El ataque se ha producido en Idlib, último bastión de la resistencia de Al-Asad que alberga una importante cantidad de grupos yihadistas

Estados Unidos elimina a un líder yihadista en Siria, el segundo en menos de un mes

photo_camera AFP/DELIL SOULEIMAN - Convoy de vehículos blindados estadounidenses cerca de la ciudad nororiental de Al-Qahtaniyah

El Ejército estadounidense ha llevado a cabo un nuevo ataque contra un líder del grupo yihadista Hurras Al-Din, una filial del grupo terrorista Al-Qaeda, en la provincia siria de Idlib. 

El ataque, que habría acabado con la vida del yihadista, se habría llevado a cabo a través de un “bombardeo cinético” desde un dron. Según ha informado el Comando Central de Estados Unidos a través de un comunicado, el líder yihadista, Abu Hamzah al Yemeni, se encontraba “viajando solo en una motocicleta en el momento del ataque”. Del mismo modo afirman que en una revisión inicial de la ofensiva “no ha habido víctimas civiles”.

De acuerdo con el Mando Central de los Estados Unidos, el CETCOM, “la destitución de este alto líder interrumpirá la capacidad de Al-Qaeda para llevar a cabo ataques contra ciudadanos estadounidenses, nuestros socios y civiles inocentes en todo el mundo”. 

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Este ataque ha sido la segunda operación estadounidense que se ha realizado en Siria contra líderes yihadistas en menos de un mes. El último se ejecutó el pasado 16 de junio contra un líder del Daesh durante una redada en la provincia de Alepo. Del mismo modo, el Ejército de Estados Unidos consiguió acabar en Idlib con otro líder de la organización yihadista, el terrorista bu Ibrahim Al-Hashimi Al-Qurashi, el pasado 3 de febrero. 

En Idlib la paz se resiste 

Idlib es uno de los únicos bastiones rebeldes en Siria que han conseguido resistir al Gobierno de Bachar Al-Asad. En la actualidad una coalición kurdoárabe continúa enfrentando diferentes ofensivas procedentes tanto del Gobierno de Damasco como de Rusia y Turquía. Sin embargo, esta provincia también alberga a grupos yihadistas como Al-Nusra, además de líderes del Daesh que continúan siendo una importante amenaza para la seguridad de los 3 millones de civiles que residen allí, sumado a los ataques que siguen viviendo por parte de Al-Asad y sus aliados.

Esto hace que Idlib sea una maraña de conflictos internos y externos. De los 3 millones de personas que viven en Idlib, se calcula que un importante porcentaje de ellas viven en la región como condición de refugiado debido a los desplazamientos internos que se ejecutaron como consecuencia de la guerra civil siria. Asimismo, varias ONG afirman que más de 1.500 civiles han perdido la vida desde el inicio de las ofensivas en Idlib. 

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Y es que la historia de este enclave ha sido -y sigue siendo- significativamente importante durante el desarrollo del conflicto sirio. Idlib es una provincia que se encuentra ubicada el noroeste de Siria haciendo frontera con Turquía. Su posición estratégica hace que despierte el interés de varias potencias internacionales. No solo por su frontera con el país turco si no porque desde Idlib salen importantes carreteras que se conectan con significativos enclaves de Siria como Alepo, Damasco y Latakia. Esta última localidad tiene la peculiaridad de ser una ciudad costera en la que se encuentra, además, la base militar Hmeimin, controlada por Moscú.

Es aquí donde la oposición siria ha conseguido erigirse como el último bastión de la disidencia de Bachar al-Asad. Retomar Idlib haría que el presidente de Siria hubiese conseguido recuperar el control total del país. Sin embargo, en este bastión no solo habitan fuerzas de la resistencia rebelde si no que diversos grupos yihadistas consiguieron llegar hasta la zona después de que las ciudades que habían ocupado fuesen liberadas a manos de las fuerzas kurdoárabes, de las Unidades Protección Civil (YPG) y de las Unidades de Protección Femeninas (YPJ), que contaron con el respaldo de Estados Unidos. Esto hace que Idlib sea un “hervidero” en el que la inseguridad está a la orden del día

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Por este motivo, durante las conversaciones llevadas a cabo en Astaná, la capital de Kazajistán se trató de conseguir una solución pacífica al conflicto sirio. Durante estas reuniones representantes del régimen sirio consiguieron reunirse con varios representantes de grupos rebeldes, además de líderes de otros países y organizaciones como Naciones Unidas. 
En estas reuniones Idlib fue declarada una zona de “desescalamiento”, lo que se traduce en una zona libre de ataques y enfrentamientos. Por este motivo tanto civiles como integrantes de grupos rebeldes se desplazaron hasta la zona.

Desde ese primer momento, unos 10.000 ciudadanos llegaron hasta Idlib en un momento en el que Turquía era su único “salvavidas” para poder salir de Siria. Sin embargo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no aceptó más refugiados, lo que propicio desplazamientos internos masivos.

En marzo del año 2020, una reunión entre las delegaciones rusa y turcas en Moscú consiguieron decretar un alto el fuego en Idlib. En este acuerdo concluyeron que el conflicto de Siria nunca conseguiría “resolverse por las armas”. A pesar de este logro, Rusia y Turquía siguieron mandando personal militar con el pretexto de acabar con el yihadismo de la zona, al igual que Estados Unidos. 

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Sin embargo, en septiembre del año pasado, el Ejército Nacional Sirio de Bachar al-Asad bombardeó posiciones rebeldes ubicadas en Idlib, rompiendo así un alto el fuego que preocupó seriamente a la ONU. Según un reporte oficial, estos bombardeos acabaron con la vida de 4 personas y causaron, al menos, 15 heridos.

Asimismo, Al-Asad atacó varias zonas cercanas a la frontera con Turquía en los pueblos de Fattire, Binin y Shinan, en la región de Jabal Zawiya, violando con estos ataques una tregua que se consiguió alcanzar en el año 2017 entre Turquía, Rusia e Irán. En el se pactó el inicio de una desescalada militar. 

Además, ese mismo agosto, la aviación rusa intensificó sus bombardeos en el cantón kurdo de Afrín, situado en territorio sirio, y ocupado por las fuerzas turcas desde el año 2019. De hecho, en esta zona del Kurdistán sirio, Turquía no ha cesado de lanzar ofensivas contra la población kurda. La última fue ejecutada este mismo junio con el objetivo de “eliminar a los terroristas de Tal Rifaat y Manjib”, ciudades situadas cerca de Afrín. 

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Tanto la ruptura del alto el fuego protagonizado por Damasco y Moscú como las nuevas ofensivas turcas hacen que la provincia vuelva a estar golpeada por la violencia y la inseguridad. Todo esto se produce, además, en un momento en el que la vida de millones de personas que viven en Idlib depende casi directamente del corredor de Bab al Hawa.

La continuidad de este corredor, a través del que se consigue enviar ayuda humanitaria, depende ahora de lo que decidan los miembros del Consejo de Seguridad el próximo 10 de julio. Por el momento Rusia y China, miembros permanentes del Consejo, ya han mostrado su negativa ante una posible prolongación. De hecho, Moscú provocó el cierre de todos los corredores humanitarios sirios, a excepción de el de Bab al Hawa, por lo que es posible que este último sufra un cierre definitivo.

De ser así, los civiles de Idlib verán agravadas sus condiciones de vida, ya de por si deterioradas por la crisis social y económica como consecuencia de una guerra que todavía no ha acabado.  

Coordinador de América: José Antonio Sierra.

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