Sobre la mesa, la guerra civil en Libia, donde ambos comparten la misma agenda

Erdogan visita Qatar en su primer viaje al extranjero tras la pandemia

photo_camera PHOTO/MURAT CETINMUHURDAR/TURKISH PRESIDENTIAL PRESS SERVICE - El viceprimer ministro y ministro de Estado para Asuntos de Defensa de Qatar, Khalid bin Mohammad al-Attiyah, da la bienvenida al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a su llegada a Doha el 2 de julio de 2020

“Doha es el aliado más leal de Ankara en la región y en el mundo”, explicaba el año pasado el analista Tom Wheeldon de France 24. Y ha vuelto a comprobarse: El primer viaje del presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan al extranjero tras el estallido de la pandemia del coronavirus ha sido a Qatar para reunirse con su homólogo, el jeque Tamin bin Hamad al-Thani, en un movimiento que refleja la excepcional sintonía entre ambas administraciones en un contexto internacional convulso marcado por las crecientes tensiones entre el eje Ankara-Doha y las potencias árabes y occidentales. Además, esta visita se produce tan solo un día después de que Erdogan nombrara a un nuevo embajador para el emirato, Mustafa Göksu.

Según ha informado el medio local Daily Sabah, Erdogan se desplazó a Doha a bordo de un avión privado acompañado por el ministro del Tesoro y de Finanzas, Berat Albayrak; el ministro de Defesan Nacional, Hulusi Akar; el director de Comunicaciones, Fahrettin Altun; el portavoz presidencial Ibrahim Kalin; y el jefe de la Organización de Inteligencia Nacional (MIT), Hakan Fidan. 

Lo más relevante del encuentro, teniendo en cuenta el tablero geopolítico regional, ha sido “el intercambio de puntos de vista sobre cuestiones regionales e internacionales”. En esta línea, la agencia oficial de noticias qatarí QNA ha revelado que ambos dirigentes abordaron “los importantes acontecimientos en Palestina, Libia, Siria y Yemen” y compartieron “opiniones sobre los temas internacionales que son importantes para los dos países”.

En este punto, cabe destacar que los dos países comparten prácticamente en su totalidad sus agendas regionales. Ambos aspiran a expandir un programa islamista por Oriente Medio e, incluso, por África, donde Turquía ha conseguido progresos significativos en algunos países de su órbita de influencia como Somalia. Para ello, se apoyan en los Hermanos Musulmanes, una organización de raíces egipcias a la que financian y que está considerada como terrorista por su país natal y Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Rusia, entre otros estados. “Qatar y Turquía comparten una afiliación ideológica común y han sido acusados de apoyar a las mismas redes extremistas para avanzar en su agenda regional”, recuerdan desde The Arab Weekly.

El emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Thani y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en Doha, el 2 de julio de 2020

La cooperación entre este triple eje, Ankara-Doha-Hermandad, funciona especialmente bien en la guerra civil de Libia, abierta desde el año 2011, en la que han mostrado su apoyo al Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj y auspiciado por la ONU, frente a la otra facción, el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), comandado por el mariscal Jalifa Haftar y secundado por Francia, Rusia, Egipto y el cuarteto árabe.

La acción combinada de los tres actores -con el envío de armamento y mercenarios en su mayoría sirios a las filas del GNA- ha permitido la victoria de este bando sobre la capital, Trípoli, a principios del mes de junio, y contrarrestar de forma eficaz los avances del LNA sobre el oeste del territorio libio. Sin embargo, y a pesar de esta derrota, Haftar y sus aliados están decididos a cambiar el curso de la guerra, organizando nuevas contraofensivas y defendiendo los enclaves geoestratégicos de Sirte, rico en petróleo, y Jufra, donde se ubica la mayor base aérea del país. Egipto, incluso, amenazó a Turquía con una intervención militar directa, lo que tuvo un importante impacto disuasorio, puesto que ha conseguido ralentizar la escalada de violencia. 

Por ello, el Gobierno de Erdogan se vio obligado a recurrir de nuevo a su homólogo qatarí. El pasado 23 de junio, el presidente de la nación euroasiática telefoneaba a Al-Thani para pedirle que duplicara los fondos de Qatar para la operaciones militares de guerra en Libia, según informó entonces The Arab Weekly, si bien la versión oficial de la conversación fue que ambos dirigentes discutieron “las relaciones estratégicas entre los dos países y las formas de apoyarlas y desarrollarlas”, así como “una serie de cuestiones regionales e internacionales de interés común”. 

Un exdiplomático turco citado por dicha publicación reveló al respecto que “el foco de la llamada telefónica fue puramente financiero” y que el Ejecutivo turco “no se cansa en sus demandas de más dinero de Doha para mantener el impulso de las operaciones militares turcas en Siria y Libia”. “El dinero del gas qatarí ha desempeñado un papel importante en la financiación de esos conflictos y guerras, especialmente por Turquía no puede soportar sus cargas a la luz de las sucesivas crisis económicas y financieras presenciadas por el país durante los últimos años”, añadió la fuente, una situación que se ha agravado por el estallido de la pandemia del coronavirus.

Sin embargo, para los analistas del medio, que citan a expertos familiarizados con la política turca, la relación entre los dos países es desigual, incluso llegando a estar Qatar sometido al “chantaje” de Turquía. “Erdogan, desdeñado por sus oponentes y rivales que lo consideran oportunista, ha estado utilizando el conflicto libio, y anteriormente el conflicto sirio, para presionar a Qatar para que le proporcione enormes sumas de dinero. Lo hace advirtiendo a los líderes qataríes de que el campo islamista respaldado por Doha podría sufrir una derrota que sería catastrófica para ellos, permitiendo a sus rivales controlar áreas estratégicas en la región”, aseguran.

El emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Thani y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en Doha, el 2 de julio de 2020
Nuevo impulso a las relaciones bilaterales

Otro de los objetivos del viaje de la delegación turca, del más alto nivel, a Qatar, ha sido la discusión de las relaciones entre los dos países y la determinación de hacerlas progresar “en todas las esferas, con el desarrollo de los intereses comunes, especialmente en los ámbitos de economía, comercio, inversión, energía y defensa”, de acuerdo con el diario local TRT. 

En este sentido, cabe mencionar que la cooperación entre Doha y Ankara ha conocido nuevos impulsos durante la pandemia de la COVID-19. Por ejemplo, el pasado 22 de mayo, Qatar salió al rescate de la lira turca, que se había desplomado hasta el nivel más bajo de su historia semanas antes -su cotización cayó hasta las 7,25 unidades respecto al dólar-, poniendo de manifiesto la debilidad de la economía de la nación euroasiática. Entonces, el Banco Central de Turquía anunció una ampliación del acuerdo de intercambio de moneda local por divisas (swap) firmado con Doha en agosto de 2018, cuando Ankara sufrió una importante crisis monetaria. En la práctica, esto se tradujo en que Turquía podría obtener hasta 10.000 millones de dólares en reservas para apuntalar la posición de la lira. La extensión de este pacto guardaba otro objetivo: facilitar el comercio bilateral, porque las exportaciones turcas a la monarquía del Golfo tan solo ascendían a 1.200 millones de dólares, con importaciones aún menores, según informó entonces el economista Cem Baslevent de la Universidad Bilgi de Estambul.

En el pasado mes de noviembre, antes de la irrupción de la COVID-19, se celebró la quinta edición del Comité Estratégico Superior Qatarí-Turco, donde ya se reafirmó “el deseo y determinación sinceros de conseguir pasar de las relaciones bilaterales a una asociación estratégica integral” que permitiera abrir “nuevas áreas de cooperación”. Además del plano económico, los dos países han reforzado su colaboración en el ámbito militar, con la creación del Comando de la Fuerza Conjunta Qatar-Turquía en la base denominada Tariq bin Zayad, ubicada en territorio qatarí con capacidad para 3.000 soldados, y la realización de numerosos ejercicios militares conjuntos.

A nivel político, Ankara también se ha convertido en la salvaguarda de Doha, al ser el único país en ayudarle tras la imposición del boicot por parte del cuarteto árabe en el año 2107, con el envío de bienes de primera necesidad, llegando a incrementarse las exportaciones hasta un 90% en los cuatro meses posteriores al anuncio del bloqueo.
 

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