Hay dos peticiones claras: una política, apoyo a la propuesta marroquí de amplia autonomía bajo su soberanía, y una económica, inversiones y participación empresarial en las tres regiones consideradas ya por Washington como del sur de Marruecos

España puede perder el tren del Sáhara

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Cuando hablas con muchos saharauis que viven en la región de Dajla-Río de Oro su recuerdo de los españoles es entrañable y cariñoso y, aunque tienen algunos recelos por el papel inactivo de los últimos 40 años, piden a España que vuelva al Sáhara. Hay dos peticiones claras. Una política, apoyo a la propuesta marroquí de amplia autonomía para el Sáhara bajo su soberanía, respaldada recientemente por la Administración de Estados Unidos. Una económica, inversiones y participación empresarial en las oportunidades de desarrollo y progreso que ofrecen en estos momentos las tres regiones consideradas ya por Washington como del sur de Marruecos. Los planes de desarrollo están diseñados. Las parcelas están urbanizadas para la construcción de viviendas, polígonos industriales y todo tipo de infraestructuras.

La legislación se ha agilizado para fomentar la llegada de inversores y las puertas, que están abiertas por parte marroquí, se abrirán del todo por parte española cuando desaparezca el condicionante político sobre la soberanía del Sáhara. El presidente del Consejo Regional de Dajla-Río de Oro, Yanja El Khattat, asegura en conversación con ABC que “España ha conocido históricamente la región, (estuvo de 1884 a 1976), tiene fuertes lazos con Marruecos. Tiene que apoyar la propuesta de autonomía”.

El presidente afirma que el desarrollo y el progreso del Sáhara solucionará los problemas, “el conflicto se acaba teniendo trabajo, casa, educación, salud y prosperidad”. Subraya que hay empresas españolas que hacen negocios en Dajla “muchos compran pescado, sobre todo pulpo” y enumera los sectores clave de la región con grandes oportunidades “turismo, energías renovables, pesca, agricultura y logística por la próxima construcción de un gran puerto que va a ser estratégico en el Atlántico”.

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Menos burocracia para las inversiones

El director del Centro de Inversiones de Dajla, Mounir Houari, es muy explícito al dar la bienvenida a los empresarios españoles que quieran aprovechar la oportunidad, “se han bajado a 28 los días para adquirir un terreno, los trámites se pueden consultar por internet, los impuestos y la repatriación de beneficios están claros y hay seguridad jurídica”. Houari presenta a Dajla como la futura puerta para hacer negocios en África. La opinión de un empresario marroquí, Noamane El Belghiti, constructor en Tánger buscando proyectos en Dajla es concluyente “hay muchas oportunidades aquí para las empresas españolas”.

Todos se muestran muy respetuosos con la voluntad de los empresarios españoles que, sin duda, se pueden ver afectados por los condicionantes políticos, pero confían, como el presidente del Consejo Regional de Turismo, Ahmed Abdellaoui, “en que el Gobierno español de el paso delante de apoyar la buena propuesta marroquí de la autonomía porque será beneficioso para todos los saharauis, para el progreso del Sahara y para las relaciones bilaterales entre los dos países”. Abdellaoui evita entrar en el conflicto político que pueda producirse en el seno del Gobierno español por la posición del líder de Podemos y vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, al reclamar la celebración de un referéndum en el Sáhara como claro apoyo al Frente Polisario y confrontación con Marruecos.

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RAN para febrero

Dentro de pocos días se comprobará cómo se gestiona esta cuestión por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la posible celebración de la Reunión de Alto Nivel entre los ejecutivos español y marroquí, prevista en el mes de febrero tras su aplazamiento en diciembre con el coronavirus como justificación oficial y con temas relevantes sobre la mesa como la inmigración, pero en medio de un ambiente tan enrarecido que el rey Mohamed VI ya advirtió que su agenda no le permitía recibir a Sánchez. Resultó evidente que la causa verdadera del aplazamiento, además del malestar marroquí, fue el anuncio por sorpresa de la Administración de Estados Unidos, con Trump a la cabeza, reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

Los asesores de La Moncloa no tuvieron tiempo suficiente para orquestar una respuesta marquetiniana habitual y optaron por ganar tiempo. Sin embargo, la dinámica diplomática y política creada por la decisión norteamericana presiona claramente para negociar entre las partes una solución con la base de la autonomía bajo soberanía marroquí.

Una solución que no es aceptable para buena parte del Frente Polisario, aunque crece el malestar entre los más de 150.000 saharauis en los campamentos de Tinduf hartos de una vida miserable y sin horizontes de futuro. Además, los grupos terroristas del Sahel acechan a jóvenes saharauis que claudican ante la necesidad del dinero que ofrecen los terroristas por enrolarse en sus filas. Uno de los grupos más violentos está dirigido por un saharaui.

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Clave argelina

También los cambios políticos en Argelia, tras la nueva Constitución, el presupuesto, la recuperación del presidente Tebboune y sus recinetes nombramientos en la cúpula militar y de los Servicios de Inteligencia permiten augurar una mejor disposición para negociar una solución final. El azote económico y social del coronavirus también influye en ablandar ciertas posiciones históricas por intereses meramente económicos y personales de una cúpula dirigente obsoleta.

En el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se gestiona el nombramiento de un nuevo representante especial para el Sáhara, puesto vacante desde mayo de 2019 tras la renuncia del alemán, Horst Khöler, por motivos de salud. El siguiente paso para negociar la solución del conflicto sería volver a reunir la mesa de negociación en Ginebra con todos los actores presentes y avanzar definitivamente en un acuerdo firme y duradero que libere de su sufrimiento a miles de saharauis en Tinduf.

El Gobierno español debe adoptar, si no lo ha hecho ya, una posición sobre el Sáhara que, en fuentes diplomáticas, se considera debe ir en consonancia con el camino que marcan los intereses políticos, económicos, sociales, culturales y de seguridad con los vecinos marroquíes, pero si bien es cierto que no hay que olvidar nuestra dependencia del gas argelino que es la parte enfrentada en este conflicto y la permanente necesidad de unas relaciones equilibradas.

Todo indica que otros países europeos con peso en la zona como el Reino Unido va a seguir los pasos de Washington y aplicar el acuerdo político que tiene además un cuantioso complemento económico y comercial que ya está disponible. La posición de Francia, recelosa de haber perdido la iniciativa en una región que considera bajo su tutela, puede complicar de alguna manera la negociación y propiciar a España una justificación que le permita mantener su artificial status de neutralidad al ser considerada legalmente por Naciones Unidas como administrador del territorio.

Poco a poco se va acercando la hora de tomar una decisión en España sobre una situación que ha creado durante años unos condicionantes políticos afectivos para proteger al más débil pero que la realidad ha ido desvelando como una manipulación de la vida de miles de seres humanos que se cruzaban con intereses estratégicos de grandes potencias, como son evitar a toda costa que Argelia y su aliado ruso tengan salida y bases militares en el Atlántico.

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Normalidad en Guerguerat

En el paso fronterizo de Guerguerat se mantiene la normalidad y la libre circulación de camiones de todas las dimensiones, unos 300 al día, que son claves para el comercio entre Marruecos, Mauritania y el África subsahariana. Hace una semana, Marruecos minimizó los efectos de un ataque por parte del Frente Polisario que pretende mantener su estado de guerra, a pesar de sus enormes limitaciones, al considerar una violación del alto el fuego la intervención en Guerguerat del Ejército marroquí para restablecer el tráfico tras 10 días de bloqueo por parte de un grupo de activistas del Polisario. El Polisario trata de evitar a toda costa el efecto de la decisión de los Estados Unidos en una solución definitiva del conflicto con la autonomía.

Los condicionantes políticos en la relación de España con el Sáhara Occidental han contribuido a un abandono casi total del legado cultural español tras más de un siglo en una tierra desértica pero fascinante. El faro, un viejo cuartel militar, una plaza y un Museo con una librería donada desde Canarias son las escasas referencias de la presencia española. Lo más relevante es el idioma. Puedes encontrar a personas de cierta edad hablando español, pero no se fomenta lo suficiente. Sólo la Academia Unamuno dirigida por Brahim Hameyada tiene dos grupos de unos quince alumnos cada uno. Por fin ha logrado un apoyo del Instituto Cervantes. Hameyada reclama más apoyo desde España para mantener un idioma fundamental y a las autoridades locales para que también contribuyan a la enseñanza del español.

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Maghlaha Dlimi, con una dura experiencia desde niña en Tinduf y en Cuba, se ocupa de la biblioteca con libros españoles donada desde Canarias. Boujari Mamun, responsable de Cultura de la Comisión Regional de los Derechos Humanos de Dajla reivindica que España cuide de su legado cultural porque afirma “la cultura española es parte de nuestra historia”. La presidenta de la Comisión, Maimouna Essayed, joven de unos treinta años, comenta en castellano el trabajo realizado por un grupo de personas independiente, que lleva más de diez años sin recibir denuncias por violación de los Derechos Humanos por motivos políticos, culminó en los años 90 la reconciliación y las indemnizaciones a todos los que sufrieron cárcel, incluidos los que estuvieron en Tinduf, y ahora en este último año 2020 de la pandemia hubo 6 mujeres maltratadas y otras 40 denuncias protagonizadas, principalmente, por inmigrantes subsaharianos. En España, en 2020 murieron por violencia de género 45 mujeres.

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