago a Bruselas la situación de Erdogan a nivel interno es compleja. Esta vez, pese a su posición de ventaja, el presidente turco atraviesa una de las horas más bajas de su mandato. El país otomano experimenta una crisis de grandes dimensiones, tanto a nivel interno como externo. Los problemas que asolan Turquía son, entre otros, la devaluación de la lira, la galopante inflación y la disputa en aguas del Mediterráneo oriental por los hidrocarburos.

Combatientes talibanes en las calles de Kabul, Afganistán, el jueves 19 de agosto de 2021

Este ecosistema alimenta el crecimiento del sentimiento anti inmigratorio. Cada vez son más los ciudadanos turcos que rechazan de plano el ingreso de nuevos migrantes, y Erdogan mira de reojo a las encuestas. La línea marcada por el presidente es tajante: “Nuestro Estado es el principal responsable de la seguridad y el bienestar de sus 84 millones de ciudadanos”, sentenció. “Es nuestra obligación para con los ciudadanos turcos garantizar el regreso seguro de los refugiados a sus países de origen”.

La relación de Erdogan con los talibanes es otra derivada a tener en cuenta. Las intenciones de Ankara pasan por establecer lazos de cooperación con los insurgentes, de ahí que el presidente turco haya “acogido con satisfacción” la supuesta moderación mostrada hasta el momento por los fundamentalistas. “Nos reuniremos con el gobierno formado por los talibanes si es necesario y discutiremos nuestras agendas mutuas”, declaró Erdogan. “Hemos dicho con anterioridad que podemos aceptar a los líderes talibán”, ha advertido.

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